Seis meses después del grave percance, recibe a Aplausos en el Centro de Parapléjicos de Toledo, donde se recupera
Julio César Sánchez
Fotos: JULIO CÉSAR SÁNCHEZ
Manolo Vanegas resultó volteado el pasado
17 de mayo en la plaza de toros de Ledesma mientras toreaba al natural
un toro de Hoyo de la Gitana a puerta cerrada, con el resultado de
tetraplejia incompleta por desplazamiento de las vértebras C4 y C5.
“Creo que el torero ha tirado de Manolo Vanegas persona en muchos momentos. En la mayoría diría”
Desde aquella jornada, justo un día antes de cumplir 24
años, el joven venezolano que con 16 primaveras dejó familia y entorno
para trasladarse a España con el fin de perseguir más de cerca su sueño
de convertirse en figura del toreo, ha permanecido en el pensamiento de
todo aquel que conociera su caso y se considere gente de bien, y ha
recibido, de manera directa o testimonial, el apoyo de todo el toreo.
Hace poco más de una semana las redes sociales nos
mostraban la sorprendente e ilusionante instantánea de Manolo Vanegas en
pie haciendo un desplante a su silla de ruedas, como si ese
instrumento, que ha hecho las veces de piernas durante cinco meses,
fuera un morlaco al que hubiera superado en la lidia. Por eso en
Aplausos nos apresuramos a conocer el momento que vive Manolo Vanegas, y
nos citamos con él en el hospital de Parapléjicos de Toledo, su hogar
en los últimos meses. Y, para nuestra sorpresa, nos recibe andando,
sirviéndose como apoyo de una única muleta, y saludando con una
familiaridad emotivamente fraternal a gran parte de los internos con los
que nos cruzamos, que saben que este joven es especial: es torero.
-Se hace obligado preguntarle cómo se encuentra.
-Estoy ilusionado. Veo que poco a poco mi estado
mejora y mi independencia de movimientos va en aumento, y eso te sube
mucho la moral, lógicamente.
-La instantánea de inicios de mes, de pie, junto a su
silla de ruedas, supuso un empujón de alegría para el mundo taurino que
no muchos esperábamos. ¿Es usted consciente del revuelo que causó?
-Sí, sé que sorprendió por lo que
me van diciendo mis amigos y mi entorno. No fue algo premeditado.
Recibí la visita de unos amigos. Yo antes de ese día es cierto que me
incorporaba de la silla, pero necesitaba ayuda, me cansaba muchísimo, y
me tenía que sentar enseguida. Cuando aquel día fui capaz de caminar por
mí mismo con muletas, el hacerle un desplante a la silla, como si fuera
un toro, me salió solo, casi de manera instintiva, aunque lo cierto es
que casi me caí. Aquel desplante me cansó como si me hubiera encerrado
con seis toros, pero no pude evitar que el torero saliera a relucir a la
mínima oportunidad. De hecho creo que el torero ha tirado de Manolo
Vanegas persona en muchos momentos. En la mayoría. Yo no sé si podré
volver a torear. En mi mente la idea es que sí, desde luego, pero no lo
puedo asegurar, pero tengo claro que ese deseo tan fuerte que late en mí
de volver a hacer un paseíllo está provocando que la recuperación sea
más satisfactoria.
-Es bonito eso que dice de que la faceta de torero es la que tira adelante de tanta carga.
“Estoy ilusionado. Veo que poco a poco mi estado mejora y mi independencia de movimientos va en aumento, y eso te sube mucho la moral”
-Es así. El toreo ha sido y sigue
siendo mi motor. Ha habido momentos de mucha desesperanza. Se pasa muy
mal cuando le ordenas a tu cuerpo mover algún miembro y éste no obedece,
como me ocurrió estando en la UCI en Salamanca. Las primeras semanas
fueron muy duras. Llegar al momento de poder levantarme y caminar solo
con muletas ha sido una culminación parcial. Ha sido un paso más en un
camino que todavía sé que va a resultar largo. Pero también noto que voy
dando pasos adelante sin parar. De hecho los especialistas se
sorprenden, porque en una lesión como la que tengo el porcentaje de
mejora suele ser de un uno por ciento a la semana. Sin embargo yo estuve
avanzando a un uno por ciento al día durante varias semanas. Sobre todo
los dos primeros meses que estuve aquí, en Parapléjicos de Toledo.
-El hecho de ver avances notables debe ser el mejor acicate.
-Claro. Pero hay que ir paso a
paso. Ahora, por ejemplo, para que se haga una idea, me preocupo de algo
tan simple como es tener siempre buen talante, buena predisposición, o
de no coger frío, porque hay algo llamado la espasticidad por la cual mi
cuerpo responde con menor elasticidad y agilidad si estoy enfadado o si
tengo algo de frío. Entonces, como le digo, intento estar muy centrado
para ir sumando avances.
-¿Le guarda algún rencor al toro por la situación en la que le ha puesto?
-En absoluto. Desde mi infancia
quise ser torero. Yo no entiendo nada de consolas de juegos ni nada de
lo que tanto se habla hoy día. Yo de niño la pasaba toreando en la calle
o donde podía. Y cuando di el paso y me vine a España con 16 años tenía
ya asumido el riesgo que conllevaba la elección que había tomado. De
hecho no tengo más que agradecimiento hacia el toro. Él me ha dado lo
poco o mucho que tengo, y sobre todo gracias a él he conocido a una
serie de personas con las que no me habría cruzado si no hubiera sido
por el toreo.
-Se le nota positivo.
-Lo estoy. Fíjese que cuando
entré aquí era capaz tan solo de mover la cabeza y no me podía valer por
mí mismo en absoluto. Hoy incluso hay gente, cuando me ven caminando,
aunque sea con dificultades, que me confunde con un familiar que viene a
ver a otro interno. Es algo así como aquello del tuerto en el país de
los ciegos. Y creo que la positividad también es importante para la
recuperación de mi lesión. Al fin y al cabo todos nuestros movimientos
se originan en señales nerviosas, y si el cerebro envía señales
negativas estoy seguro que eso no redundará en beneficio de mi
recuperación. Por tanto estoy alegre.
“Los especialistas se sorprenden porque en una lesión como la que tengo el porcentaje de mejora suele ser de un uno por ciento a la semana. Sin embargo yo estuve avanzando a un uno por ciento al día durante varias semanas”
-¿Ha visto a su familia desde el percance?
-No. Desde que me fui de
Venezuela en febrero, cuando estuve toreando allí, no les he visto. Han
querido venir, pero desde un principio dije a mi entorno que no quería
que mis familiares me vieran en una silla de ruedas. Cuando me despedí
de ellos fue con un abrazo de pie, y así quiero volver a recibirles
cuando les vea.
-¿Ha seguido el desarrollo de la temporada o desconectó de ella?
-En un primer
momento desconecté. Pero no por desinterés, sino porque no podía mover
las manos, mirar Internet… Aunque mi entorno no ha dejado de contarme lo
que ha pasado. Y también la gente de Parapléjicos, que ya me conocen,
me iban contando lo que sucedía. Incluso uno de mis compañeros de
habitación ha sido aficionado, y en una época que se puso algo malito,
lo toreé de salón como buenamente pude con una muleta que no pesaba para
que se animara un poquito.
-¿Se le pasa a usted por la cabeza la posibilidad de no poder volver a torear?
-Tengo un temor y un sueño. El
temor es precisamente ese, no poder volver a torear, que no quiero ni
imaginar cómo sería. Pero mi sueño es volver a torear, aunque sin
obsesionarme. Toda mi lucha va encaminada hacia ello. Primero estoy
intentando recuperar a la persona y luego vendrá el torero. No obstante,
el torero es el motor de la persona como antes le he apuntado. No podrá
ser el año que viene seguramente, o al que viene, pero tengo que
intentar conseguirlo, aunque solo sea para alimentarme moralmente y dar
por finalizado tanto esfuerzo. Sería la recompensa más maravillosa. Si
hacerle un desplante a una silla fue grande, imagínese si algún día
consigo volverme a vestir de luces y hacer un paseíllo.
-¿Y cuál es el pronóstico de los médicos?
-Cuando se habla de una lesión
medular no hay pronóstico. Los médicos al principio decían a mi familia
que se fueran haciendo la idea de que iba a quedarme en una silla de
ruedas para toda mi vida. Es decir, que iba a ser una persona
dependiente. Y ahora, gracias a Dios, ya no lo soy. Los doctores
prefieren no crear falsas expectativas por si no se cumplen.
-Lo que sí ha sido una constante ha sido la preocupación del toreo por Manolo Vanegas. ¿Usted lo ha podido sentir?
-Sí, claro. Aunque el percance se
produjo a mediados de mayo, con San Isidro, me iban diciendo que me
habían brindado toros. Y aquello, yo que también he estado en esos
zapatos y sé lo que se pasa cuando te vas a poner delante de un toro y
jugarte la vida, me pareció muy bonito que se acordaran de mí en esos
momentos tan trascendentales. Y también he recibido muchísimos mensajes,
visitas personales que no han salido a la luz pública, me han enviado
vídeos de ánimo, como el del maestro Talavante… Está siendo muy bonito
en ese sentido.
“No tengo más que agradecimiento hacia el toro. Él me ha dado lo poco o mucho que tengo, y sobre todo gracias a él he conocido a una serie de personas con las que no me habría cruzado si no hubiera sido por el toreo”
-¿Hay alguno que se esté volcando especialmente?
-Son muchos. Casi prefiero no dar
nombres para que nadie se pueda sentir ofendido, pero el caso de
Domingo López Chaves va más allá de la amistad. Le considero como un
hermano.
-Viajemos al futuro. Permítase el lujo de
soñar y suponga que le es concedido el formar el cartel de su
reaparición. ¿Cuál sería?
-¡Ufff! Imagínese. Yo ahora con
un tentadero sería feliz. Imaginarme esto es mucho, pero sí es cierto
que si en este momento tuviera que elegir un cartel en él estaría López
Chaves, porque si Manolo Vanegas está en España es por Domingo López
Chaves. Él fue quien me vio un día en Venezuela, depositó su confianza
en mí, y me trajo con él. Por tanto no es una relación únicamente de
ahora, sino de hace muchos años. El vínculo con él es especialmente
bonito y él tendría que estar en ese cartel. Y también me gustaría
compartir paseíllo con el maestro Talavante. Es un torero que me
encanta, no solo por lo que hace en la plaza, sino también por su
personalidad.
-¿Plaza?
-Tengo mucho cariño por la
afición de Francia y por su forma de vivir la Tauromaquia. Además, mis
apoderados Philippe Cuillé y Didier Cabanis son franceses, y allí me han
atendido maravillosamente, pero la plaza que elegiría sería Madrid. Sé
que triunfar en Madrid es poco menos que un milagro, pero ya que estamos
hablando de un cartel soñado, pues por qué no Madrid.
-¿Y ganadería?
-No he tenido la oportunidad de
torearla, pero desde que llegué a España siempre creí que mi toreo
podría expresarse dando una dimensión alta con toros de Adolfo Martín.
Tengo mucha fe a ese hierro. En dos ferias de Otoño he visto hacer gran
toreo a maestros como Paco Ureña o Diego Urdiales.
Sea.
El día a día en Toledo
La disciplina en la vida de un torero
-hacer vida de torero, decían- es una característica más que
recomendable si se persigue un objetivo, bien sea éste alcanzar el
triunfo en los ruedos o, como es el caso de Manolo Vanegas, conseguir
mantenerse en pie por sí mismo. La rutina diaria del torero venezolano
es simple: “Trabajar y trabajar -asegura- para
poder recuperarme. A las ocho me levanto y a las nueve ya estoy
haciendo terapia ocupacional, en la que “aprendemos” a valernos por
nosotros mismos en la medida de las posibilidades de cada uno. En este
momento lo que más estoy trabajando es la movilidad de la mano derecha,
que es el lado que tengo más afectado. Después, de diez a dos y media,
estoy ejercitándome en el gimnasio. Y cuando puedo ir a la piscina
también nado. Por la tarde también intento estar ocupado con actividades
que mejoren mi estado físico. Ese ahínco que le pongo ha condicionado
también la evolución, además de la buena forma física en la que estaba
cuando ocurrió el percance. Yo creo que los músculos tienen memoria, y
que con dedicación y sacrificio se puede recuperar gran parte de su
antiguo estado”.
Viaje a la feria de Salamanca
Desde que ingresó en el Hospital de
Parapléjicos de Toledo Manolo Vanegas tan solo se ha ausentado de él un
día. Fue el 15 de septiembre. Ese día hacían el paseíllo en el coso de
La Glorieta su amigo Domingo López Chaves y su también admirado Juan
José Padilla, que se despedía de la afición charra.
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