La ruina del antitaurinismo
EFE
Quito (Ecuador)
De tradición taurina centenaria, Quito pierde cada año entre 87 y 125 millones de dólares en
ingresos turísticos generados por la fiesta taurina, casi apagada tras
el referendo nacional que, en 2011, suprimió el tercio de espadas y,
como consecuencia, el adiós a la feria taurina.
Lo asegura el
concejal del Distrito Metropolitano, Marco Ponce, también presidente de
la comisión taurina de la ciudad, con dos plazas históricas, una de
ellas, la Monumental, ya casi en desuso.
"Hay diestros que no quieren venir a torear a la usanza portuguesa.
Para ellos es muy importante el tercio de muerte, es como si a Messi le
pidieran jugar sin goles...¡Se negaría!", afirma tajante en una
entrevista con Efe.
Construida en 1960 con un aforo de 15.000 espectadores, la Monumental es la principal de las dos plazas de Quito, fue inaugurada por Luis Miguel Dominguín y hasta 2011 se jactaba de tener los mejores carteles de toda Sudamérica.
"El
aforo se incrementó y con ello llegaron las grandes figuras", recuerda
Héctor Racines, histórico comentarista taurino de Quito.
La segunda plaza, la Belmonte, está unos kilómetros más al sur en el casco histórico, y fue inaugurada en 1920.
"Pasó
a ser una plaza añeja con aforo para dos mil personas, perdió mucha
importancia y ya era solo escenario para festivales menores o
aficionados prácticos", señala el veterano comentarista.
El referendo, impulsado por el anterior presidente Rafael Correa
y de aplicación municipal, despojó parcialmente a Ecuador de la fiesta
taurina, ya que de 204 municipios, la tradición de matar al toro sólo
sigue practicándose en 93, principalmente en los Andes.
Quito,
donde se celebraba uno de los festejos más importantes del continente,
la Feria "Jesús del Gran Poder", fue su principal víctima y, aunque ha
intentado seguir la tradición "a la portuguesa", las dos ferias
celebradas desde entonces en la Monumental tuvieron muy poco tirón,
porque tiene la exigencia municipal de que el cabeza de cartel esté
dentro de los primeros diez puestos del escalafón mundial.
Una ordenanza, según el concejal, que dio la puntilla a los festejos porque ningún gran matador aceptaría torear sin matar.
"Se
ha perdido el honor de tener la mejor feria de América", lamenta Ponce,
para quien la anulación del último tercio ha provocado una huida de
aficionados y un grave daño "económico, moral y cultural" para la
ciudad.
"Unos 40.000 turistas españoles y franceses
llegaban con sus familias para las corridas. Paseaban, compraban y
generaban ganancias. La última vez que se realizó un estudio vimos una
pérdida de 125 millones de dólares en el mes de diciembre", asegura
sobre un informe de grupos protaurinos y empresas del sector.
Otro anterior en el que, hace años, estuvo involucrado el municipio, apuntaba a una pérdida de ingresos de 87 millones.
El referendo castigó así una tradición que se remontaba casi a la fundación de la ciudad.
Las
crónicas históricas apuntan a precarios espectáculos taurinos a partir
de 1573, si bien no fue hasta finales del siglo XIX cuando se convocó la
primera corrida con seis toros y matadores profesionales, que tuvo
lugar en la que fue la primera plaza de Quito, en las inmediaciones del
parque El Ejido.
Hasta 1960 le seguirían otras cuatro plazas para
la fiesta taurina que cautivaba sobre todo a su aristocracia social y
económica por el alto costo de las entradas, explica Don Chicho.
En
ese sentido, la pompa que rodeaba los festejos pudo convertirse en uno
de sus verdugos, porque en el referendo de 2011 muchos votaron en contra
como expresión de descontento "social".
Con la
Monumental cerrada, las únicas corridas se celebran en la plaza
Belmonte, que en los últimos años ha atraído a matadores como Roca Rey, El Fandi y Enrique Ponce.
Detrás de su reactivación están
el empresario, ganadero y matador de toros retirado José Luis Cobo y el
festival "Virgen Esperanza de Triana", que ha ido creciendo de manera
notable en los últimos años.
Aunque taurino "no acérrimo", Ponce
alberga la esperanza de que la fiesta brava vuelva a sus días de gloria
en Quito y apela al actual presidente, Lenín Moreno, para una nueva
consulta.
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