domingo, 21 de octubre de 2018

David Mora y Javier Cortés, del susto al triunfo en Chinchón



Ambos cortan dos orejas en el festival más antiguo de España

Javier Cortés, en el momento del percance en Chinchón
Javier Cortés, en el momento del percance en Chinchón - Mundotoro


Los diestros David Mora y Javier Cortés pasearon dos orejas cada uno después de sufrir sendos y fuertes percances en la 95 edición del tradicional festival de Chinchón (Madrid), el más antiguo de España, en una tarde en la que también paseó el doble trofeo el becerrista local Álvaro Chinchón.

Mora resultó arrollado en el saludo de capote al segundo. El animal se le vino al cuerpo en el primer lance y le propinó un tremendo golpetazo en el costado. Por suerte todo quedó en un susto y pudo volver para dar cuenta de un animal mansurrón y áspero.

Un novillo que iba siempre por dentro y apretando en la querencia, al que Mora trató de sujetar en los medios, pero en esos terrenos el animal se defendía con genio, sin entregarse. El que sí lo hizo fue el torero, que se justificó ante tantas incomodidades, lluvia y viento incluidos. Dos orejas a la disposición.

La faena de más entidad de la tarde fue la de Javier Cortés a un novillo muy informal, el cuarto, y al que pegó muletazos cumbres, de tremenda pureza. La forma de colocarse, de coger el estaquillador, la manera de encajarse, de ajustarse en el embroque y de vaciar las embestidas hasta muy atrás fueron colosales.

Tanta entrega, al final, costó un fortísimo volteretón, del que se repuso el hombre casi sin mirarse. Importante actuación del rubio de Getafe, de torero maduro y auténtico. Dos orejas para él.

Otro que no se guardó nada fue Gonzalo Caballero, que sorteó un novillo blando y sin recorrido, el quinto, al que robó pases a media altura de buena expresión. Faena laboriosa y entregada la del madrileño, epílogada por ceñidas bernadinas.

Se tiró a matar con mucha verdad, tanto que resultó prendido en el embroque, recibiendo después una soberana paliza sobre el albero cuando el animal hizo por él. Maltrecho el hombre, tuvo que usar por dos veces el descabello, dejando el premio en singular.

Chacón toreó con extraordinario temple con capote y muleta al primero, novillo noble pero muy justo de fuerzas, al que el gaditano llevó con pulso y mucho mimo a media altura en tandas limpias y perfectamente hilvanadas por los dos pitones.

Hubo también regusto en los remates, especialmente los de pecho, demostrando que, además de valiente y poderoso, es un torero también exquisito. Labor para aficionados, más técnica que vibrante, y que la gente siguió con extrema frialdad.

Luque recibió con preciosas verónicas al tercero, que tuvo movilidad pero le faltó clase y un punto más de fuerzas, lo que hizo que se defendiera también con muy mal estilo, metiéndose por los dos pitones y volviéndose en un palmo. Luque no volvió nunca la cara en una larga y tesonera porfía, abrochada de forma airosa en la distancia corta al hilo de las tablas, y malograda con los aceros.

Cerraron la tarde los dos novilleros locales: Aitor Fernández, que anduvo animoso frente al desclasado sexto, al que cortó una oreja; y el becerrista Álvaro Chinchón, todo ilusión, frescura y buenas maneras ante un eral muy deslucido y al que acabó desorejando.

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