lunes, 15 de octubre de 2018
Talavante no es Cristiano
Alejandro Talavante en su última corrida de la Feria del Pilar, en Zaragoza. JAVIER CEBOLLADAEFE
Cuando a Alejandro Talavante le falló la doble apuesta desesperada en el Otoño del bombo, mi colega Álvaro Acevedo tituló 'Ganan los malos'. Los "malos" son los hombres que manejan el "sistema" del negocio taurómaco. Y cuando verdaderamente han acabado de vencer a Talavante ha sido este domingo con su inesperada retirada y su inoportuno anuncio: el domingo 14 de octubre era la fecha, el día y la hora del adiós de Juan José Padilla. El tuit de Tala a mitad de la salida a hombros sonó como las declaraciones de inminente despedida de Cristiano Ronaldo cuando el 'Madrí' levantaba su décimo tercera Copa de Europa tras la chilena de Bale. Podía también haber esperado.
Por caballerosidad y compañerismo. Como Cristiano no hay otro, y como Alejandro tampoco. El 'Madri' ya le echa de menos como la próxima temporada añorará a Talavante. Que tampoco es Cristiano, no nos equivoquemos. Siguiendo el simil futbolístico, AT es un jugador genial de deslumbrante regate y desborde pero no decisivo ni determinante. En cualquier caso, de los que gusta ver a la afición.
El breve comunicado talavantista de su "retirada indefinida" desató el Twitter una oleada de golpes de pecho, llantinas, camisas rasgadas algún amago de inmolación y una ola de furia contra el "sistema". Ese agujero negro donde caben todas las mierdas. El funcionamiento del toreo en los despachos hace tiempo que desprende un olor insano. Pero la carrera de Alejandro Talavante se ha nutrido del "sistema", abandonando otros caminos de independencia cuando los tuvo. De hecho, el tiempo que pasó con Corbacho y Curro Vázquez se queda en nada al lado del que ha estado en manos de los "malos" del "sistema" por decisión propia. A Corbacho lo dejó por Manolito Chopera, entonces empresario de Madrid, y a Curro -el hombre que ahormó definitivamente su concepto artístico- por el todopoderoso grupo de Baillères.
La trayectoria de Alejandro Talavante tiene, en 12 años de alternativa, tantos volantazos de apoderamiento como la de Morante. El último lo condujo al refugio de Matilla. A Talavante, digo.
Aunque a Morante también. Todo, antes o después, pasa por Toño. Hasta el triunfo de San Isidro en la tarde de la sustitución de Ureña y lo que desencadenó: la ruptura. El torero quería rentabilizar aquello, subir los dineros en contratos que ya estaban cerrados como Pamplona o Bilbao, ponerse al nivel económico de Manzanares -el otro torero de la casa Matilla- y El Juli. Todo saltó por los aires.
Y empezó la guerra subterránea en la que Talavante quedó marginado del tablero del "sistema" que tanto usó. AT nunca ha caminado solo. No ha sabido o no ha querido. Y ahora lo ha vuelto a demostrar con su repentino adiós.
Talavante no es Cristiano. Ése ahora mismo se llama Roca Rey. Y todavía no cobra como Ronaldo.
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