El venezolano hace lo más destacado en una deslucida novillada del Ventorrillo y Ochoa muestra sus buen estilo en su debut
Jesús Enrique Colombo. Foto: Paloma Aguilar
Abre los festejos continuados de la Feria de Otoño una novillada: dos diestros hispanoamericanos, Colombo y Valadez, que están ya a punto de tomar la alternativa, y el debut de un madrileño, Ochoa. Acuden más de dieciséis mil espectadores. El escaso juego de los novillos del Ventorrillo impide el triunfo. Colombo demuestra estar puestísimo, en sazón; Ochoa, mucho menos toreado, apunta buenas condiciones.
El venezolano Jesús Enrique Colombo es el triunfador indiscutible de la temporada española. En los dos se le ve muy preparado: banderillea conociendo los terrenos (seis pares distintos), sabe muy bien lo que hace, con capote y muleta. El primero es noble pero sin emoción alguna: estocada (ovación). En el quinto, que se queda debajo al tercer pase, hace el esfuerzo, pasa momentos de apuro, sufre un varetazo: pinchazo y estocada (saludos).
El mexicano Leo Valadez es un diestro variado, vistoso. El segundo flojea mucho; al tercer muletazo, va al suelo: no se valora lo que hace. (Pinchazo y estocada caída: silencio). Luce en zapopinas en el quinto, que saca genio. La faena se frustra y vuelve a matar mal (tres pinchazos, aviso, silencio).
Carlos Ochoa triunfó en Las Ventas sin caballos. Brinda el tercero a Rafael de Julia, su apoderado. Lo engancha por delante, acompaña con gusto las embestidas nobles pero flojas hasta que la res se echa. Prolonga sin necesidad. (Buena estocada: ovación). En el último, traza muletazos largos, lucidos, pero el novillo se apaga. (Estocada atravesada y descabello: ovación). Ha mostrado buen estilo y entrega.
Aunque el público ha estado frío, a Colombo se le ve sobrado, con los novillos; en sazón, para la alternativa. En El Pilar lo veremos.
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