El astro peruano demuestra por qué es el número 1: remonta una tarde complicada desde la enfermería y dinamita la Puerta Grande con una memorable faena a un soberbio toro de Parladé
Roca Rey sale a hombros por la Puerta Grande de la Monumental de las Ventas en pleno éxtasis de la apoteosis.
Una marea humana balanceaba a Roca Rey por la calle de Alcalá. Con la réplica del movimiento telúrico que había dinamitado la Puerta Grande y estremecido Madrid. Hasta el golpe de autoridad de última hora, RR sufrió. Como saben sufrir y encajar los grandes. Como remontan los elegidos.
Desde una situación agónica que lo tuvo contra las cuerdas después de besar la lona. Pero el Cóndor del Perú levantó la rodilla hincada, regresó de la enfermería y desbarató las teorías del bajío.
Maderero, de Parladé, la guinda de una corrida cinqueña, volteó la situación de emergencia. Y el número 1 confirmó por qué lo es: porque cuando llega el día D y la hora H no falla.Y cuajó la excelsitud del ritmo domecq a cámara lenta. De regreso de la enfermería. Con una izquierda opiácea, de propofol en vena y cloroformo en su muñeca. Los tendidos bramaron desde el lío de cambiados que hipnotizó al juampedro de mansitos inicios de lidia, el toque perfecto para su torrente de bravura. Roca ligó en creciente despaciosidad, cada vez con mayor profundidad, siempre el mismo atalonamiento. Un cambio de mano superlativo anunció su zurda clamorosa. Que enloqueció una plaza que lo abrazaba con una verraquera rendida. Las bernadinas últimas de apasionante entrega, el espadazo hasta los gavilanes, la catarsis de una tarde que había nacido con muy diferente sino.
La tímida irrupción de Roca Rey en el ruedo había envuelto la plaza en un silencio expectante. Con esa determinación de la arrogancia que te permite salir el último e intentar ralentizar el paseíllo a tu ritmo. Por cada flanco le adelantaron El Cid y López Simón. Que habían sido los elegidos para no hacer sombra a la estrella. Con lo que no contaban las huestes de RR, ni los hacedores del cartel, es con la baraka, en principio en exclusiva, de los teloneros. Nada nuevo la fortuna en sus carreras, la potra como rutina. Aprovechada por sus dotes en los años de feliz esplendor. Pero su fama de suertudos en los sorteos no debió de alcanzar los oídos de Ramón Valencia y José Antonio Campuzano. Para cuando se quisieron dar cuenta, a Cid y Simón ya les habían embestido dos toros -uno de contado fuelle y magnífico temple por el derecho, otro bravo y repetidor sin rebosarse-; a Andrés le devolvieron el suyo. La verdad es que los teloneros no podían hacerle sombra ni queriendo.
Ni la dignidad de Manuel Jesús en su despedida de San Isidro ni el amontamiento de Alberto. Que cortó una oreja sin huella por unas bernadinas, supongo.
La expresión de dolor de Roca Rey hacía temer por algo más que el golpe. Ordenó castigar nada al manso de Mayalde en el caballo. Como suele. Durante el tercio de banderillas, le reconstruyeron con un vendaje la taleguilla. Y cruzó el ruedo para brindar a Don Juan Carlos.
La apertura de faena por alto pareció tan bizarra como poco conveniente. Otra apuesta de Roca Rey atropellando las luces toreras: el sobrero soltaba la cara con violencia y lo que precisaba era, sencillamente, todo lo contrario. Lo que sucedió desde entonces. Atalonado y hundido RR en su derecha, le exigió por abajo a la arrítmica y violenta acometida. Trepaba la emoción de la incertidumbre, saltaban chispas de los tornillazos, las llamas del valor de plomo: el mayalde viajaba jodido en el sometimiento. Y cuando le ofreció la izquierda sucedía, más o menos, lo mismo. Sólo que la embestida se abría y dejaba descolocado al astro limeño. Que se encasquilló en la reiteración.
Y la grey del «7» le cantaba la colocación. Hasta que el funo se rajó. Un bajonazo puso fin al episodio I. Y entró en la enfermería, cojitranco y muy dolorido (un puntazo de 6 centímetros).
No pasó nada con un cuarto altón que no tiró hacia delante y con un quinto como una mole de carne hueca. Una ovaciones cariñosas para El Cid y López Simón.
Y entonces regresó de la enfermería el Rey en tromba, para reventar Madrid: los número 1 nunca fallan.
PARLADÉ
Monumental de las Ventas.
Miércoles, 22 de mayo de 2019. Novena de feria. Lleno de "no hay
billetes". Toros de Parladé, todos cinqueños menos el 2º; serios en sus
diferentes hechuras; bueno y templado el 1º por el derecho; bravo el 2º;
extraordinario el 6º; rajado el 5º; sin terminar de, y un sobrero del
Conde de Mayalde (3º bis), manso y violento.
Manuel Jesús El Cid, de azul pavo y oro. Pinchazo, media estocada y dos descabellos (ovación). En el cuarto, media estocada. Aviso (saludos).
López Simón, de negro y oro. Estocada. Aviso (oreja). En el quinto, media estocada y descabello (saludos).
Roca Rey, de caldero y oro. Bajonazo. Aviso (ovación). En el sexto, gran estocada (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta Grande.
Manuel Jesús El Cid, de azul pavo y oro. Pinchazo, media estocada y dos descabellos (ovación). En el cuarto, media estocada. Aviso (saludos).
López Simón, de negro y oro. Estocada. Aviso (oreja). En el quinto, media estocada y descabello (saludos).
Roca Rey, de caldero y oro. Bajonazo. Aviso (ovación). En el sexto, gran estocada (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta Grande.
PARTE MÉDICO DE ROCA REY EN EL 3º
Herida por asta de toro de 6cm, en tercio superior cara posterior muslo
derecho que rompe fascia superficial y lesiona musculatura
isquiotibial. Contusiones y erosiones múltiples. Es intervenido
quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros bajo anestesia
local.
Pronóstico: Reservado que no le impide continuar la lidia
FDO: Máximo García Leirado
Pronóstico: Reservado que no le impide continuar la lidia
FDO: Máximo García Leirado
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