domingo, 11 de marzo de 2018

Enrique Ponce se inventa un toro en Castellón



El valenciano sale a hombros con Roca Rey después de cortar tres orejas cada uno


Enrique Ponce se dobla con el toro
Enrique Ponce se dobla con el toro - Efe
 
Final feliz de la Magdalena: se llena la Plaza, Enrique Ponce dicta una lección magistral, una más, y sale a hombros con Roca Rey; Manzanares se queda en un trofeo. Los toros de Juan Pedro Domecq no crean más problemas que su flojedad. Se guarda un minuto de silencio por el niño Gabriel.
 
Esta semana cumplirá Enrique Ponce 28 años de alternativa y sigue en la cumbre: un caso único, de afición y de capacidad. Brinda el primero a Mario Vargas Llosa y la impecable faena es digna de un Premio Nobel. A pesar del vendaval y de la flojera del toro, no cabe torear con más naturalidad, gusto, limpieza y ritmo: la difícil facilidad, privilegio de los mejores. Media estocada: una oreja. El cuarto es flojo de salida y soso, se apaga, protesta. Ponce se inventa el toro y se inventa una faena en la que nadie creía: en una lidia perfecta, con gran cabeza, le va sacando la poca casta que el toro tiene. Al final, muestra su dominio absoluto con cambios de mano, circulares, poncinas y hasta un toreo de rodillas que no forma parte de su repertorio. Consigue enloquecer al público. Mata de una buena estocada, el presidente saca de golpe los dos pañuelos y la gente pide con fuerza el rabo. En el escalafón actual, ningún torero es capaz de hacer eso.

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, en barrera
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, en barrera-Efe
Segunda actuación en la Feria de Manzanares; en la primera, triunfó sólo a medias. En el segundo, que se cae varias veces y acaba rajándose, apunta detalles estéticos, sin más, y se le va la mano, con la espada, entrando de muy lejos. El toro ha sido malo pero parece que el diestro todavía no ha logrado su plena forma, después de la grave lesión. Mejora en el quinto, también flojo, que brinda a Ponce, después de su gran faena (un hermoso gesto). Mece el capote, logra muletazos con empaque y estética mediterránea. También queda baja la espada: oreja.

Ambición y entrega

Andrés Roca Rey cumplirá en octubre 22 años y está ya en la primera fila. Esta temporada, debe consolidar sus éxitos, matar con más regularidad y desechar tremendismos (aunque, con ellos, impresione al gran público). Le tocan los dos toros con más movilidad. Recibe al tercero con largas de rodillas, luce su ambición y entrega. Lo malo es que le aplauden más lo más fácil, los circulares invertidos: oreja. Deja crudo al sexto, el más encastado. En banderillas, saluda Juan José Domínguez y hasta suena la música. Comienza con los pies en la montera (una suerte frecuente, hace años), alterna los muletazos clásicos con pases cambiados, que provocan la emoción de una «mascletá». Sabe jugar sus cartas y recurre a los efectismos, que la masa corea. Gran estocada: dos orejas. ¿Cómo censurar que busque el éxito por todos los medios?

Esta mañana he leído, en una reseña periodística del acto de presentación de los carteles de San Isidro, con la presencia de Don Juan Carlos, que todos los hombres llevaban calcetines, algo caduco, pasado de moda: «La estética del macho alfa no desaparece ni se evapora, porque exige unos niveles lamentables de testosterona». Lo lamentables son estos tópicos. Todo vale, para atacar la Fiesta.

Ponce, Manzanares y Roca Rey saben vestir con elegancia, no son más «antiguos» por usar calcetines ni por respetar las normas clásicas de un arte tan difícil y tan hermoso como la Tauromaquia. Con sus medias de toreros, salen en hombros Ponce y Roca Rey.

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