El Juli corta la única oreja en un festejo presidido por el Rey y con un decepcionante encierro de Victoriano del Río
El Juli, muy asentado, se gusta y templa en un despacioso natural - Fotos: Paloma Aguilar ANDRÉS AMORÓS Madrid Concluido San Isidro –de
verdad, una gran Feria– en otro fin de semana nuevos festejos nos
quedan: esta corrida que llaman la de la Beneficencia, aunque sólo
beneficie realmente a la empresa, cuando, como en esta tarde, toda la
Plaza se llena. La preside Don Felipe, que muy
bienvenido sea. Y aún sería mejor si viniera con la Reina pues, le guste
más o menos, ésta es de España la Fiesta: por eso muchos la atacan y
hasta prohibirla pretendan. Los tres diestros le han lanzado a Felipe su
montera, en el brindis, como muestra de adhesión y de respeto por
apoyar nuestra Fiesta.
Los toros de Victoriano son manejables, blandean, tienen las fuerzas muy justas aunque luzcan gran nobleza. El Juli aguarda la muerte del cuarto toro- Paloma AguilarCon El Juli,
de comienzo, es ya grande la exigencia, como en Madrid pasó siempre con
las figuras primeras. Es un gran profesional, nadie discute su entrega
ni su ambición; sí, su estética, cuando no carga la suerte porque
retrasa la pierna, y su forma de matar, con ese salto que pega. Al
primero, un toro bajo, Juli lo cuida, en la brega; cumple solo en el
caballo y en banderillas protesta; luego se queda algo corto cuando
acude a la muleta y levantan división los pases por la derecha. El
trasteo no emociona y la gente se impacienta con la faena anodina.
Mata, yéndose muy fuera. Engatillado es el cuarto que más de 600 pesa
pero sí se mueve largo. Juli con gusto lancea. Le enseña pronto a
embestir, por bajo, rodilla en tierra. Logra buenos muletazos: manda
mucho, liga y templa, se mete entre los pitones y la división no cesa,
aunque sí existe el peligro, se juega la voltereta cuando provoca
arrancadas y se lo pasa muy cerca sin que se altere su gesto ni se le
mueva una ceja. Da la estocada con salto pero mata a la primera y,
aunque a todos no les guste, consigue cortar la oreja. Manzanares, a la verónica- Paloma AguilarHace un año, Manzanares
cuajó una faena regia delante de Don Juan Carlos; ahora, repetir la
hazaña es justo lo que desea para que el Rey Don Felipe disfrute con la
belleza de esta Fiesta incomparable, que es, de España, santo y seña.
Los naturales al toro «Dalia», ¿quién no los recuerda? Devuelto el flojo
segundo, salta el sobrero a la arena. (Ovaciona a Chocolate con fervor
la Plaza entera). Con elegancia y empaque, Manzanares lo tantea; traza
hermosos derechazos, la muleta vuela lenta, pero el toro es poco toro,
va hacia abajo y hacia fuera y, sin cuajar el trasteo, todo se ha
quedado a medias. Lancea con finura al quinto que es suave pero flojea:
al quite de Talavante, dos veces la arena besa. (Oigo el grito: «¡Viva
España!» y la gente lo corea). Cuando el toro se derrumba, la faena se
despeña. Aunque se acerca San Juan, de su alicantina tierra, no ha
logrado José María que se enciendan las hogueras. Alejandro Talavante, en un derechazo- Paloma AguilarTalavante,
en San Isidro, hizo una notable apuesta: cuatro tardes, más que nadie,
es lo que el diestro torea, incluidos Victorinos, y, en tres, lleva tres
orejas. Tiene una gran suavidad al manejar la muleta y de México ha
traído muy llamativas sorpresas. Embiste largo el tercero, parece que
habrá faena pero pega cabezazos y hacia las tablas mansea. Corta en seco
Talavante: ni siquiera se despeina. Todo se ha visto
abajo: ¡ay, Dios, qué dolor, qué pena! El ultimo embiste noble pero éste
también blandea desde el primer muletazo: una condición muy fea.
Brillan muletazos sueltos: casi nada, ¡vaya tela!
Con toros nobles y flojos,
todo se ha quedado a medias. No ha tenido suerte el Rey; se agradece su
presencia. Yo hubiera querido ver que a algún diestro se lo llevan en
volandas, como a un dios, que ha descendido a la tierra para darnos el
consuelo, compensando las tristezas al ver a los insensatos que de su
tierra reniegan…
¡Qué alegría nos da ver a Don Felipe, en Las Ventas, escuchar «Vivas» a España, sin ninguna reticencia, y comulgar con su pueblo en nuestra española Fiesta!
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