Miles de personas reclaman a diario ayudas en la calle, ante la posibilidad de conseguir alimentos.
20 minutos
Bogotá
La cuarentena por el coronavirus ha destapado el problema oculto del hambre en Colombia, donde miles de personas protestan a diario por la imposibilidad de acceder a comida, lo que ha desembocado en saqueos de ayudas en varios lugares del país.
Acosados por la escasez, los colombianos más pobres incumplen el aislamiento obligatorio vigente desde el 25 de marzo para rebuscar en las calles el sustento diario
con el que solían alimentar a sus familias antes de la llegada de la
pandemia, que hasta el momento deja 3.977 contagiados y 189 muertos en
el país.
Es lo que ocurrió este martes en la barriada bogotana de Ciudad Bolívar, en el sur de la ciudad, donde decenas de personas ocuparon la alcaldía local para exigir a las autoridades que agilicen la entrega de las ayudas prometidas a los más desfavorecidos.
"Soy
comerciante independiente y esta crisis nos ha golpeado en todos los
ámbitos. El comercio está quebrado, los arriendos están corriendo y los
negocios están cerrados. Desde el más pequeño hasta el más grande se está viendo afectado por esta crisis", dijo a Efe Ángel Méndez, líder social de esa inmensa barriada.
Junto a Méndez, un grupo de ciudadanos denunció que las autoridades han incumplido cinco acuerdos
a los que llegaron sobre la salud y la alimentación de uno de los
sectores más poblados y al mismo tiempo más necesitados de la capital
colombiana, urbe de casi ocho millones de habitantes.
"La
alcaldesa [de Bogotá, Claudia López] ayer anunciaba que ya entregó el
50% de las ayudas, pero si vemos y hablamos con la gente del territorio a
ninguno les ha llegado o han sido contadas las personas que han
recibido", agregó el dirigente comunitario.
Regreso de los cacerolazos
Más de cinco millones de colombianos dependen de la economía no regulada y sobreviven sin ingresos fijos
mensuales, dinero que se ha esfumado poco a poco porque con la
cuarentena obligatoria la mayoría no puede hacer ya sus actividades
comerciales desde casa.
La voz de esa necesidad es el ruido de las cacerolas
que ha vuelto a escucharse en los barrios más vulnerables del país,
donde los habitantes desesperados aguardan la llegada de alimentos y
subsidios que el Gobierno prometió.
"Parecemos las vacas flacas, ya no tenemos aliento ni para caminar. Nos estamos muriendo no de virus sino de hambre.
No hemos visto nada de lo que nos prometieron, estamos aguantando
hambre", dijo a Efe Sandra Patricia Hurtado, habitante de Ciudad
Bolívar.
En ese sector habitan miles de desplazados que huyeron de sus tierras, despojados por la violencia del conflicto armado o expulsados por la pobreza.
"Estamos comiendo basura
porque estamos cansados de andar pidiéndole a la gente. Nosotros no
estamos pidiendo limosnas, estamos pidiendo nuestros derechos. Estamos
viviendo en una ratonera", denunció Hurtado a gritos.
La situación de esta mujer es la que diariamente viven miles de colombianos que, encerrados en sus hogares, piden ayuda desde las ventanas de sus casas en las que han puesto trapos rojos esperando recibir alimentos que alivien su necesidad.
Mientras, otros hacen enormes filas en las calles
para recibir kits de productos básicos, artículos de higiene o para
cobrar un subsidio del Gobierno, cuya entrega fue suspendida
temporalmente tras las denuncias de ciudadanos que encontraron errores
en el registro de los beneficiados.
Como
Hurtado, en cada rincón del país hay colombianos a los que el hambre se
convirtió en un asunto de vida o muerte, una situación que incluso los
ha obligado a pedir alimentos de puerta en puerta en los vecindarios más prósperos.
"Desde
que empezó esto hemos estado encerrados en las casas, pidiendo limosnas
en los negocios. Nosotros no somos mendigos, ni una libra de arroz uno
se come en la casa", agregó Hurtado, que llegó a Bogotá hace 16 años
desplazada del convulso municipio de Tumaco, en el departamento de
Nariño, fronterizo con Ecuador.
Saqueos a camiones de ayuda
Las ayudas que reciben los más desamparados, generalmente de donaciones entregadas por empresas o particulares, son insuficientes para alimentar a una familia por largos periodos.
La desesperanza por no tener qué llevar a la mesa ha desencadenado disturbios y saqueos a las ayudas que envía el Gobierno y a comercios en algunas partes.
Desde
Aracataca, tierra natal del nobel de Literatura Gabriel García Márquez,
hasta el agroindustrial departamento del Valle del Cauca, las
autoridades han redoblado la seguridad de los vehículos que
transportan las ayudas, mientras algunos supermercados han cerrado sus
puertas para blindarse ante los disturbios y asaltos.
El lunes, por ejemplo, en el municipio de
Fundación, en el caribeño departamento del Magdalena, hubo saqueos y
disturbios en algunos comercios.
También ocurrieron desórdenes en Medellín, donde cerca de un centenar de personas bloquearon una carretera del noroeste de la ciudad para reclamar ayudas humanitarias.
El Gobierno colombiano inició este mes la entrega de un millón de kits de productos básicos
en todo el país, pero la cifra quedará corta teniendo en cuenta que el
presidente Iván Duque prolongó el aislamiento obligatorio hasta el
próximo 11 de mayo.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU advirtió este martes de que el hambre podría duplicarse en el mundo por
la pandemia, mientras tanto en Colombia los más vulnerables intentan
sobrevivir como bien pueden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario