Toñete corta una oreja bajo el diluvio en San Isidro
El segoviano Pablo Atienza
procede de una ilustre dinastía, nada menos que 18 picadores. En México
debutó con caballos; de allí vino directamente a Las Ventas. Lidia
suave y templado al primero, manejable pero que dice muy poco; con la
espada, hace guardia. Recibe a portagayola al cuarto. Se luce Fernando
Sánchez, con los palos, igual que en el primero (y tantas tardes). El
novillo protesta, Atienza muestra sus buenas maneras, en una faena larga
y desigual; como prolongó demasiado, escucha dos avisos. Alfonso Cadaval inicia de rodillas la faena al novillo de su presentación en Madrid - Paloma AguilarDebuta aquí el sevillano Alfonso Cadaval,
hijo de César, el famoso humorista, gran aficionado; además de torear,
estudia Periodismo. Debutó en Olivenza, hace dos años, cuando tenía 21.
Busca la profundidad del toreo clásico. Se muestra firme y valiente en
el segundo, que embiste con brusquedad y emoción. Mata con decisión:
petición. El quinto sale con pies pero cae, después de varas, se apaga.
Brinda a su hermano, lo intenta, pero la faena no cuaja. Mata
defectuoso.
También se presenta Toñete,
hijo de un conocido empresario de hoteles; ha toreado bastante, diez
festejos, este año: el líder de los novilleros. Se le ve con oficio, muy
puesto. En el tercero, de menor presencia, con clase, muestra soltura
con capote y muleta: un trasteo más correcto que brillante, mal
rematado.
Bajo un diluvio de granizo y viento,
el sexto derriba, embiste bien. Toñete muletea con gusto y mérito, por
las circunstancias climatológicas. Mata caído: oreja. Ya lo anunció Bob
Dylan: «Una gran lluvia tenía que caer». Y, antes, la Biblia: «Sentados
junto a los ríos de Babilonia…»
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