SEVILLA Sincera y emotiva faena de El Cid, oreja en el toro de su despedida de la Maestranza
EMILIO TRIGO > Sevilla
La emoción, a golpe de despedida. Un pedazo de adiós. ‘De’ y a ‘su’ plaza, El Baratillo. Lágrimas incluidas. Así fue la última y emotiva tarde de El Cid en la Maestranza. Lloró el sevillano tras cortar una oreja por una sincera y emocionante faena al toro de su despedida de Sevilla. Sentado en el estribo, brotaron las lágrimas de un torero que decía un adiós sentido con el corazón a la Maestranza.
Porque sin material propicio, el sevillano brindó una gran tarde con capote y muleta. Durmiendo el lance al primero con un natural eterno después; y echando la moneda al aire luego, cara y la cruz, con el complicado quinto. Una oreja, pero sobre todo el reconocimiento de una afición entregada a uno de sus hijos predilectos. En hombros de una afición entregada que lo sacó en hombros en compañía de sus compañeros de cartel: Ponce y Manzanares.
El Cid afrontó la tarde como si fuera la primera, donde la ilusión, la seguridad y su excelso toreo han sido palpables. ‘Centinela’ de Toros de Cortés saltó en quinto lugar. Un ‘colorao’ que se metía por dentro en cada embroque con el capote. Toro incierto en su arrancá sin vaciarse del viaje y trayendo a todo el mundo en vilo en la lidia. Sevilla mostró sensibilidad y sin más, la banda del maestro Tejera rompió a soñar en la última faena de El Cid. Tuvo muchísimo mérito componer una labor artística de gran carga emocional ante tan semejante animal que embistió buscando el cuerpo.
El Cid planteó firmeza y la poderosa mano izquierda para romperse con él. Fue un tuya y mía, un cara o cruz, pero con el peso del mando en cada soberbio muletazo. Hubo tiempo para la inspiración con molinetes, trincherillas y poderosos cambios de manos. Todo fue sincero, trasparente y humilde quehacer de un torero roto a su destino por su extraordinario toreo. Emoción y transmisión inundaron al Baratillo y a punto estuvo de helarse por una colada muy fea. Manuel volvió a la cara con toda la raza de su espigado ser para crujirlo por abajo. Adornos y estocada que empujó toda la plaza.
Oreja. El Cid se sentó en el estribo y se puso a llorar como los hombres que entregan el corazón y los toreros que dicen adiós a su plaza. Emotivo adiós del sevillano de la Maestranza.
‘Galgito’ del mismo hierro hizo segundo. Un toro bien conformado que embistió por derecho en el suave capote del sevillano. El Cid se rompió con el capote en un recibo de muchos quilates donde ganó terreno en cada lance y donde durmió la tela rosa al son del cante grande. Sensacional recibimiento y por el mismo palo tras sacar al toro del primer puyazo -gran vara de Manuel Jesús Ruiz ‘Espartaco’- una verónica y una chicuelina de cartel. El toro seguía apuntado cosas buenas galopando en banderillas y colaborando a un gran tercio de Lipi, que saludó tras dos excelentes pares.
Brindó a Sevilla El Cid con toda su alma y la Maestranza se puso en pie. Preludio de la comunión existente entre ambos. El Cid sin probarlo se fue a los medios con la muleta en la ‘zurda de oro’ y le enjaretó los mejores naturales de toda la temporada en el Coso del Baratillo. Dos series enormes del diestro de Salteras que tras la primera ya estaba la música sonando. Soñó Sevilla con el natural eterno de El Cid. No quedó ahí la cosa puesto que le siguieron otras dos pero de menos intensidad en transmisión puesto que ‘Galgito’ perdió fuelle. Cambió de manos y construyó con lo justo algunas tandas de mucho calado. Faena templada y muy segura que mereció la oreja -no mayoritariamente solicitada- pero la espada cayó baja y eso fue óbice para el premio. Gran ovación con saludos.
Abrió la tarde Ponce, que tras lo visto, fue un incomprendido en esta plaza, algo que no se entiende en la afamada afición de Sevilla. Al primero le planteó una faena técnica con suavidad y al cuarto se la jugó cual novillero recibiendo a cambio unos pitos maleducados. Tan profesional como maestro. ‘Cantaor’ tuvo una salida dormida enterándose de donde estaba. Así, de la misma guisa se comportó en el capote del maestro valenciano. Ponce lo tanteó sin llegar a ahormar un saludo compuesto. Eso sí, se espabiló el de Victoriano de Río en el primer puyazo, pero tras el quite prosiguió con el mismo comportamiento de falta de celo. Brindis de Ponce a Manuel Jesús.
Comenzó Ponce abriendo los caminos al toro con un trasteo en línea sin apretar al primero. El de Chiva ofreció una muleta sin estridencias ni cites bruscos -todo suavidad- para dosificar la justa raza de su antagonista. Ponce toreó con despaciosidad conduciendo al ‘abreplaza’ con estética pero sin poder levantar el vuelo ante tanta falta de transmisión. En conjunto una labor persistente y técnica del valenciano. Silencio.
‘Drosero’ realizó un primer tercio arisco -mostró sus cinco años- y embistió frenándose en el capote del maestro de Chiva. Un burraco que amagó durante la lidia con irse para chiqueros por su falta de casta. El cuarto prosiguió en su afán de no colaborar y estuvo en todo momento a la retranca. Ponce cimentó una faena a base de oficio – y raza- poniendo todo lo que le faltaba al cuarto. Labor sincera, técnica y comprometida, puesto que se puso en un terreno donde las pulsaciones se elevan sobre todo ante tan complicado material. Se vació en porfía pero su esfuerzo no tuvo recompensa artística.
Labor para profesionales no entendida por parte del respetable que recriminó a Ponce para que abreviara. Silencio.
Por su parte, Manzanares mostró la gran comunión que tiene con Sevilla dejando patente la elegancia y torería que atesora en sus gentes. La espada le restó un trofeo en el tercero. Poderoso en el sexto ante un toro sin entrega de verdad. ‘Andaluz’ no ayudó a estirarse a Manzanares con un viaje metido por dentro y deslabazado. Josemari no obligó a su oponente en el caballo y le dejó estar sin más el peto. Manzanares desplegó su naturalidad ante un animal que sacó el fondo justo y al que enseñó a embestir. Le quitó a base de confianza las asperezas de un cabeceo molesto para ayudarle a embestir con franqueza. Muleta por la mitad del palillo además de dejarle las inercias al tercero. El de Alicante, puso raza y un toreo ligado sin afecciones y de gran portento estético. A todo eso el regusto de un acusado temple. Los dos pinchazos recibiendo restaron el más que probable trofeo. Ovación con saludos.
‘Descreído’ fue el sexto para cerrar plaza. Manzanares se gustó en el saludo capotero del cierra plaza. Verónicas muy ajustadas, con temple y despaciosidad con un toro que humilló y se desplazó.
Muy poco castigo recibió el toro en varas que salió muy apagado del tercio. No sirvió en la muleta el toro. No fue nunca de verdad, si le obligaba perdía las manos, si no lo hacía protestaba. Lo intentó Manzanares pero no pudo expresarse en ningún momento quedando todo en las ganas del alicantino.
Gran estocada. Palmas.
FOTOGALERÍA DE LA SEGUNDA DE SAN MIGUEL
Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Llenazo. Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (3º y 5º), bien presentados, con tres cinqueños, 1º, 2º, y 4º. En conjunto de juego variado justo a de raza y casta. 1º Sin celo, 2º bueno hasta que duró, 3º manejable, 4º manso, 5º complicado y 6º sin entrega de verdad.Cuadrillas: ‘Lipi’ saludó en el segundo y Espartaco recetó una buena vara en ese mismo toro. | ||
Enrique Ponce, silencio en su lote; El Cid, gran ovación tras leve petición y oreja; José María Manzanares, ovación y palmas. |
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