sábado, 13 de mayo de 2017

Tres avisos para David Mora en San Isidro

Gran ovación al banderillero Ángel Otero en una mansa corrida de El Pilar 


El gesto de impotencia de David Mora tras oír los tres recados presidenciales con el quinto de la tarde

El gesto de impotencia de David Mora tras oír los tres recados presidenciales con el quinto de la tarde - Paloma Aguilar
 
ANDRÉS AMORÓS Madrid

Con el primer fin de semana de la Feria, aumentan los signos positivos: sale el sol, mejoran los carteles, aumenta el público. Continúa el frío pero eso, en San Isidro, no es una novedad. Tampoco lo es que los toros de El Pilar sean flojos y mansos. (En Sevilla, así fueron cuatro pero el conjunto se salvó por dos, muy buenos). En una tarde de silencios, la nota triste son los tres avisos que escucha, en el quinto, David Mora, negado con el descabello.

¿Somos conscientes de lo difícil que es la profesión de torero? Los tres de esta tarde no lo han tenido nada fácil. El caso del toledano David Mora es evidente: una gravísima cornada puso en peligro su capacidad de torear y hasta su vida; con un esfuerzo extraordinario, volvió a los ruedos y fue capaz de triunfar el pasado San Isidro. Los tres se han ganado a pulso estar incluidos en los carteles de la Feria aunque esta tarde no hayan tenido fortuna.
Derechazo de Diego Urdiales al primero de la tarde, sin humillar
Derechazo de Diego Urdiales al primero de la tarde, sin humillar- Paloma Aguilar
El primer toro huye y flojea pero mete la cabeza con nobleza. Diego Urdiales se luce a la verónica. La lidia es muy mala, con demasiados capotazos. Corre la mano bien, logra tres derechazos de categoría pero el viento molesta, el toro dura poco y la faena no se redondea. Mata a la segunda. El cuarto flaquea ya de salida, lo han de cuidar con el capote y apenas lo pican. Cae la tarde, crecen las protestas. Al tercer muletazo, el toro se desploma: es un inválido total que se defiende, desluce todo. Lo caza pronto y se agradece la brevedad.

El segundo sale manseando, barbeando tablas. Entre el regocijo general, intenta saltar la barrera tres veces; la primera, en el «10», queda empotrado en tablas. Arrea con fuerza en banderillas y Ángel Otero, tragando mucho, pone a la Plaza en pie con dos pares, merecedores de premio. Después de los doblones, el toro sale huyendo a chiqueros y los intentos de muletazos se frustran. Tarda en matar.

Este toro sólo permitía una lidia a la antigua, para sujetarlo. Más de 600 kilos pesa el quinto, largo y alto, que sí humilla pero también flaquea. Repite pegajoso en la muleta de David Mora, que lo va metiendo, por la derecha, pero no se deja, por la izquierda. Con sólo un pinchazo hondo, intenta descabellar y falla repetidamente: tres avisos y el toro es apuntillado. Es un borrón que debe remediar en sus dos próximas actuaciones.
El segundo toro trató de saltar al callejón varias veces
El segundo toro trató de saltar al callejón varias veces- Paloma Aguilar
El tercero vuelve rápido y Garrido se luce peleándose con él con el capote, rodilla en tierra. Lo pican mucho y mal, flaquea. En la muleta, queda corto. Cuando el toro se echa, la incipiente faena se acaba. En el último, logra buenos lances (ahora mismo, está toreando mejor con el capote que con la muleta). También Urdiales consigue templadas verónicas. Le planta cara en una pelea emocionante pero le afean la colocación. Un trasteo más correcto que vistoso. Mata pronto.

Con todo respeto para los matadores, el momento de mayor emoción de la tarde lo ha protagonizado un valiente torero de plata, Ángel Otero, que se la ha jugado de verdad, como muchas veces. Si le acompañara más la figura, sería ya conocido por todos los públicos.

He de insistir en algo que me parece claro: presenciar tantos descabellos (o pinchazos) es un triste espectáculo; el que acuda por primera vez a una Plaza y vea esto, se llevará una fea impresión. Así como se limita el tiempo, habría que limitar el número de veces que se entra a matar; más allá, el toro iría al corral o sería apuntillado. La sensibilidad actual lo exige.

Postdata. El Ayuntamiento de Carmena, que renunció a ocupar su palco tradicional, en Las Ventas, alquila ahora un local suyo (en realidad, de todos los madrileños) para que los independentistas catalanes defiendan su anticonstitucional pretensión. ¿Son dos cosas que no tienen nada que ver o hay algo que las une? En todo caso, esta última ocurrencia de Carmena es absolutamente lamentable. No me extraña que no aparezca por Las Ventas...

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