Con su segunda faena, a un toro noble que le permitió estar artista, Sebastián dejó momentos plasmados en el ruedo que, afortunadamente, es de arena, si no, se hubiese convertido en una pista de hielo.

La salida el tercio y los gritos insistentes del público para que Sebastián regalara un toro, aunque el clima tan desagradable no era propicio, son los mejores piropos para un torero que ha hecho mucho en La México y se mantiene en el gusto del público.
Tras esa faena de Castella vino la faena de Flores, que valió el único apéndice. Fue una labor variada, por momentos muy firme con un astado emotivo de un desigual encierro de Xajay, criado por el también empresario de la Plaza México, Javier Sordo.

Flores refrendó que su título de triunfador de la Temporada Grande anterior no es casualidad. Anda fácil en el ruedo, se gusta toreando y emociona al tendido.
Sin embargo, cuando le concedieron el merecido apéndice, hubo quienes lo cuestionaron de manera inexplicable, sobre todo porque además de estar muy bien en este toro, en su primero porfió con un animal resabioso.
Al lado de ellos, la hostilidad que siguen sufriendo los Adame, ahora le tocó a Luis David, quien estuvo con voluntad y muchas ganas de agradar, pero poco le reconocieron.
El frío también echó por los suelos la voluntad de Ginés Marín, que sin toro a modo se limitó a cumplir sin hacer un esfuerzo.
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