La cultura de tolerancia cero contra el abuso sexual aún debe consolidarse con fuerza
Arranca la fiesta de San Fermín, la primera que se celebra tras la puesta en libertad de los cinco integrantes de La Manada, y la mejor noticia es que lo hace bajo la atenta mirada de las autoridades comprometidas con los protocolos contra las agresiones sexuales, de los colectivos feministas y de una sociedad que ha conocido este año una importante movilización en defensa de la joven brutalmente agredida en un portal de Pamplona en 2016 por cinco hombres. Se cumplen además diez años del homicidio, tambien en la capital navarra, de Nagore Laffage, la joven estudiante de Enfermería que murió a manos del médico Diego Yllanes por negarse a tener sexo con él en julio de 2008. Aquel fue el comienzo de una toma de concencia que se disparó en 2013, cuando la prensa extranjera recogió fotos de reiterados tocamientos no consentidos. Todo ello ha desembocado, por fortuna, en una cultura de tolerancia cero contra el abuso sexual que debe aún consolidarse.
En 2006 y 2007, los años anteriores al asesinato de Nagore, no se registraron denuncias por agresiones sexistas. En 2017, sin embargo, fueron 22, según la Universidad Pública de Navarra. Esto no quiere decir que antes no se produjeran, sino que quedaban invisibilizadas por el miedo al estigma. Desde 2014, además, el Ayuntamiento aplica un protocolo, al igual que las organizaciones feministas que han luchado durante décadas por esta iniciativa, ya copiada en otros lugares. El protocolo implica a autoridades, fuerzas de seguridad, sanitarios y también a los propios ciudadanos, con instrucciones sobre la reacción correcta al detectarse un posible caso de abuso. La fiesta de San Fermín es una tradición con más de 400 actividades en las que el año pasado participaron 1,45 millones de personas. Todo el mundo debe poder disfrutar de ese excepcional festejo y eso solo será posible si la lucha contra la agresion se extiende y consolida. Feliz San Fermin 2018, ciudadanos y ciudadanas.
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