domingo, 14 de mayo de 2017

Festejo de rejones sin trofeos en San Isidro

Andy Cartagena y Sergio Galán pierden una oreja con el rejón de muerte 


Sergio Galán, en un momento de su actuación, dio la única vuelta al ruedo de la tarde
Sergio Galán, en un momento de su actuación, dio la única vuelta al ruedo de la tarde - Paloma Aguilar
 
ANDRÉS AMORÓS Madrid

Primero de los cuatro festejos de rejones de la Feria: todos, en fin de semana. Alternan siete caballeros; cuatro de ellos repiten. ¡Lástima grande que no sea posible ver la competencia directa de las dos grandes figuras actuales, Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura! Según me dijo Simón Casas, ni se lo planteó, sabiendo que no era posible. ¿Tan grande es la enemistad personal? Los aficionados hablan del veto de Pablo, de las frases duras de Diego. Toda la vida, esas rivalidades se han dirimido en el ruedo. ¿Dónde mejor que en Las Ventas? Sería un apasionante espectáculo y la afición madrileña lo merece.

El cartel de esta tarde es sólo discreto; el público, dominguero y de rejones, se parece bien poco al del sábado y al que veremos el lunes. Los toros de Benítez Cubero, predilectos de las figuras en la época del Cordobés, se lidian ahora a caballo: han sido manejables pero flojos. En un festejo de rejones, con gritos juveniles y público que se hace «selfies», no es habitual que no se corten trofeos: los fallos de Cartagena y Galán con el rejón de muerte se lo impiden.

Como su recordado tío Ginés, Andy Cartagena circula por los caminos de la espectacularidad y los alardes ecuestres. El primero es noble pero se para pronto. Andy se luce con «Picasso», toreando a la grupa. Mata a la segunda. Mejora su actuación en el cuarto. Con «Mediterráneo», lo deja llegar muy cerca. El albino «Luminoso» camina sobre las patas traseras, en un alarde circense que entu- siasma al público, pero falla con el rejón de muerte.

Sergio Galán muestra su estilo clásico. Recibe a portagayola al segundo, que sale con pies: una suerte espectacular. «Titán», muy flexible, gira en la cara del toro. Pierde el trofeo al matar a la tercera. En el quinto, torea bien con «Embroque» y acierta en dos pares a dos manos, muy aplaudidos, con su gran caballo «Apolo», pero mata al segundo intento y no se concede la oreja.

Manuel Manzanares, discípulo de Pablo Hermoso de Mendoza, intenta realizar una lidia templada, busca la deseable regularidad. El tercero se para pronto, cerca de tablas: la lidia se hace más premiosa y Manuel clava con desigual acierto. El toro se echa, antes de entrar a matar, desluciéndolo todo. Mantiene el tono discreto en el último, con algún certero quiebro.

No ha habido trofeos pero sí un par de faenas brillantes, con alardes de estos hermosos caballos. En su honor, recuerdo yo los musicales versos que el modernista limeño José Santos Chocano dedicó a los caballos de los conquistadores: “¡Los caballos eran fuertes! / ¡Los caballos eran ágiles! / Sus pescuezos eran finos / y sus ancas, relucientes, / y sus cascos, musicales».

Postdata. En esta tarde de toreo a caballo, conviene mencionar que la rejoneadora francesa María Sara va a presentarse candidata a las elecciones, dentro del nuevo partido del presidente Macron. Si es elegida –ha declarado– defenderá la Tauromaquia, por supuesto. No es la única. Gran aficionado es también, por ejemplo, Manuel Valls. Aciertan los franceses al apartar la Fiesta de la contienda política: es la verdad y, a la vez, su más útil defensa. También en esto tenemos mucho que aprender.

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