NOTAS TAURINAS
Las obras de la construcción de la Plaza de Toros de Mérida se convirtió en su tiempo en un motivo de obligada visita de los merideños y de quienes venían a nuestra ciudad. Un sábado en la tarde vimos que se acercaba un carro grande manejado por un chofer chiquito y una persona alta y blanca como acompañante. Grata fue nuestra sorpresa cuando del vehículo, un Chrysler negro, se bajaba el conductor quien era nuestro amigo el Padre Rojo, Director de El Vigilante, quien le había comprado el carro al Padre Luis Negron Dubuc cuando éste se fue a vivir a Caracas. El acompañante era Monseñor José Rafael Pulido Méndez, el Arzobispo de Mérida, quien se acercó cordialmente a saludarnos y nos dijo: "Me han hablado tanto de esta Plaza de Toros y he leído las crónicas sobre su construcción que tuve que pedirle al Padre Rojo que me trajera y aquí estoy". Todos coincidimos en que Román Eduardo Sandia, quien estaba presente y era el Ingeniero Residente, era el más indicado para que le explicara al ilustre visitante las características de la obra. Vimos a Monseñor Pulido como asentía con cada explicación de Román Eduardo. La visita fue larga porque entre el Arzobispo y el Ingeniero Sandia se prolongó el diálogo y las preguntas del visitante. Monseñor Pulido y el Padre Rojos se fueron cuando empezaba a oscurecer y todos, muy contentos con la visita y los augurios de éxitos por la pronta culminación de los trabajos de parte de Monseñor Pulido, nos fuimos para el Hotel Prado Río para hacer los comentarios de rigor en la sabrosa barra del bar del Hotel. Ya instalados y con el primer whyski en la mano se presentó el Padre Rojo... pero sin el Arzobispo!
Fotos: Archivo de Álvaro Sandía Briceño.En la segunda foto,
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