Por Álvaro Sandia Briceño
COLOMBIA: La afición taurina colombiana, una de las más importantes y conocedoras del pequeño planeta del toro...no es de ayer, ni de unos pocos años atrás.
Se remonta con profundas raíces a los tiempos de la Colonia, cuando en los países iberoamericanos se ordenaba la celebración de fiestas españolas.
En los días de la Colonia se realizaron las primeras corridas de toros y para ello se aprovecharon los toros criollos cimarrones, toros ariscos y montunos que embestían algunos de ellos tan bien como hoy lo hacen los de pura casta.
Fueron famosos los toros calentanos y tilateños que pastaban en las cálidas tierras de Canoas y Tilatá en los Llanos y el Tolima, como bien lo asienta Alberto Lopera "Loperita" en su libro "Colombia tierra de toros", al hablar de la fiesta brava en el vecino país.
Alfonso Bonilla Aragón en el Prólogo del libro "Historia de los toros en Cali", refiere que:
"En 1528 Sebastián de Belalcázar trajo a Cali en la impedimenta de sus trescientos soldados, varias piaras de animales de pelo y pluma, entre ellos vacas de procedencia española, aclimatadas en sus latifundios de San Francisco de Quito".
En Colombia, hasta 1925, todas las corridas se celebraban con toros criollos colombianos hasta que en ese año llegaron los primeros ejemplares españoles importados por Ignacio Sanz de Santamaría, en Bogotá, y Jaime Vélez Daniels, en Cartagena, y hoy unas treinta ganaderías de reses bravas pastan en tierras colombianas, suficientes para las fiestas que se celebran en Bogotá, Medellín, Cali, Manizales, Cartagena, Armenia, Palmira, Popayán, Barranquilla e Ibagué, con sus grandes ferias taurinas, hoy un tanto apagadas por la pandemia que azota al mundo. En las Ferias Taurinas en Colombia se presentan los mejores toreros del mundo y se calcula que acuden cerca de dos millones de espectadores. En los años en que se presentaban estas Ferias, algunas de ellas desaparecidas o con menos corridas de las que antes se programaban, se llegaron a realizar hasta 70 corridas de toros en el año.
Muchos aficionados taurinos venezolanos hemos disfrutado de las Ferias colombianas particularmente de las de Cali, Manizales y Bogotá en su señorial Plaza de Toros Santamaría.
La precursora de la actual Plaza de Toros y Santamaría fue una plaza de madera ubicada en el costado occidental del Parque del Centenario, y en su arena torearon El Gallo, Bienvenida, Alcalareño, Corcito, Ale, Algabeño, Chiquito de Begoña, Silveti, Saleri II, entre los más importantes, y se presentaron toros españoles de Veragua, Miura y Santa Coloma.
La actual Plaza de Santamaría con la bella fachada que hoy luce fue inaugurada el 8 de febrero de 1931, con boletería prácticamente agotada y en los tendidos se apretujaron cerca de 15.000 espectadores, con un cartel integrado por el valenciano Manolo Martínez, Mariano Rodríguez "El Exquisito", sevillano, y Ángel Navas "Gallito de Zafra" con toros de Mondoñedo. Asistió el Presidente de la República de Colombia doctor Enrique Olaya Herrera, quien se aficionó a las fiestas de los toros desde su juventud en su natal Guateque, y parte de su tren ministerial. El diario El Tiempo reseñó la corrida como regular, con sólo un toro bueno y los demás bastante aplomados.
Composición fotográfica de Germán D'Jesús Cerrada
Se remonta con profundas raíces a los tiempos de la Colonia, cuando en los países iberoamericanos se ordenaba la celebración de fiestas españolas.
En los días de la Colonia se realizaron las primeras corridas de toros y para ello se aprovecharon los toros criollos cimarrones, toros ariscos y montunos que embestían algunos de ellos tan bien como hoy lo hacen los de pura casta.
Fueron famosos los toros calentanos y tilateños que pastaban en las cálidas tierras de Canoas y Tilatá en los Llanos y el Tolima, como bien lo asienta Alberto Lopera "Loperita" en su libro "Colombia tierra de toros", al hablar de la fiesta brava en el vecino país.
Alfonso Bonilla Aragón en el Prólogo del libro "Historia de los toros en Cali", refiere que:
"En 1528 Sebastián de Belalcázar trajo a Cali en la impedimenta de sus trescientos soldados, varias piaras de animales de pelo y pluma, entre ellos vacas de procedencia española, aclimatadas en sus latifundios de San Francisco de Quito".
En Colombia, hasta 1925, todas las corridas se celebraban con toros criollos colombianos hasta que en ese año llegaron los primeros ejemplares españoles importados por Ignacio Sanz de Santamaría, en Bogotá, y Jaime Vélez Daniels, en Cartagena, y hoy unas treinta ganaderías de reses bravas pastan en tierras colombianas, suficientes para las fiestas que se celebran en Bogotá, Medellín, Cali, Manizales, Cartagena, Armenia, Palmira, Popayán, Barranquilla e Ibagué, con sus grandes ferias taurinas, hoy un tanto apagadas por la pandemia que azota al mundo. En las Ferias Taurinas en Colombia se presentan los mejores toreros del mundo y se calcula que acuden cerca de dos millones de espectadores. En los años en que se presentaban estas Ferias, algunas de ellas desaparecidas o con menos corridas de las que antes se programaban, se llegaron a realizar hasta 70 corridas de toros en el año.
Muchos aficionados taurinos venezolanos hemos disfrutado de las Ferias colombianas particularmente de las de Cali, Manizales y Bogotá en su señorial Plaza de Toros Santamaría.
La precursora de la actual Plaza de Toros y Santamaría fue una plaza de madera ubicada en el costado occidental del Parque del Centenario, y en su arena torearon El Gallo, Bienvenida, Alcalareño, Corcito, Ale, Algabeño, Chiquito de Begoña, Silveti, Saleri II, entre los más importantes, y se presentaron toros españoles de Veragua, Miura y Santa Coloma.
La actual Plaza de Santamaría con la bella fachada que hoy luce fue inaugurada el 8 de febrero de 1931, con boletería prácticamente agotada y en los tendidos se apretujaron cerca de 15.000 espectadores, con un cartel integrado por el valenciano Manolo Martínez, Mariano Rodríguez "El Exquisito", sevillano, y Ángel Navas "Gallito de Zafra" con toros de Mondoñedo. Asistió el Presidente de la República de Colombia doctor Enrique Olaya Herrera, quien se aficionó a las fiestas de los toros desde su juventud en su natal Guateque, y parte de su tren ministerial. El diario El Tiempo reseñó la corrida como regular, con sólo un toro bueno y los demás bastante aplomados.
Composición fotográfica de Germán D'Jesús Cerrada
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