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domingo, 12 de mayo de 2019

Octavio Chacón, especialista en miuras



Destaca como lidiador y saluda las únicas ovaciones en una complicada corrida en el broche de la Feria de Abril

Octavio Chacón, por chicuelinas a un miura
Octavio Chacón, por chicuelinas a un miura - Efe


Sevilla 

“Como las cosas humanas no son eternas, sino que siempre van en declive hacia su fin…”, le llegó la hora a Don Quijote, dice Cervantes. También le llega su hora a esta Feria de Abril en mayo, que ningún aficionado a los toros va a olvidar. Concluye, como es habitual en los últimos años, con la corrida de Miura. Por cierto, en las localidades, en el recuadro dedicado al “Tipo de festejo” era habitual que pusiera solamente “Miura”, en vez de “Corrida”, “Novillada” o “Rejones”. Para los sevillanos, era más que suficiente. Este año, se ha cambiado, como si fuera un medicamento genérico, por “Corrida”. Me gustaba más lo de antes. Los miuras de esta tarde, muy serios, mmuy complicados, ponen a prueba a los diestros. Sólo Octavio Chacón, lidiador de gran oficio, sale bien parado.

En un mundo – taurino y no taurino- regido por el igualitarismo rutinario, Miura “vende” singularidad, algo que siempre atrae: un encaste diferente; toros distintos, por su morfología (largos como un tranvía, aparentemente flacos, aunque pesen 600 kilos) y su comportamiento (toros “listos”, que aprenden muy pronto). Me cuentan que, en el desembarco, la noche anterior, no hubo forma de meter a uno de los miuras, que se quedó, en el corral, pidiendo guerra. Me ha recordado lo que me contó el inolvidable don Eduardo: en una Plaza levantina donde es tradicional la exhibición pública previa de los toros que van a lidiarse, un miura se quedó en el centro del ruedo y fue imposible lograr que volviera al chiquero. ¿Solución? Al día siguiente, las cuadrillas tuvieron que hacer el paseíllo por el callejón…

Sebastián Castella se ha apuntado , por primera vez, a estos toros. Es un gesto de figura del toreo, que le honra; otros diestros podrían imitarlo. Otra cosa es si sabrá entenderse con este peculiar encaste. (En la entrevista que le hace, en ABC, Lorena Muñoz, cuenta Castella que tentó una vez una vaca de Miura que se quedaba corta y, en un momento, no le hirió con el pitón sino que “me pegó un bocao en la pierna, en el gemelo”). El primero es el que la noche anterior no quería entrar: el de menos peso, parece escurrido y roza los 600 kilos; pelea bien, en varas; no humilla, pega arreones, tiene muy corta embestida. Castella no le encuentra la tecla y se lo quita de encima pronto. El cuarto corta en banderillas pero se luce Chacón, con oficio y valor. Empieza agarrado a la barrera, como suele, y el toro se estrella contra tablas : no creo que eso ayude nada a su juego; cuando intenta los derechazos, no humilla y se desentiende. Todo vuelve a quedar en nada. Mata pronto pero mal.

Quince años después de su alternativa, debuta en esta Feria el gaditano Octavio Chacón. Se lo ha ganado a pulso: ha sido una de las grandes revelaciones de la pasada temporada, mostrando un oficio clásico que muy pocos poseen. Al segundo, un “tío”, lo recibe con una larga de rodillas y maneja bien el capote. El toro va de largo al caballo; mide el castigo Juan Francisco Peña. Octavio sabe bien lo que hace, aguanta con suavidad los gañafones, le da el toque justo para que humille, aguanta con valor sereno y mucho oficio en los momentos comprometidos. Una faena a la antigua, de torero macho – se decía -, con mucho mérito. Logra la estocada a la segunda pero el toro se tapa, no se deja descabellar: dos avisos y saludos. En el quinto, que derrota fuerte en tablas y va bien al caballo, se luce Octavio con el capote; está firme, con la muleta, aunque el toro, incierto, embiste a brincos y busca. Le saca algunos muletazos de mérito, buscándole las vueltas: una dura porfía. Después de la estocada, pega un arreón que casi se lo lleva por delante.

También es especialista en corridas duras, aunque su corte sea el de un torero artista, el sevillano Pepe Moral, que no tuvo suerte con los toros de El Pilar. Es un buen muletero y un estoqueador sólo regular. El tercero sale fuerte, corta, en banderillas, pero Moral lo brinda al público: no se amilana, lo va metiendo en la muleta, logra muletazos con mérito, toreándolo con gusto, como si fuese fácil. Le ha sacado más de lo que creíamos pero da el mitin con los aceros y el toro, barbeando tablas, da una vuelta al ruedo completa hasta que se echa. Devuelto por flojo el último, al sobrero lo recibe Moral con dos largas cambiadas y lucidas verónicas. Logra sacarle algunos muletazos limpios pero el toro va a peor, no cabe lucimiento.

Obviamente, lidiar miuras no es lo mismo que lidiar domecqs. Castella lo ha comprobado, esta tarde. Moral ha salvado la papeleta. Chacón ha demostrado que es un consumado lidiador, un gran profesional..

Ha sonado, melancólico, el último toque de clarín de esta Feria. Ha quedado vacío el sobre donde guardaba yo mis entradas. ¡Qué pena! Pero ha sido una gran Feria. Como concluye Jorge Manrique, “nos dejó harto consuelo / su memoria”. Y hemos disfrutado, una vez más, del privilegio de participar en este rito único, en la Plaza de los Toros sevillana. ¡Hasta el año que viene, si Dios quiere!

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