Castella lo mejor de una tarde sin historia, cortó una oreja a base de esfuerzo. Castrillón palmas en su segundo y Roca Rey ovacionado en el último de regalo
Castella pasea la única oreja de la tarde - Plaza Toros Cañaveralejo
La estética que ha sido uno de los
estandartes del hierro fue desmentida también por algunos de los
ejemplares. Los hubo zancudos, cariavacados, bizcos, gachos,
cornipobres. Un conjunto abigarrado que de ninguna manera podría
calificarse prototipo de la pintosa casa. Blandos en distinta medida,
hasta la invalidez del quinto. Pese a lo poco y nada picados.
Defensivos, topadores, tardos, distraídos, huidos, rajados, tablofilos.
Defraudaron al público, ganaron su antipatía y lo pusieron a favor de
los toreros.
Sebastián Castella, vino a
reemplazar al lesionado Enrique Ponce. Fiel a su tauromaquia, de
quietud, serenidad y aguante. Remó contra corriente, impulsado por su
amor propio, su carisma y la parcial enervada que jaleó como si fuese la
faena del siglo esa insabora, desacompasada y trompicada brega del soso
cuarto que murió de un hondo espadazo y recibió una sonora rechifla
después de serle amputada una oreja que el francés muy digno no quiso
pasear. Con el primero había sido silenciado y con el regalado octavo
que se fue abroncado le hicieron saludar, de pura gratitud.
Luis Miguel Castrillón, aprovechó
las abantas arrancadas incialesde sus tres renunciantes para echar
pinturería capotera, de rodillas y de pie. Arrojado el paisa tragó y
tragó los malos viajes y como estaba la cosa hubiese podido de pronto
hasta cosechar algo si no es porque anduvo pinchauvas de principio a
fin. Silencio, silencio y silencio.
Mucha de la gente que a más de tres cuartos ocupó la plaza vino por Andrés Roca Rey.
A ver el triunfador de toda la temporada mundial 2018. A la sensación
.Al todo poderoso que ha hecho del triunfó su constante. Ni la deserción
de Ponce les hizo desistir. No se devolvió una sola boleta. Por el
contrario, hubo buena demanda de última hora. Pero ni él pudo salvar la
tarde. Apostó, arriesgó, tragó coladas y desarme. Porfió, regaló,
apostó, sufrió y nada. La ovación de despedida lo exoneró de todo. El
disgusto era solo con los toros.
La tarde comenzó cálida y soleada. Tan
pronto apareció el primero comenzó a nublarse,pero no mermola
temperatura ambiental, ni emocional que solo pasó del gusto al disgusto
con igual calor.
El público aguantó la excesiva longitud de
un espectáculo, sin antecedentes en la historia de Cañaveralejo, que
había empezado con 30 minutos de retraso para esperar por los retrasados
y fue más allá de lo imaginable con esa media corrida encimada. No se
fueron. Y después dicen que no hay afición.
FICHA DEL FESTEJO
Cali. Diciembre 27de 2018. Plaza de
Cañaveralejo. 2ª de feria. Sol y nubes. 31º C. Más de tres cuartos de
aforo. Nuevetoros de Juan Bernardo Caicedo,tres deregalo, dispares de
presencia, mansos y flojos en diferentes versiones.
Sebastián Castella, oreja, silencio y saludo.
Luis Miguel Castrillón, silencio, silencio y silencio.
Andrés Roca Rey, silencio, silencio y saludo.
Incidencias: Saludaron
“Chiricuto” y Héctor Fabio Giraldo tras parear al 1º y Ricardo Santana y
Raúl Morales tras parear al 2º. Roca Rey regaló el 7º, Castella el 8º y
Castrillón el 9º.
Fotos: Camilo Díaz
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