miércoles, 12 de julio de 2017

Puerta grande a López Simón y Ginés Marín en Pamplona

Excelente corrida de Victoriano del Río, en la que el extremeño se gana la sustitución de Roca Rey este jueves y Castella corta una oreja 


López Simón y Ginés Marín salen a hombros del coso de Pamplona 
López Simón y Ginés Marín salen a hombros del coso de Pamplona - Efe
 
ANDRÉS AMORÓS Pamplona

Los triunfos de Cayetano y Roca Rey, la tarde anterior, con buenos toros de Jandilla, han subido la temperatura taurina de la Feria. Discuten los aficionados sobre Roca Rey, herido, de nuevo, en su reaparición. Arriesga mucho, con suertes poco ortodoxas, pero lo hace con cabeza y con una aplastante seguridad. La cornada ha llegado, como otras veces, al matar: da un toque fuerte y, cuando el toro descubre, ataca muy recto. Todo eso está muy bien; el problema surge porque se vuelca sobre el morrillo y no juega adecuadamente la mano izquierda: un problema de coordinación de movimientos, que debe perfeccionar, con el maestro José Antonio Campuzano.

Los cinqueños de Victoriano del Río, al borde de los seis años, muy armados, dan un juego excelente, en conjunto (sólo bajan cuarto y quinto).
Castella, tras dar muerte a su primer toro
Castella, tras dar muerte a su primer toro- Efe
Por la mañana, en la Plaza, Sebastián Castella, con el atuendo de los mozos navarros, ha dictado una lección de toreo, para los más jóvenes. (Ha sustituido, en eso, al herido Roca Rey). En el primero, quita por chicuelinas con el compás abierto (el invento de José Tomás). Brinda al cielo, a Iván Fandiño. Logra muletazos suaves, templados, aprovechando las nobles embestidas, y mata pronto: oreja. Ha estado bien pero un toro tan bueno hubiera permitido una faena más inspirada, de dos orejas. Recibe con una larga al cuarto, que luce dos «perchas» espectaculares, con las puntas vueltas al cielo, y es deslucido. El trasteo se alarga sin éxito, el toro se pone difícil para matar, no lo ve claro Castella y suenan dos avisos.
López Simón sufrió un volteretón al enterrar la estocada al segundo toro
López Simón sufrió un volteretón al enterrar la estocada al segundo toro- Afp
López Simón se busca a sí mismo en esta nueva etapa, sin su apoderado. El segundo derriba al gran Tito Sandoval; es pronto, humilla; las encastadas embestidas transmiten mucho. El diestro se queda quieto, aguanta; alternan los muletazos limpios con los tropezados y lo derriba. Al entrar a matar, se encuna, sin darle salida: sufre un volteretón y un puntazo, en el glúteo. La emoción del momento le hace ganar la oreja. Ha sido un toro más para el aficionado que para el torero. El quinto, abierto y acapachado, embiste con clase, humilla, no plantea graves problemas. López Simón se queda en voluntarioso, sin brillo, y la espada queda baja. Como el toro ha caído pronto, sorprendentemente, se le concede la oreja y sale a hombros. Con todo respeto, no contribuye eso en nada al prestigio de esta Plaza.
Ginés, en un pase de pecho
Ginés, en un pase de pecho- Efe
Después de su triunfo resonante en San Isidro, Ginés Marín es la gran atracción en su debut, en Pamplona. Recibe con suaves lances al tercero, descarado de pitones, que da un juego excelente. Pica bien el padre del diestro, lidia templado Carretero. Comienza Ginés de rodillas; se luce en un cambio de manos y naturales largos, suaves, de categoría. Al final, los nuevos naturales son de rodillas. Ha demostrado su facilidad y arte pero pierde los trofeos con la espada. El sexto, muy armado, flaquea, transmite poco. Luce Ginés su torería y buen estilo en suaves muletazos, por los dos lados; muestra su variedad y recursos, en naturales a pies juntos y manoletinas mirando al tendido (algo bastante feo). Esta vez sí que mata bien y corta las dos orejas: la segunda es generosa pero, en el tercer toro, hizo, sin duda, lo mejor de la tarde. Sustituye muy merecidamente a Roca Rey, en la corrida de este jueves.

Posdata. En San Fermín no sólo hay estrépito, también existen «momenticos» –así los llaman, aquí– muy gratos. Comparto con Antonio Burgos la debilidad por el tradicional «Vals de Astrain», con su suave melancolía, y la letra de María Isabel Hualde Redín: «Porque llegaron las fiestas / de esta gloriosa ciudad / que, son, en el mundo entero, una cosa singular». Y todos corean, felices: «Riau, Riau».

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