jueves, 8 de junio de 2017

Juan del Álamo, doctor con un gran «Licenciado» en San Isidro

El torero salmantino abre la Puerta Grande en una excelente corrida de Alcurrucén


Juan del Álamo, en un sentido muletazo al tercer toro de Alcurrucén 
Juan del Álamo, en un sentido muletazo al tercer toro de Alcurrucén - Paloma Aguilar
 
ANDRÉS AMORÓS Madrid

Nos quejamos muchas veces –y con razón– de que no vemos toros bravos. Debemos valorar que, cuando salen reses excelentes, los diestros las aprovechen como merecen. Esta tarde, sólo Juan del Álamo lo consigue: abre la Puerta Grande al cortar una oreja a cada toro (en el primero, el presidente le niega la segunda y se gana una fuerte bronca). Ni El Cid ni Joselito Adame están al nivel de las reses de Alcurrucén que les tocan en suerte. (Algo parecido sucedió el día anterior, con los magníficos toros de Rehuelga y diestros más modestos). Uno de esta ganadería propició el triunfo rotundo de Ginés Marín. Los de este jueves dan, en general, un juego muy bueno: aunque algunos salgan abantos, como es propio de los Núñez, se vienen arriba, embisten largo y humillan; el tercero y el cuarto son magníficos; los demás, muy manejables.
Comparece por única vez en la Feria El Cid, tan querido por esta Plaza, donde ha actuado más de cincuenta tardes. Ha sido una primera figura, que está ya en la etapa final, con lo que eso suele significar, salvo casos excepcionales: queda el poso de la madurez, se ha perdido ya el hambre de la juventud. El primero tuerce algo la cabeza (¿un problema en la vista?) pero se viene arriba, como harán todos sus hermanos; tropieza demasiado la muleta de El Cid, que no acaba de confiarse. En otro tiempo, hubiera sido distinto… El cuarto, «Antequerano» (por el nombre, paisano de Pedro Espinosa, Muñoz Rojas y Cristóbal Toral) está al nivel de estos grandes artistas: acude al caballo galopando; repite con emoción, se quiere comer la muleta. El Cid aguanta el envite en algunos naturales, «marca de la casa», pero la faena va a menos. En la suerte contraria (¿por qué, con un toro tan bravo?), pincha, antes de la estocada.

En su anterior actuación, Joselito Adame arrancó una oreja con el alarde de matar a topacarnero, sin muleta. No repite esta tarde esa suerte ni esa actitud. En el segundo, manejable pero suelto, saludan Miguel Martín y Fernando Sánchez. Adame torea fácil pero en línea; le recriminan la postura y, esta vez, tienen razón. Cañabate hubiera dicho que parecía el funcionario que acude a la oficina a fichar. Y, esta vez, mata con precauciones. El quinto sale muy suelto pero también da buen juego. Joselito desperdicia embestidas haciendo el poste y, de nuevo, tira líneas, en muletazos sin compromiso.

 Sentencia mi vecino José María: «Otro toro desaprovechado». Las Ventas exige otra forma de torear.

Magnífico juego

No tuvo suerte Juan del Álamo en su anterior corrida. Sale el tercero manseando, abanto, y algunos protestan (¿por qué?) pero acaba dando un juego magnífico. Juan del Álamo lo sujeta muy bien, rodilla en tierra (surgen los primeros olés de la tarde). Logra derechazos suaves, templados, y naturales ligados, dejándole la muleta en la cara. Los ayudados finales, muy toreros, la gran estocada y la muerte espectacular, en el centro del ruedo, como un gran toro bravo, desatan el clamor: ha sido una faena justa, medida, clásica, emocionante. El presidente niega la segunda oreja (no sé por qué) y se gana una buena bronca. En el último, el más complicado, sale Juan a cortar como sea la oreja que necesita y el público le apoya: aguanta arreones y pitonazos, con ilusión novilleril y oficio de matador. La faena es imperfecta pero apasionada y de mérito. Mata con gran decisión, el toro cae rodado y la nueva oreja, forzosa.

Quizá lo más justo hubiera sido recibir las dos orejas en el tercero y una vuelta, en el sexto. Da igual: la salida en hombros es muy merecida. ¡Por fin, Juan del Álamo ha redondeado, en esta Plaza, lo que tantas veces había rozado! Ciudad Rodrigo, su pueblo, estará de fiesta. (Gonzalo Santonja debe de estar dando saltos). Se ha doctorado como maestro maduro lidiando a un gran «Licenciado». Ha sabido aprovechar la ocasión que la fortuna –y los hermanos Lozano– le han ofrecido.

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