martes, 2 de mayo de 2017

Feria de Abril: con toros medios, faenas a medias


Morante, Perera y Jiménez saludan con una corrida manejable pero sin emoción de García Jiménez 

Morante de la Puebla, en un hondo pase de pecho
Morante de la Puebla, en un hondo pase de pecho - Raúl Doblado
 
ANDRÉS AMORÓS Sevilla

Una vez más, el festejo dura dos horas y media; toros flojos y manejables; diestros voluntariosos; ningún trofeo; cuatro avisos. ¿Han estado mal los toreros? ¿Han estado bien? Ni una cosa ni la otra. A pesar de los gritos de algunos partidarios, que quieren hacerse notar, además de arrastrar al personal hacia el entusiasmo, todo ha trascurrido con excesiva placidez. Igual que tantas tardes. Una sorpresa poco grata: peor entrada de lo que yo esperaba. En Sevilla, en estas ocasiones, la charla sobre la Feria y las anécdotas costumbristas compensanla grisura general. Pero no es eso lo que debe ser un festejo taurino.

Los domecqs de la familia Matilla (Hermanos García Jiménez y Peña de Francia) suelen ser nobles pero no fuertes. Los de esta tarde, salen flojos, huídos, manejables, sin complicaciones pero sin emoción.

Tercera actuación del año de Morante, en el coso del Arenal y sigue sin encontrar el triunfo. A él le toca, ahora mismo, la responsabilidad de representar – como antes, Chicuelo y Curro Romero – la peculiar sensibilidad sevillana, en el toreo. Como torero diferente, siempre se le espera pero, con estos toros, no hay espera que valga. De salida, el primero embiste con tanta suavidad como si ya le hubieran picado: algo increíble, en otros tiempos. Lo aprovecha José Antonio con una serie de verónicas y una media en las que muestra sus cualidades: naturalidad, suavidad, ritmo… Pero el toro se cae ya y apenas se le pica; en la muleta, escarba, tardea, pega cortos arreoncitos, pronto se para. José Antonio lo prueba con ayudados, le llama varias veces, sin éxito, y desiste. Mata fácil. El cuarto, “Fotógrafo”, abierto de pitones, se retrata barbeando tablas, se defiende en el caballo, flaquea: nada con el capote. Sorprendentemente, en la muleta saca movilidad: Morante se muestra voluntarioso (en un diestro de su línea, ¿es un elogio?) hasta que logra trazar algunos buenos naturales: una rachita de aire puro en una tarde de bochorno. Al final, asombra por su gracia al lograr, con un pase por alto, que cuadre, en el centro del ruedo. Mata a la segunda.

Después de su grave percance, Miguel Ángel Perera ha quedado algo descolgado del pelotón de cabeza – en términos ciclistas – pero conserva valor y capacidad. El segundo , de La Peña de Francia, “Carcelero”, no tiene el ritmo ni el son de las carceleras de Manolo Caracol ni las de la zarzuela “Las hijas del Zebedeo”: huye a sol, a tablas. Perera quita, impávido, por chicuelinas … y el toro se va muy lejos. Parece el quite menos adecuado a las condiciones del toro pero Javier Jiménez reincide en el mismo palo… y vuelve a suceder lo mismo. (Misterios de la actual Tauromaquia). Es un toro al que hay que sujetar antes de intentar el lucimiento. Perera se empeña en hacerle faena como si fuera bravo: no lo consigue pero se justifica, con valor. ¿No hay otros recursos, en la Tauromaquia, para un toro así? El quinto también flaquea pero es el más manejable de la tarde: se luce Perera en gaoneras impasibles. (Lidia bien Curro Javier y saluda Ambel). El toro es noble pero cortito, Perera lo ataca mucho, con su toreo mandón, que requiere una res de más fuerza; al final, se pega un arrimón. La estocada cae baja pero es acogida con la aprobación actual: “¡Bien!” En Sevilla…

El joven Javier Jiménez, de Espartinas, ha aprendido bien el oficio de torear en la escuela del maestro Espartaco. El tercero se llama “Sosito”: llamar así a un toro parece tentar a Dios. Embiste suave, cansino; va y viene, a media altura. Javier Jiménez corre bien la mano, en una faena técnica, voluntariosa y larga (suena el aviso antes de entrar a matar). En el último, que tardea, se la juega Abraham Neiro. Javier provoca la arrancada, tira del toro, se muestra solvente.

Los tres diestros han saludado cariñosas ovaciones. ¿Es eso suficiente para una tarde de toros? En mi opinión, no. Con el toro medio – algunos lo llaman medio toro – que ahora suele lidiarse es difícil que surja la pasión; sin ella, mucha gente preferirá quedarse en la Feria de farolillos o en casa, viendo el fútbol por televisión. Conforme avanza la Feria taurina, cada vez nos acordamos más de los toros de Victorino y de la faena de Ferrera.

No hay comentarios: