sábado, 6 de octubre de 2018

Álvaro Lorenzo, arrollador con un gran montalvo en la Feria del Pilar



El toledano sale a hombros, Garrido corta una oreja y Bautista se despide



Álvaro Lorenzo sale a hombros

Álvaro Lorenzo sale a hombros - Fabián Simón

Ángel G. Abad 

La desigual corrida de Montalvo, con toros de cuatro, cinco y seis años, tuvo astados de triunfo. Uno de ellos el tercero, un gran ejemplar con el que Álvaro Lorenzo estuvo pleno de cadencia, armonía y buen toreo. Un gran par de Puchi dejó el ambiente a favor del toledano, que comenzó la faena sacándose al de Montalvo a los medios con suma exquisitez. Un cambio de mano inmenso, y la muleta a la derecha para torear muy despacio y profundo. Faena intensa, que caló fuerte. Si acaso un punto abajo con la zurda, pero un final a más, y un estoconazo que ya de por sí valía un trofeo. Las dos orejas y la salida a hombros. El sexto sacó casta geniuda y Lorenzo no se arredró. Quería rematar a lo grande, y la disposición fue total, pero lo que no puede ser...

Los zaragozanos trataron con cariño a Juan Bautista en la tarde de su adiós y le obligaron a saludar tras el paseíllo. El francés anduvo pulcro y aseado con sus dos enemigos en una tarde que resume su carrera. Al primero, que embistió muy templado ya de salida, lo toreó bien con el capote y tambien con la muleta. Sin estridencias le sopló una meritoria serie con la derecha, y a partir de ahí todo se diluyó. Ante el cuarto destacaron unos naturales de uno en uno, y una gran ovación para rubricar su paso por los ruedos.

Garrido pechó con un lote que le examinó de principio a fin. El sobrero de Adelaida Rodríguez, un manso de libro, tuvo enrazadas embestidas que aprovechó el torero. Acertó a meterlo en la muleta y así, sin quitársela de la cara, surgieron intensas series por el pitón derecho. Por el izquierdo la cosa no fue tan clara, pero lo que emborronó todo fue la espada.

El quinto, de octubre de 2012. Seis años de poca condición. Garrido se metió con él con mérito y merito tuvieron los muletazos, que al final le valieron para pasear una oreja.

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