sábado, 12 de mayo de 2018
Un cartel de rejones muy discutible en San Isidro
Confirma alternativa el portugués Joao Telles, de ilustre dinastía, los Ribeiro Telles: es nieto, hijo, sobrino y primo de rejoneadores. Aguanta arreones de un toro muy rajado, que hiere a un caballo; se alarga y mata mal.
El veterano Martín Burgos, de Leganés, logra el par al violín y a dos manos. Mata caído pero corta oreja. (Hay que matar bien, no sólo rápido).
Rui Fernandes hace bailar al caballo y acierta en los quiebros pero mata atravesado.
Joao Moura, hijo del inolvidable «niño Moura», lidia bien, con «muletazos» por dentro, pero falla con el descabello.
Leonardo Hernández demuestra su categoría al llevar prendido al toro; entusiasma con las levadas pero pierde las orejas, al pinchar.
Andrés Romero, discípulo de Ventura, apuesta por la espectacularidad. Sus alardes ecuestres llegan al público. Mata rápido: oreja.
La repetición de suertes similares provoca monotonía. Prefiero un rejoneador, que actúe delante de los diestros de a pie, como antes se hacía; o dos, si existe real competencia, en vez de este carrusel de galopadas y rejones. Pero este público, distinto del de las otras tardes, aplaude casi todo.
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