Corta una oreja y se queda al borde de la Puerta Grande en una buena corrida de Garcigrande
Ginés Marín, en un sentido muletazo al toro «Poeta» - Paloma Aguilar
Andrés Amorós
Una vez más, acude a la Plaza Don Juan Carlos, con la Infanta Elena. Le brindan los tres espadas.
Y, una vez más, el viento ha soplado con fuerza, dificultando muchos lances.
En el cartel, los toros de Garcigrande, los más apetecidos ahora mismo por las figuras. Los tres diestros ya han actuado en la Feria y sólo Ginés Marín logró un trofeo. Revalida su éxito, esta tarde: corta una oreja y el presidente le niega la salida en hombros, que la Plaza pedía, pero deja una excelente impresión. Con buenos toros, Castella y Álvaro Lorenzo no superan la grisura de una tarde casi otoñal.
Entre los aficionados madrileños, tiene fama Castella de afortunado, en los sorteos: más de una vez le ha tocado uno de los mejores toros de la Feria. No tuvo suerte, este año, en la corrida de Jandilla. El primero, un remiendo de Buenavista, es noble pero justo de fuerzas. No nos libramos de las chicuelinas, en los dos primeros quites. (Una voz, en el Sol, recuerda a los diestros que también existen las verónicas). El toro tiene bondad pero poca fuerza y recorrido; los estatuarios iniciales no ayudan nada y el trasteo carece por completo de emoción. Sin estrecharse, pincha tres veces y descabella. «Fuese y no hubo nada». Al cuarto lo pican mal, tapándole la salida. Después de doblarlo por bajo, el toro queda corto y la faena, muy breve, se remata con un sartenazo muy bajo que provoca el lógico enfado. No ha tenido Castella una buena tarde.
Por tercera vez actúa –y se despide de la Feria– el toledano Álvaro Lorenzo. No le fue demasiado bien con los del Tajo ni los de Alcurrucén. Todos coincidimos en que tiene condiciones pero muchos creemos que le falta dar un paso adelante, en ocasiones como ésta. Reciben con algunos pitos al segundo, un «zapato», bajo, justo de presentación pero acude pronto, con alegría y nobleza. Álvaro lancea con gusto, jugando bien los brazos. Saluda, con los palos, Rafael González. Liga templados muletazos, con el buen estilo toledano que aprendió junto a los Lozano, pero le afean la colocación y sufre dos desarmes, que lo enfrían todo. Agarra la estocada a la segunda. Algún natural ha sido bueno pero, con este toro, en esta Plaza, eso no es suficiente. Hay que apretar más. El quinto supera los 600 kilos, derriba espectacular, tiene el nombre adecuado, «Fuerte». Los muletazos son correctos pero no logran prender la llama del entusiasmo. Me recuerda Lorenzo al alumno que suele quedarse en el «Notable» o el «Aprobado» y se contenta con eso. ¿Qué pensará su maestro, don Pablo Lozano, que le contempla desde el callejón?
Siempre he defendido que Ginés Marín posee cualidades fuera de lo común pero debe poner toda la carne en el asador. Después de una temporada pasada regular, sí reaccionó con los toros de Montalvo. Puede y debe apretar más, para estar en la primera fila. Con un vestido que parece de banderillero, dibuja buenas verónicas al tercero, otro «zapato» colorado, pronto y alegre. El comienzo, por bajo, ya levanta olés. La nobleza del toro le deja lucir su facilidad y su excelente estilo, en muletazos ligados, cada vez más lentos. Al final, unos circulares, un pase de pecho al ralentí y los ayudados por bajo levantan un clamor. La gran estocada lo refrenda. El bravo toro, un «Poeta» digno de su nombre, tiene una hermosa muerte: ha sido muy bueno pero –recuerda un vecino – los toros bravos descubren a los malos toreros y Ginés no solo lo ha aprovechado sino que nos ha hecho saborear la belleza. Al último, sin probaturas, lo llama de lejos, al natural: el toro va bien, con casta, se suceden los emocionantes pases, rematados por una preciosa trincherilla. Al pasar a la derecha, liga excelentes muletazos. Después de un leve bache, remonta la faena, conduciendo la noble y encastada embestida. Después de torear tan bien, no le hacía falta recurrir a las manidas bernadinas.
(¿No hay quien le diga que su clasicismo no las necesita?). Pincha antes de una estocada de rápido efecto. Aunque la petición es mayoritaria, el presidente niega la oreja (y la salida en hombros).
Se ha quedado Ginés Marín a un paso del triunfo clamoroso pero ha demostrado la calidad de su toreo, con dos toros muy distintos, dentro de la bravura: el primero, muy suave; el segundo, encastado. Con los dos ha estado francamente bien. En el paladar nos queda el sabor del buen toreo, la gracia que se impone a la violencia. Ése es el camino para ser figura.
Posdata. El alcalde socialista de Valladolid ha mantenido siempre una actitud beligerante en contra de la Tauromaquia, que tanta importancia ha tenido y tiene en esa ciudad. Recuerdo una multitudinaria manifestación en contra de su actitud antitaurina. La acaba de culminar adhiriéndose públicamente al animalismo. Victorino Martín le ha recordado el ejemplo de los lechazos y del queso de su tierra. Supongo que ésa es la actitud abierta, sin prejuicios ideológicos, que, según el ministro Ábalos, defiende el PSOE…
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