sábado, 19 de mayo de 2018

Adame somete un "bou al carrer"

FERIA DE SAN ISIDRO

El mexicano corta una meritoria oreja a un manso de horribles hechuras y se desquita del desentendimiento con el toro de mayor nota de la desigual corrida de Alcurrucén.

Cambio de mano por la espalda de Adame durante la faena al manso quinto de Alcurrucén A. HEREDIA



Alcurrucén desembarcó con toda su vitrina de Puertas Grandes. Que es como la galería de Copas de Europa del Real Madrid. Y la cuerda de toros de bandera que las sostiene. Desde aquel Cañego de Aparicio en el 94, pasando por los músicos de célebre reata -Tamborilero, Guitarra y Musiquero de Rincón, El Cid y Rubén Pinar (2005, 2006 y 2009)-, hasta Jabatillo, Malagueño, Barberillo y Licenciado de Castella, David Mora, Ginés Marín y Juan del Álamo (2015, 2016 y 2017 por partida doble). De las tres salidas a hombros de la última isidrada, dos fueron con alcurrucenes.

La corrida presente cargaba entera con los cinco años cumplidos y un remiendo, el sexto, de Lozano Hermanos. No pasó entero el envío de Alcurrucén entre criterios veterinarios y un accidente nocturno. Y quedó desigualada.

Abrió plaza un toro largo, ensillado, de amplia cara. La característica fría salida del encaste.

 Remoloneó para acudir al caballo. Dos puyazos, uno muy trasero, lo sangraron a modo. No dobló una mano y apretó en banderillas hacia los adentros. Curro Díaz brindó por su noble fijeza.

 Aunque la humillación sólo se mantenía en el tramo del embroque. La figura compuesta del jiennense, la muleta en uve, para aprovechar en su derecha lo que descolgaba el toro. Ese instante.

Cumplidas dos rondas medidas, tropezó el torero y quedó a merced. La voltereta fue estratosférica.

 Como si lo recogiese del suelo un bulldozer y lo catapultara. Se levantó Díaz con el ánimo intacto y el cuerpo molido. Y siguió con su plan diestro. Más planchada y pura la muleta al natural. Como suelta la muñeca. Chispazos de medios pases. La estocada cayó baja y saludó una ovación.

Puntuó el alcurrucén que hacía segundo. Girón, chorreado, bajo, fino de pitón. Notables hechuras.

 Una pintura. Tanto celo en el caballo llevó a que cobrase tres puyazos en uno. Sin salir del peto.

Joselito Adame vio las posibilidades. Que las entendiese todas fue otra cosa. Del inicio por estatuarios se desprendieron un puñado de ricos adornos por bajo. El toro viajaba pronto, largo y descolgado. Adame no le cogió el aire siempre. Ni el sitio para dejársela en la cara. Un circular invertido con la obediente embestida más queda. Despidió la arrítmica faena por manoletinas. Quizá faltó en la raza del toro el ritmo que tampoco le dio. O la profundidad de los míticos de la casa. De esos del tranco más horadando el ruedo. Aun así fue notable. Recogió el torero de México los cuajados aplausos en el tercio como consuelo. Más unánime sonó la ovación para Segoviano. Ninguna como la que escucharon Miguel Martín y Fernando Sánchez con los palos.

La tarde entró en un bache con el tercero y el cuarto. Echó el freno de mano el manso aquél y soltó la cara con violento calambre éste. Fino, remiso y distraído uno, ancho y de falso y áspero ataque el otro. Juan del Álamo y Curro Díaz carecieron de opciones.

Cuando saltó el quinto a la arena, se comprendió pronto que entró a última hora por alguna de las bajas. Feas las hechuras de la bestia. Toro al carrer. Bou de las calles. No quería trato con nadie.

 Volvía grupas y se volvía al revés. La faena de Joselito derrochó fe. Paciencia y tenacidad. Hasta que no lo metió en la muleta no cejó en su empeño. Sin quitársela de los ojos, cerca de chiqueros.

Embebiendo la mansedumbre. Palpitaba un mérito tremendo en todo aquello. En las tres series de encelar y tirar de la osamenta cornuda. De esperarla y provocarla. Y pasaba por allí. Embestir es otra historia. El "7" recriminaba cosas. A saber qué. Un zambombazo con la espada tiró sin puntilla al manso. Delantera la colocación. Sitio mortal el rincón. La oreja más trabajada de toda la feria sembró la polémica. Avivada por los más reacios frente a la mayoría. Que sintió el verdadero esfuerzo y lo recompensó en justicia.

Un toro redondo, hondo y bastorro de Lozano Hermanos, de recogida cara, cerraba la tarde. Noblón y templado pero sin chispa. De más a menos en su entrega. Del Álamo muleteó con intensidad correlativa.

No aportará la corrida a las vitrinas de Alcurrucén un nuevo galardón. Faltó mucho habiendo de todo.

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