LA MÁS LARGA. Ya se sabía, desde que salieron los carteles, que era la Feria más larga de toda la historia: 34 días seguidos, del 8 de mayo al 10 de junio. En ningún otro espectáculo se da algo así, en la España actual. Supone eso una importancia social, turística y económica indudable; sin los toros, las fiestas de San Isidro perderían un elemento fundamental, aunque la alcaldesa Carmena no se quiera enterar. Los carteles comprendían 34 espectáculos (32, de abono): 27 corridas de toros, 4 de rejones y tres novilladas. Solo ha dejado de celebrarse, por la lluvia, una corrida, la del 28 de mayo, con los toros de Partido de Resina y uno de los carteles más flojos (lo que generó la inevitable polémica).
Al concluir, bastantes voces reclaman que se trata de una Feria demasiado larga. No tiene nada que ver con otras Ferias, que suelen durar cinco o siete días, coincidiendo con días de fiesta, en una ciudad. Lo asombroso es que durante más de un mes de días laborables acuda tanta gente a Las Ventas. Corolario inevitable: es frecuente compartir los abonos; el criterio del público varía, de un día para otro. A la vez, eso demuestra el enorme gancho popular y turístico que continúan teniendo las corridas, en Madrid.
Otra cuestión es que, en Ferias más cortas, los carteles suelen reunir a primeras figuras. (En este San Isidro, sólo media docena de tardes). Esas figuras se resisten a venir a Madrid, por la exigencia del público y la seriedad de los toros que se lidian: hoy por hoy, sería utópico pedirles que acudieran tres o más tardes. Por eso, además de ver a las primeras figuras, San Isidro permite dar un repaso a buena parte del escalafón: para muchos diestros, supone una oportunidad única de lanzar o relanzar su carrera. (Si no existiera San Isidro, ¿dónde torearían?). Hace años, así sucedió, por ejemplo, con El Yiyo y César Rincón. En este San Isidro, se ha revelado – después de muchos años de carrera - Octavio Chacón; ha mejorado la imagen de Fortes, Pepe Moral y Javier Cortés.
OREJAS. El número de trofeos conseguidos también supera ampliamente el de otros años: 36 orejas y un rabo. Para la empresa, eso significa que ha sido una gran Feria; para los pesimistas, que el nivel de exigencia de Madrid baja. Los dos tienen parte de razón.


NOVILLEROS. Por desgracia, no ha sido alto su nivel. No es raro: se programan pocas novilladas y suelen llegar a Madrid con escasa experiencia. Han destacado la ambición de Francisco de Manuel y, bajo el diluvio, la entrega de Toñete, mucho más rodado.

CUADRILLAS. Ha habido muchas actuaciones destacadas. Entre otros, con los palos, Fernando Sánchez, Trujillo, Adalid, Morenito de Arles; en la brega, Ángel Otero, Sergio Aguilar, José Luis Neiro; los picadores Agustín Navarro, Héctor Vicente, Guillermo Marín, Agustín Romero…
Han pasado muchas cosas dignas de recuerdo: buenas y menos buenas. La Feria resume la situación de la Tauromaquia. Con sus luces y sus sombras, su balance artístico es muy superior y nos compensa de tantas cosas que vemos, en la España actual.
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