lunes, 30 de noviembre de 2020

El Colegio San José. Parte III.

 MÉRIDA DE AYER


Por Álvaro Sandia Briceño
Y Germán D'Jesús Cerrada
La Compañía de Jesús, la orden fundada por San Ignacio de Loyola, se convirtió con el tiempo en un prodigio en la enseñanza. San Ignacio de Loyola según su biógrafo Juan Miguel Gamuza "Tiene en su tiempo la audacia de los conquistadores y de los grandes capitanes una característica: el heroísmo". Todo santo es un héroe, escribe Gregorio Marañón, pero en San Ignacio el tema heroico adquiere una realidad y una grandeza patética".

El Colegio San José de Mérida tuvo siete Rectores: Luis Zumalabe (1927-1933), Julián Barrena (1933-1939), Dionisio Goicochea (1939-1944), Cirilo Rezola (1944-1948), José María Velaz (1948-1954), Luis Arizmendi (1954-1960) y Jesús Francés (1960-1962).

Vamos a concentrarnos en esta nota en uno de los Rectores más relevantes del Colegio San José: el Padre José María Velaz.

El Padre Velaz nació el 4 de diciembre de 1910 en Rancagua, Chile, hijo de padres vascos que habían emigrado a ese país en busca de mejores condiciones de vida. Rancagua, en idioma mapuche, quiere decir "lugar de hierbas" y está situado a 82 kilómetros al sur de Santiago. Al fallecimiento de su padre volvió a España y en 1928 entró en el noviciado de Loyola. Cuando el gobierno de Azaña ordenó la disolución de la Compañía de Jesús en el territorio español, confiscó todos sus bienes y la expulsión de los 3.001 jesuitas que la integraban. El exiliado novicio José María Velaz tuvo que continuar sus estudios en Marnefe, Bélgica.

Fue enviado a Venezuela y llegó el 26 de agosto de 1936 al Colegio San Ignacio de Loyola en Caracas. Volvió a España a continuar sus estudios de teología y recibió la ordenación sacerdotal en Oña (Burgos) el 15 de julio de 1943.

Volvió a nuestro país el 3 de octubre de 1946 para quedarse definitivamente.

Designado Rector del Colegio San José, además de supervisar la marcha de los estudios y mantener el fundamento y el logro de los objetivos de la comunidad jesuita, abrió las puertas del Colegio a los obreros e hijos de obreros de la ciudad y creó una Escuela Nocturna que empezó a funcionar el 10 de noviembre de 1950, bajo la dirección del Hermano Bonet, con seis alumnos, al finalizar el año escolar ya eran 104 y llegó a tener más de 400 alumnos, lo que superaba el número máximo de internos y externos en el Colegio. Esa Escuela Nocturna fue indudablemente la simiente de la Organización Fe y Alegría, extendida en tres continentes y que hoy educa a más de 1.500.000 niños, niñas, jóvenes y adultos de sectores pobres, rurales e indígenas. La mayoría de los profesores de la Escuela Nocturna eran los propios alumnos, casi todos pertenecientes a familias de alto nivel económico, porque el Padre Velaz quería que vieran la realidad de la pobreza y el sacrificio de quienes tenían que trabajar para lograr su sustento y el de los suyos, y que luego acudían en la noche para tratar de formarse y buscar un destino mejor.

La Tragedia del DC-3. El 15 de diciembre de 1950 ocurrió un hecho doloroso cuando el avión que llevaba a veintisiete alumnos del Colegio San José de Mérida a Caracas se estrelló en el Páramo Los Torres en el Municipio Monte Carmelo del Estado Trujillo. El Padre Velaz se ocupó personalmente de la búsqueda del avión y del rescate e identificación de los que habían sido sus alumnos.

Fueron enterrados el 18 de ese mes en el Cementerio General del Sur en Caracas, en ceremonia presidida por el Arzobispo de Caracas Monseñor Lucas Guillermo Castillo.

Una infinita tristeza embargó el espíritu del Padre Velaz y se dispuso a honrar la memoria de los muchachos cuyas vidas habían sido segadas cuando apenas empezaban a florecer. De esa infinita tristeza nació la Casa de Ejercicios Espirituales de San Javier del Valle Grande, que mira siempre las blancas cumbres del Pico Bolivar y en cuya capilla se puede leer la hermosa dedicatoria del Padre Velaz:
Eran 27 muchachos/que caminaban por la tierra/y pasaron por aquí de nuestra mano,/y ahora viven en el cielo,/
y nos dejó otra sentida frase: ", Jesús, divino piloto, viajaba con ellos y se los llevó a la felicidad inmortal".

El Padre Velaz murió el 18 de julio de 1985 en San Ignacio del Masparro, una más de sus obras, allá en el llano indómito, tratando de que esas tierras fueran una nueva Altamira como las de Santos Luzardo y Marisela y arrebatadas a los designios del Hato El Miedo de
las Doñas Bárbaras de todos los tiempos.  

Solicitó que sus restos fueran enterrados en San Javier del Valle Grande, cerca de las hélices del DC-3 que en la cascada recuerdan a la aeronave que nunca llegó a su destino y que perennizan la memoria de los 27 alumnos del Colegio San José y también cerca de las aulas y los talleres de Fe y Alegría,  su otra gran obra. Algún día la ciudad de Mérida erigirá una estatua y bautizará una Avenida con el nombre del Padre José María Velaz, como un homenaje a este sacerdote quien se adelantó muchos años al pensamiento del Padre Pedro Arrupe, Prepósito General de la Compañía de Jesús, cuando en 1971 ordenó un cambio en los objetivos de la comunidad jesuita al decir que "la educación es indispensable para solucionar de verdad el problema de la miseria" e invitaba a hacer de los colegios "instrumentos para la formación de hombres conscientes de la necesidad de cambios radicales". Ya el Padre Velaz al fundar la Escuela Nocturna del Colegio San José y la Organización Fe y Alegría, había hecho realidad las tajantes palabras del Padre Arrupe.

Composición fotográfica de Germán D'Jesús Cerrada 

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