domingo, 8 de julio de 2018

Espeluznante y grave cogida a Javier Castaño

Dura, violenta, peligrosa y encastada corrida de José Escolar

Javier Castaño sufrió una terrorífica voltereta al entrar a matar al cuarto toro de la tarde.
Javier Castaño sufrió una terrorífica voltereta al entrar a matar al cuarto toro de la tarde.


La secuencia de la cogida a Javier Castaño fue espeluznante. Se perfiló el torero para entrar a matar al cuarto de la tarde y nadie podía sospechar que el toro estaba escaneando la figura del hombre mientras esperaba su proximidad. Así, cuando lo tuvo a su alcance, mientras el matador erraba en su intención de clavar el estoque, el pitón derecho enhebró la taleguilla por el muslo derecho de Castaño y le levantó los pies del suelo; cuando estaba en el aire intentó cornearlo por el trasero, y, ya el torero en la arena, le lanzó un derrote mortífero al muslo derecho y le rasgó completamente la taleguilla.

 Aún tuvo tiempo el toro para dirigir otro pitonazo a la cabeza que, milagrosamente, no alcanzó su objetivo.

No se salvó de la cornada en el bajo vientre y el parte médico informa de que sufre una herida de 20 cm. en la fosa ilíaca derecha que afecta a la piel, y otros 5 cm. de profundidad que afecta al oblícuo mayor y menor y no penetra en la cavidad abdominal. Pronóstico grave.

Castaño ya supo de las intenciones de su lote cuando intentó parar al primero con el capote, se le coló de manera terrorífica al segundo lance y le tiró una cornada que, por fortuna, solo afectó a la taleguilla.

Pero no fue el único torero que pasó por la enfermería. También lo hizo Gonzalo Caballero, a quien el sexto de la tarde encunó en el inicio de la faena de muleta, lo lanzó por los aires y el asunto no pasó a mayores. Y el subalterno Ángel Gómez se libró de milagro de saludar al equipo médico. Colocó dos pares de banderillas verdaderamente heroicos al quinto de la tarde, dejándose llegar los pitones hasta las hombreras en ambas ocasiones, y salió milagrosamente ileso del duro trance.

Dura, muy dura, exigente, encastada, mansa, violenta y áspera corrida de José Escolar, que manseó en los caballos, embistió con la cara a media altura, sin emplearse nunca y planteó muchos problemas a los toreros.

El mejor librado fue Emilio de Justo, que dejó en Pamplona la estela de un torero maduro, firme, valeroso, con oficio y merecedor de un horizonte prometedor. Trazó redondos muy hondos y largos a su primero, al que mató de forma excelente. Bien plantado y seguro ante el quinto, pero falló a la hora de matar.

No estuvo fino Castaño ante el primero, el más noble del festejo. Acompañó el largo viaje del toro, pero se le vio afligido, muy despegado y superficial. Poco mando y desbordado estuvo ante el toro complicado que lo envió a la enfermería. Saludó con todo merecimiento su banderillero Joao Ferreira en los dos toros.

Caballero se coloca bien, demostró raza y vergüenza, pero no tuvo toros.

ESCOLAR / CASTAÑO, DE JUSTO, CABALLERO

Toros de José Escolar, muy bien presentados, serios, con cuajo, mansurrones, encastados, ásperos, violentos y deslucidos; destacaron primero y segundo por el lado derecho.

Javier Castaño: tres pinchazos, estocada atravesada que hace guardia -aviso- y un descabello (silencio); pinchazo y resulta cogido (silencio).

Emilio de Justo: estocada (oreja); estocada al toro que hirió a Castaño; cuatro pinchazos -aviso- dos pinchazos y un descabello (silencio).

Gonzalo Caballero: pinchazo y estocada (silencio); estocada y descabello (ovación).

Plaza de Pamplona. Segunda corrida de la feria de San Fermín. 8 de julio. Lleno.

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