viernes, 17 de enero de 2020

No hace falta que lo prohíban

No hace falta que lo prohíban

Nada más real que esta historia, que parece irreal, expuesta por la coalición que ya ocupa sillones en el Consejo de Ministros del nuevo gobierno progresista-populista. A nadie dejó indiferente los confusos y escuetos renglones referidos al Bienestar Animal del famoso acuerdo, vinculante y de obligado cumplimiento, entre Sánchez e Iglesias. Dos únicas palabras escritas al borde del extravío. Fiel retrato de una realidad, hostilmente auténtica, pese a ese barniz de última hora con el que las formaciones grana y morada la quieren tapar.

Dicen descartar una abolición. No van a prohibir el toreo. Pero silencian que lo van a estrangular, a asfixiar, a hacer imposible su celebración. Ambigua declaración para seguir dándole connotaciones difusas a cada cortocircuito verbal de quien ya ocupa una vicepresidencia social, y tiene designadas responsabilidades políticas en la elaboración de esa nueva Ley de Bienestar Animal. Quien guarda en su mente la obsesiva intención de acabar con los toros.

Y en ese discursear que va y viene según les convenga. En ese acostumbrado uso de no aclarar a dónde van, pero van, el partido animalista PACMA le recuerda al ministro Pablo Iglesias lo que prometió días antes de las últimas elecciones, la convocatoria de un referéndum sobre la tauromaquia en España. Así que no faltan razones para la sospecha, quizá, porque lo acordado entre PSOE-UP no será una película de ficción. Tal vez un amargo “no saber” que preocupa y empeora las contradicciones en una Fiesta que, por otra parte, sigue columpiándose al borde del vacío.

De esta manera, y pese a que el toreo se debate desde hace tiempo entre lo ético y lo retórico sin llegar a encontrar ese discurso que ha de ocupar el equilibrado punto de la balanza, se hace imprescindible constituir de una puñetera vez ese compacto bloque, de ideas claras y contundentes, que intente objetivar el presente y le dé algo de luz al futuro. Porque todo se acentuará más si empresarios, toreros y ganaderos siguen sin ser conscientes de la urgente necesidad de una unión sin fisuras e intereses individualistas. No queda otra que apostar, de una vez por todas, por la fusión de todo el taurinismo. Y si no, esto no hace falta que lo prohíban. Esto se acaba solo.

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