domingo, 17 de junio de 2018

Las Ventas: imposible torear sin toros



La desesperante flojedad de la corrida de Fermín Bohórquez arruina la tarde


Álvaro Lorenzo, a la verónica
Álvaro Lorenzo, a la verónica - Paloma Aguilar
 
  No se acaban los toros en Madrid con el final de la Feria de San Isidro: Las Ventas es –y debe seguir siendo– una Plaza de temporada. Se anuncia una terna interesante, con tres diestros que han dejado buen cartel. Por desgracia, la desesperante flojera y falta de emoción de los toros de Bohórquez arruinan por completo la corrida, una de las más soporíferas que recuerdo. Una tarde en blanco para todos.

Una vez más, se repite –y con mucha fuerza– el triste diagnóstico: es imposible torear sin toros. Es decir, sin toros con las cualidades que debe tener un toro bravo: casta, fuerza, pujanza, emoción. Sin eso, todo se queda en un sucedáneo, en un espectáculo que no logra mantener la atención del espectador más benévolo. Los sectores exigentes han dirigido sus iras varias veces contra el presidente, que no ha devuelto ningún toro. Comparto la opinión de los primeros y comprendo al último: debía haber devuelto todos.

El malagueño Fortes dejó una excelente impresión con los toros de Pedraza de Yeltes: la negativa a concederle la oreja fue una clara injusticia. Repuesto de sus percances, parece haber encontrado un nuevo camino. El primero anticipa lo que harán todos sus hermanos: no llega a derrumbarse pero es una ruina. A mi lado, Luis busca sinónimos para su examen de Lengua española: es inválido, tullido, caquéctico, anémico, lisiado… Suficiente. Al cuarto apenas le pican –como a todos– pero embiste con tembleque, muy corto, a saltos. De nada sirve que Fortes –que ha brindado a Fandiño, en su aniversario, igual que Lorenzo, el segundo– se quede quieto, acaba sufriendo un desarme. A estas alturas de la tarde, la marea de indignación y aburrimiento ya ha desbordado.

Desde que abrió la Puerta Grande de Las Ventas, se espera al toledano Álvaro Lorenzo. El segundo parece que va a aguantar, embiste con buen ritmo, pero enseguida se viene abajo, igual que la faena. Sólo ha podido lucirse en las verónicas iniciales. El quinto vale aún menos. El trasteo es correcto; se justifica pero, en cuanto le baja la mano, rueda por la arena. Resumen: nada.

Galdós saludó la única ovación de la tarde
Galdós saludó la única ovación de la tarde - Paloma Aguilar
El peruano Galdós tiene una estética pinturera. ¿Es suficiente, con toros encastados? Como los de esta tarde no lo son, la incógnita permanece. El tercero repite bondadoso; no se derrumba pero su trote es cansino. El diestro dibuja algunos muletazos con cierto gusto pero que no pueden emocionar. El último, suelto, rebrincado, sin fijeza, pasa por ahí. Galdós no logra entenderse con él y mata mal.

Imitando el título de Gabriel García Márquez, Luis resume: «La muy creíble y triste historia de los toros sin fuerza alguna». Y, antes de que acabe la corrida, huye. No me extraña. La gente habla de todo, menos de los toros. Con estas reses, hasta algunos debates políticos tienen más emoción.
Torear con lucimiento a toros sin fuerza ni casta es tan imposible como contentar a un independentista ofreciéndole federalismo y más dinero, todavía.

Postdata. De José Guirao, nuevo ministro de Cultura, se conocen su experiencia como gestor y su actitud dialogante: es un bombero, no un pirómano. (No de todos los políticos actuales se puede decir lo mismo). Parece claro que no es aficionado a los toros pero que no va a añadir, en ese tema, un nuevo conflicto a los que ya tiene su Ministerio: no le conviene ponerse en contra a cientos de miles de aficionados. Además, como experto en patrimonio, sabe que, por ley, la Fiesta forma parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial: eso obliga a respetarla y fomentarla.

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