viernes, 26 de octubre de 2018

Teorías sobre cargar la suerte en el toreo


Contradictorias definiciones sobre una de las esencias del toreo


La señal de la cruz sobre el ruedo de la Maestranza
La señal de la cruz sobre el ruedo de la Maestranza - Reuters




«Lo que sucede es que, en la terminología viciada de nuestro tiempo, se ha venido a confundir el movimiento de abrir el compás, o despatarrarse (que es de piernas), con el de cargar la suerte (que es de brazos). Y si bien aquel primer movimiento puede servir de ayuda para el segundo, ambos son claramente distintos. Cargar la suerte es el movimiento de adelantar el brazo, o los brazos, y por ende el engaño, al llegar al centro de ella, para lo cual el movimiento fundamental ha de ser el de los brazos mismos; y el primer movimiento coadyuvante -en orden de necesidad-, el de cintura; quedando el de piernas, o apertura de compás, en tercer término».

Así lo escribe José Alameda, que considera «cargar la suerte» como esencia del toreo: «El toreo sin cargar la suerte no existe. No puede existir».

Según Alameda, existen muchas confusiones sobre esta expresión: «Creo que si cambiáramos la frase "cargar la suerte" por la de "gravitación de la suerte", empezaríamos a entendernos. El lenguaje perdería gracia, por supuesto, pero evitaríamos confusiones. Cargar la suerte es llevarla a su centro de gravitación. Y nada más. No quiere decir otra cosa (...)»

Hay otras teorías, como la famosa de Domingo Ortega, subrayando que no es lo mismo torear que destorear. Así lo explicaba el llamado paleto de Borox en una conferencia en el Ateneo de Madrid: «Parar, templar y mandar. A mi modo de ver, estos términos debieron completarse de esta forma: parar, templar, cargar y mandar, pues posiblemente, si la palabra cargar hubiese ido unida a estas otras palabras desde el momento que nacieron las normas, no se hubiera desviado tanto el toreo.

Claro que el autor de esta fórmula no pensó que fuese necesaria, porque debía saber muy bien que, sin cargar la suerte, no se puede mandar y, por tanto, en este término van incluidos las dos». Y seguía: «En el toreo todo lo que no sea cargar la suerte no es torear sino destorear. Torear no es que el toro venga y usted se quede en la recta, eso es destorear; pero si usted carga, echa el cuerpo hacia delante con la pierna contraria al lado por el que viene el toro obliga a torear, si no le coge, porque es un obstáculo que usted le pone delante».

Y Corrochano escribió: «Una vez que el toro ha llegado al centro del pase, se carga la suerte sobre la pierna izquierda, y se va levantando el pie derecho, que, al rematarse el pase, avanza en un paso y se queda en posición, colocado para ligar el pase natural siguiente, si no prefiere echárselo por delante en un ligado pase de pecho, como remate del natural, que sí es obligado, es lo más emocionante y completo, porque empalma los dos pases fundamentales, hasta hacer de los dos uno, para lo que hay que tener mucha tranquilidad para ver llegar a lo toros».

Pepe Hillo explicaba que «cargar la suerte es aquella acción que hace el diestro con la capa, cuando sin menear los pies, tuerce el cuerpo de perfil hacia fuera, y alarga los brazos cuanto puede».

Muchas, variopintas y contradictorias teorías, con nexos en común algunas, sobre cargar la suerte.

Mucho se ha hablado sobre ello. Y mucho se hablará.

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