sábado, 19 de mayo de 2018

Feminismo en los toros



Victoria Federica Marichalar ha heredado la pasión taurina de su madre ANTONIO HEREDIA

Algunos creen que los toros es un espectáculo heteropatriarcal. Lo cierto es que las plazas son el único lugar en el que cualquier mujer puede agradecer cierto manspreading (despatarre masculino). En efecto, en el tendido es mejor verse aprisionada por dos muslos (columnas de Hércules) que ejercer de faquir apoyada en rodillas huesudas.

Dice Camille Paglia que las sociedades tradicionales son en realidad más generosas con las mujeres. Tiene razón. Las abuelas mandan en la familia y la "goldura", al contrario que en la postmodernidad, no es una tara. (A algo hay que agarrarse en tiempos de crisis).

En los toros no hay mujeres que no estén guapas. Quizás porque a la plaza se va como antes se iba a misa. Aún hay ese respeto a la liturgia. Hay señoras de todo tipo. Desde géneros y edades fluidas hasta embutidas en plasticueri y leopardo. Sin embargo, los hombres (que también van pintureros) son más prototípicos ya sean empresarios, roqueros o cuentistas.

Carmen Martínez Bordiu fue una de las primeras en llegar a la plaza. La futura duquesa de Franco sigue estando de lo más maciza (a la porra Gigi Hadid) y no renuncia a seguir a Castella que junto a Perera es uno de sus toreros predilectos. Desde luego, hay que reconocerle energía. La víspera había estado de juerga en una de las célebres fiestas de Luismi Rodríguez, más conocido como el chatarrero, en su picadero de Illescas.

En la misma estela podríamos encontrar a Victoria Federica Marichalar que sin duda ha heredado la pasión taurina de los Borbón. Es una pena que la hija de la duquesa de Lugo no se hubiera cruzado con Rappel. Seguro que su padre (como Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda) hubiera envidiado la especie de boa que el pitoniso se había echado al cuello.

En el callejón destacaba la presencia de José Luis Ábalos. El secretario de organización del PSOE es un gran aficionado a los toros. No en vano, su padre fue torero. Desgraciadamente, la Guerra Civil truncó su carrera. A su lado, Francisco Rosell, director de EL MUNDO que se estrenaba en este San Isidro en el callejón.

En la barrera, nombres habituales: Calamaro, Alcocer, Adolfo Suárez, Espinosa de los Monteros... También se pudo ver a la guapísima Sol Bohórquez, mujer del ganadero Borja Domecq.
Dice Paglia que el heteropatriarcado no existe. En la plaza, tampoco.

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