martes, 20 de octubre de 2020

SIGUE SECUESTRADA LA ESTATUA DE JUAN RODRÍGUEZ SUÁREZ EN LA SEDE DE TROMERCA

MÉRIDA DE AYER



Por: Álvaro Sandia Briceño
Y Germán D’ Jesús Cerrada
Este 18 de octubre se cumplieron 39 años de la inauguración del Monumento ecuestre del fundador de la ciudad de Mérida, Juan Rodríguez Suárez, en la Avenida Andrés Bello, inaugurada el 18 de octubre de 1981 para conmemorar los 423 de su Fundación, bajo la presidencia de Jesús Rondón Nucete en el Concejo Municipal de Libertador.

El Monumento del Capitán de La Capa Roja, fue la primera y única escultura en su tipo realizada completamente en la ciudad emeritense. Obra creadora del artista gaditano merideño Manuel de la Fuente Muñoz, fundida en los talleres de La Fortaleza y costeada por la municipalidad. En el acto inaugural fue orador de orden el Dr. Rafael Caldera Rodríguez, y contó con la presencia de diferentes personalidades de la vida política, social y religiosa de la región, entre ellas el ministro de Justicia, Reinaldo Chalbaud Zerpa, el ministro de Ambiente, Carlos Febres Pobeda, los embajadores de Colombia y España, y los alcaldes de Bogotá, Tunja y Pamplona.

Rafel Caldera en emotivas palabras destacó, “Mérida ha sido en la vida de Venezuela, en la Colonia, en la Independencia y en la República teatro de grandes episodios y vivero de recursos humanos que en más de una ocasión recuerdan los rasgos tenaces y esforzados de su fundador. Mérida fue la primera en dar a Bolívar el título de Libertador, y ha sido puntera en las grandes causas del ideal. Su Alma Mater, la Universidad de Los Andes, ha tenido y tiene una personalidad inconfundible y un prestigio indiscutido en el campo de la educación, la ciencia y la cultura. Su iglesia dio a Venezuela su primer Cardenal José Humberto Quintero. Merideño integral fue uno de los maestros, investigadores y escritores de vida más honesta y más fecunda que ha habido en el país, y en la persona del insigne Tulio Febres Cordero.

Juan Rodríguez Suárez fue un hombre a quien, para desmentir el proverbio romano, no ayudó la fortuna a pesar de su ilimitada audacia. No obtuvo recompensa por sus hechos, y por lo contrario, La Audiencia de Bogotá le condenó “a ser arrastrado a la cola de un caballo por las calles públicas de esta ciudad y llevado al rollo, donde sea hecho cuatro cuartos, los cuales se pongan en los cuatro caminos más principales y públicos y no sean quitados sin nuestra licencia y mando, so pena de muerte”. Y la cabeza sea puesta en dicho rollo, y no sea de allí quitada so la dicha pena. Por graves que fueran los cargos que se le hicieran y concordantes los testigos que le malquerían, no se explica que pudiera haber merecido este final, del que su audacia y el aprecio que mereció de otros conquistadores le salvó”.

Se escapó de sus captores de Santa Fé de Bogotá ayudado por amigos y por algún sacerdote. Reventando caballos volvió a la ciudad que había fundado y se refugió en Trujillo, acogiéndose a la protección de García de Paredes, porque la justicia de Santa Fé de Bogotá llegaba a los límites de lo que ahora son los estados Mérida y Trujillo. Trujillo pertenecía a la Audiencia de Santo Domingo y por tanto Rodríguez Suárez constituye el primer caso de asilo en la historia de América.  No hubo otro juicio contra el Caballero de la Capa Roja. Vendió cara su vida enfrentando a los indios pero prefirió esta muerte a ser destrozado por cuatro caballos en la dura tierra bogotana.

En todo caso, sus proezas tuvieron recompensa histórica. No solo quedó su nombre ligado a la encarnación del valor increíble, del que fue prototipo, de ese que dieron muestras los conquistadores, puñado de hombres que con arrojo inverosímil logró ocupar y denominar un continente, sino que su nombre queda para la historia y ha merecido el bronce como el fundador de una ciudad que perenniza en la soberbia cordillera de Los Andes el recuerdo de su “Emérita Augusta” y que es una de las más bellas, de las más acogedoras y de las más ilustres capitales de Venezuela.

Con la inauguración de la estatua de Juan Rodríguez Suárez se inició una polémica entre profesores e historiadores de la Universidad de Los Andes en contra de la misma.

En 1994, el profesor de la Escuela de Letras de la Universidad de Los Andes e investigador de la cultura Tatuy, Andrés Márquez Carrero, al hacer una breve descripción de su libro intitulado Juan Rodríguez Juárez: conquistador y fundador de Mérida, manifestaba que dicha obra permitiría “reflexionar con mayor claridad sobre la estatua de la infamia erigida en Mérida a este conquistador español, el más cruel y criminal en toda la historia de esta ciudad”.

Tiempo después, en 1997, expresaba que “lo lógico y sensato” era que la estatua del “Jinete de la muerte” debía ser destruida y quitada del lugar en donde estaba erigida. Posteriormente, en junio de 1999, Márquez Carrero volvía a referirse en la prensa al monumento levantado en honor a Juan Rodríguez Suárez, y preguntaba a los lectores “¿Conoce usted el monumento al Jinete de la Muerte en Mérida?”

El 29 de noviembre de 2006, bajo supervisión del escultor Manuel de La Fuente, la estatua fue removida del lugar, ya que por allí pasaría una de las vías del sistema de transporte masivo Trolebús de Mérida que en ese momento se estaba construyendo.

Tiempo después, la estatua fue llevada a la sede principal de Tromerca, localizada en las inmediaciones de la población de Ejido donde permanece hasta la actualidad, bajo el “celo” de unos “protectores” que impiden el acceso al sitio.

Fotografías: Germán D’ Jesús Cerrada y Samuel Hurtado C. Fuente:  Hemeroteca de Germán D’ Jesús Cerrada y IAM Venezuela.  

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