Jesus Ramirez "El.Tato"
Fotos Germán D'Jesús Cerrada
Las palabras no fluyen cuando se empaña el alma y Hugo Domingo Molina con su sorpresiva partida en la madrugada de este sabado, nos deja con los toros tristes en el verdor del frío campo, las plazas mustias a la espera de clarines y los aficionados mudos ante la desaparición del hijo tachirense que lo dió todo por su pueblo y su afición taurina.
Desde que Don José Domingo Molina y Maria Teresa del Carmen Colmenares lo trajeron al mundo en 1.937, venía forjado ya el hombre luchador, visionario sin miedo y profundo amor al terruño.
No presumía Hugo de su esfuerzo y vocación con los cuales abrio caminos siempre al lado de la gente, desde la Contraloría General del estado Tachira, recién graduado en la UCAB, luego en la administración de la lotería del Tachira, cuando saco la institución de la vieja casona para el nuevo edificio de la avenida libertador, y desde allí diseño el apoyo a la naciente vuelta ciclística al Tachira que se convirtió en el más importante clasico pedalistico de América. Igual con la feria taurina, nacida en La Concordia entre vigas y láminas y que convirtió en una plaza monumental con el apoyo de un grupo de coterraneos que hicieron realidad este sueño que transformó la capital tachirense y que con el devenir de los años hizo crecer la ciudad de empinadas calles con imponentes avenidas y hoteles, producto de un soñador realista.
Y no era fácil traer toros de lidia de España, México o Colombia, pues el achinado cacique taribero, bien asesorado, fundó no una, sino tres ganaderias que lo hacían vibrar de emoción cuando daba las vueltas al ruedo triunfales, y que hoy esas divisas son con orgullo, piezas fundacionales de la amplia cabaña brava venezolana.
No todo fue camino de rosas para el visionario empresario, que tuvo que tomar decisiones trascendentales para dar paso a la ambición ajena que corroe y se edifica sobre bases falsas entre coros de alacranes.
A Hugo, -muy pocas veces le decíamos licenciado por el trato amistoso de 47 años- le preocupaba el futuro de nuestra fiesta, se lo había comentado al colega Victor José López, y cuando desgraciadamente a lo mejor con su astucia y conocimientos planificaba acciones para la nueva normalidad que ha de venir, !zuaz!! pasa lo inesperado y se va en volandas al cielo, dejando eso sí, una huella de honestidad irrebatible, y un hogar de hombres y mujeres bien formados, que desde "La Molinera" en la urbanización Torbes de San Cristóbal, seguirán el camino recto y limpio con los hierros ganaderos que deberán seguir siendo, ahora más que nunca, parte importante de nuestra golpeada fiesta brava.
Descansa en paz Hugo que trascenderas por sus hechos y acciones, por los siglos de los siglos.
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