Pinar aguantó heroico con una herida de dos trayectorias de 25 centímetros y 20 centímetros

Rubén Pinar, en el momento en el que el astifino pitón se hunde en su muslo derecho - Paloma Aguilar
Madrid
El minuto de silencio por las víctimas de las inundaciones en Mallorca dio paso al Himno Nacional, roto por ovaciones y gritos de “¡viva España!”. Para ovación de gala el primero de Partido de Resina, uno de los toros más guapos de la temporada en Madrid. Lástima que no pasara la corrida completa...
Hizo amagos de saltar Rosalero, que manseó y barbeó las tablas de salida. Rubén Pinar lo metió con habilidad y sapiencia en el capote y Cortés quitó por chicuelinas. Cumplió el toro en varas.
Con aceptable embroque pero una despedida de cara alta, no le perdonó en un tornillazo en el inicio de faena y le metió el astifino pitón en el muslo derecho. Dura la cogida: desde el tendido se apreciaba la gravedad. Ni se miró Pinar, al que anudaron un corbatín e hicieron un torniquete para aminorar la hemorragia. Pero la sangre manaba a borbotones y las medias rosas se tiñeron de rojo caliz. Era la sangre de un torero, la sangre de la épica española. Con coraje y amor propio, acabó la seria faena, visiblemente dolorido y cojeando. Pero no se marchó a la enfermería hasta matar al antiguo pablorromero en medio de una gran ovación de reconocimiento a su esfuerzo.

Inconformista, se atrevió con unas manoletinas a un toro que no era la tonta del bote ni ninguno de esos que "se dejan" de tantas tardes. Cuando enterró la espada en el segundo encuentro, los pitones le buscaron a la altura de la hombrera. Se tragó la muerte el toro, con la boca cerrada.
Asomaron los pañuelos, pero sin llegar a cuajar la pañolada. Palmas al toro y vuelta al ruedo del torero, bandera de España en mano.
Por el percance de Pinar, Javier Cortés dio cuenta en cuarto lugar del que estaba previsto como quinto, el remiendo de José Luis Pereda, con dos perchas para colgar todos los abrigos del invierno. No le agradó este toro a un sector. Los aficionados lamentaban que la corrida de Partido de Resina no hubiese pasado completa y, para colmo, este amplio toro andaba justo de fuerzas y protestaba. Sin pena ni gloria transcurrió la actuación de Cortés. Silencio y algunos pitos al de Pereda.
Otra vez se fue Gómez del Pilar a la puerta de toriles a recibir al quinto (era el sexto), que se frenó y no pudo librar la larga. De nuevo se lució en los lances, con una bonita media. Manso de libro este pablorromero también, con el que Del Pilar se la jugó. Se metía por dentro a veces este Azulino. El madrileño demostró por momentos su capacidad, aunque ahora se desesperó y desistió ante la permanente huida del animal. No era fácil matarlo y lo mató mal, con voltereta para el puntillero. Sonó un aviso.

Al finalizar el festejo, cuadrillas y matadores fueron ovacionados en una viva tarde en la que siempre se mantuvo la tensión con la digna actuación de los toreros frente a una corrida de Partido de Resina, con teclas, problemas y que se movió con su mansedumbre a cuestas. Al otro lado, ya en el hospital, se encontraba Rubén Pinar tras derramar su sangre en la corrida de la Hispanidad.
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