lunes, 22 de febrero de 2021

50 AÑOS DEL MILAGRO DE AEROPOSTAL

MÉRIDA DE AYER


Álvaro Sandia Briceño
Y Germán D’ Jesús Cerrada
Mérida, la ciudad turística y estudiantil de Venezuela, fue sacudida el lunes 25 de enero de 1971, hace 50 años, por la tragedia ocurrida en el sector Las Quebraditas, Páramo de Los Conejos, cuando el avión de Aeropostal, vuelo 359, se estrelló a los siete minutos de haber despegado del Aeropuerto “Alberto Carnevali”.

El gobernador de Mérida, Dr. Germán Briceño Ferrigni, regresaba en vuelo privado de la ciudad de San Cristóbal donde había asistido a la Feria de San Sebastián concluida el día anterior. Lo acompañaban Jorge Sandia Briceño, Arturo Rodríguez y Álvaro Sandia Briceño. Al arribar al aeropuerto merideño coincidieron con los pasajeros del fatálico vuelo, se saludaron y se despidieron.

La aeronave empleada en el vuelo 359 era un Vickers 749 Viscount (siglas YV-C-AMV), que para 1971 tenía 15 años de servicio en Aeropostal, ya que el fabricante la entregó a la aerolínea en el año 1956. La tripulación del vuelo estaba conformada por el capitán Luis Mendoza García, el copiloto Rafael Fernández Trujillo y las azafatas Eduvigis Guerra y Norma La Russo, y sus 43 pasajeros.

De los pasajeros, 15 no sufrieron herida alguna o muy leves y pudieron auxiliar a muchos otros. El teniente coronel Humberto Ramírez Méndez, perteneciente a la Primera Sección del Ejército de Conejo Blanco, con un profundo corte en la frente, escoriaciones en el rostro y golpes en todo el cuerpo, fue uno de los primeros en salir del avión por uno de los amplios boquetes producidos al partirse el fuselaje. Su primer cuidado fue para una joven que, con el brazo izquierdo destrozado, perdía sangre en abundancia. Con su corbata el coronel Ramírez Méndez le hizo un torniquete y luego, al ver que los otros ilesos atendían a los heridos, emprendió la marcha en busca de auxilio con otros dos compañeros de viaje.

Luego de una penosa caminata de varios kilómetros cerro abajo, dificultada aún más por el dolor de sus lesiones, el militar y sus compañeros llegaron hasta una casa campesina donde una niña de doce años los condujo hasta el lugar donde podían pedir socorro. Llegaron hasta el sector Casas Blancas de Las Cruces; el coronel tomó un teléfono y llamó al gobernador Germán Briceño Ferrigni notificándole lo ocurrido. Lo más asombroso fue que el coronel y sus dos compañeros tuvieron aún fuerzas para volver al sitio del accidente y colaborar en la atención de las víctimas.

La llamada llegó a la estación de CANTV Mérida para hacer enlace con el despacho del gobernador, siendo ésta oída por la encargada de hacer el enlace, y a los minutos se lo comunicó a su amigo Pedro Mendoza de Radio Los Andes, quien  a su vez informó al comunicador Germán Uzcátegui Rivas. Este último, haciéndose pasar como ejecutivo de Aeropostal, llamó a las oficinas de la empresa para comprobar el accidente, dando luego la información exclusiva en cuatro boletines seguidos sobre el desastre que había ocurrido. La noticia por Radio Los Andes inmediatamente alarmó a la población y llenó a la ciudad de consternación.

El gobernador Briceño Ferrigni sin perder tiempo emprendió viaje al sitio de Casas Blancas. Igualmente, inmediato de conocerse la información, se instaló el Hospital de Campaña en una casa habilitada donde se brindaron los primeros auxilios a los heridos. Llegaron a Las Cruces médicos, ambulancias, personal de rescate y el presbítero Deogracias Corredor, quien se encargó de suministrar los últimos sacramentos a los moribundos. Ya habían llegado al lugar los doctores Rafael Abzueta y Juan de Dios Celis, quienes con su experiencia empezaron a organizar el improvisado hospital.

Al lugar de la tragedia, “Las Quebraditas” del Páramo de los Conejos, a una hora a pie de Las Cruces en la carretera de Jaji, subió mucha gente, unos para ayudar y otros para ver que recuerdo se traían. Mientras llegaban los primeros heridos se habilitaron el viejo Hospital de Los Andes, ubicado en la Av. 3 Independencia, y la Clínica Mérida en la Av. Urdaneta.

Toda la tarde y las primeras horas de la noche las sirenas no dejaron de sonar en las ambulancias que trasladaban, desde el sitio de operaciones Casas Blancas, a los heridos por la carretera Panamericana y avenidas de Mérida a los centros de salud antes descritos.

El rescate se hizo en tiempo récord. En seis horas todos los heridos habían sido ya evacuados y estaban en vías de ser atendidos por médicos y estudiantes de Medicina de la Universidad de Los Andes, en Mérida.

La tarea de rescate no fue fácil, se realizó en medio de condiciones adversas. El páramo dificultó el avance de las patrullas, la niebla se hizo presente a las tres horas de haberse producido la tragedia y, por último, una lluvia ocasional se dejó caer cuando faltaba poco para la puesta del sol.

Conocida la tragedia se empezó a especular sobre los motivos del accidente aéreo. El aparato despegó normalmente y es falso que llevaba dos pasajeros de más. Por el contrario, tenía aún cuatro plazas disponibles en su total de 48 asientos. Según el supervisor de la torre de control del aeropuerto de Mérida, Héctor L. Murzi, el avión recorrió el tramo normal de pista antes de levantar vuelo; tampoco el comandante Mendoza llamó por radio a la torre de control indicando, a los pocos minutos, que el avión estaba en emergencia. La tragedia sobrevino de modo imprevisto y sin aviso, aunque algunos de los sobrevivientes declararon que les parecía extraño que el avión volase aún a baja altura.

Una decisión del capitán Mendoza permitió los numerosos sobrevientes. Al percatarse que su avión Viscount perdía altura y velocidad rápidamente, realizó la maniobra denominada “arborizar” que, como su nombre lo indica, consiste en posar el avión sobre la copa de los árboles y aterrizando sobre los arboles evitó un impacto de frente que habría sido aún más desastroso.

En el momento del primer impacto, algunos pasajeros se habían despojado ya de sus cinturones de seguridad, mientras otros continuaban aún abrochados. Los que habían desatado sus cinturones fueron proyectados en todas direcciones.

A medida que pasaban las horas se empezaron a conocer la lista de sobrevivientes y fallecidos. En el grupo había personas muy conocidas en la ciudad que habían escapado a la muerte, entre ellos el dirigente político Néstor Luis Trejo, el dirigente deportivo e ingeniero Luis Alberto Jiménez Ron y el comerciante José Rafael Guillén.

En el vuelo de Aeropostal viajaban además 25 integrantes de la convención que había celebrado la empresa Stanhome en la ciudad de Mérida, muriendo 13 del grupo. De todos los sobrevientes fallecieron posteriormente el copiloto y una joven merideña. La atención médica oportuna salvó muchas vidas.

Lista de Sobrevivientes:
Omaira Ayala, Héctor González Pulido, Lucila Medina, Anna Benmaman, Jesús Guillén, Esteban Méndez, Sergio Briceño Salas, José R. Guillén, Manuel de  Jesús Alfonso Morantes, Ana Carpio, Eduardo Hernández, Lourdes Mosquera, Jorge A. Casanova Necker, Luis A. Jiménez Ron, Humberto Ramírez Méndez, Venancio Cordero, Fidelina Mahecha, Elsa Siguera de Messy, Carolina Chaney, José Toussaint, Alberto Taham, Vincent Chaney, Milagros de Toussaint, Néstor Luis Trejo, Andrés Fajardo, Nelly Medina Sánchez y Victoria Villacorta.

Lista de Fallecidos: 
María Bello de Scoffio, Doris Jiménez, Benito Ramón Mosquera, Ana Cárdenas de Ramírez, Eva Jiménez de Alvarado, Celia Teresa Rangel, Luis Manuel Dávila, Ma. Auxiliadora de Lima Lozada, Angélica Ríos de Villacorta, Gustavo Echeverría, Luisa Mata de  Cordero, Sonia Romero Sepúlveda, Carmen Ramona Galicia, Andrés Gabriel Medina, Rosa de Vilchez y Rosa Isabel Calderón, quien falleció una semana después del accidente.

El accidente de Aeropostal está lleno de anécdotas: una señora producto del shock ofreció caramelos a los soldados de una patrulla y los animó, muriendo horas más tarde en el Hospital de Mérida. El copiloto, capitán Rafael Fernández Trujillo, estaba aún vivo cuando el auxilio llegó a su lado. Lucia perfectamente consciente, aunque con heridas visibles, y hasta recomendó a un enfermero militar que no le colocase una transfusión de suero en el brazo derecho, sino en el izquierdo: “El derecho me duele una barbaridad”. Por la noche estaba muerto en el hospital. El padre Deogracias Corredor se acercó a uno de los heridos a quien vio muy mal con el ánimo de confesarlo, el herido le dijo: “Padre yo estoy bien” y le respondió el padre: “Pero si te confiesas te vas a sentir mejor” y terminando la confesión, cuando le dio la absolución, se le murió en los brazos. El médico José Freites de La Azulita, vecino de la tragedia, efectuó dos viajes de ida y vuelta para socorrer a las víctimas. Eduardo Phillips, gerente de la empresa Stanhome, fue la persona que con un extinguidor paró el incendio que se inició después de la tragedia y ayudó a rescatar a otros tres sobrevivientes, pese a encontrarse herido.

El 25 de enero de1971 fue un verdadero milagro. La tragedia podía haber sido de mayores proporciones de fallecidos. Ese día la iglesia celebra al santo San Pablo, a quienes muchos creyentes le atribuyeron el milagro.

Fuentes: Jesús Rondón Nucete en su portal Guion y Germán Uzcátegui Rivas. Hemeroteca particular, archivo y composición fotográfica de Germán D’ Jesús Cerrada. 






Hemos recibido testimonios de personas que vivieron la tragedia, a continuación los mismos:
 




La azafata Eduvigis Guerra sobreviviente de la tragedia de Aeropostal, actualmente vive en Londres, tiene 72 años, en el momento del accidente tenia 22 años












8 comentarios:

Unknown dijo...

Buenas noche!! Mi nombre es Carlos Rojas, hijo de lucrecia Uzcátegui la niña que ustedes mencionan en el relato, la cuál acompaño a un sobreviviente hasta la cruce desde las quebraditas!. En la tarde del día 09/01/2022, en conversación con mis padre, surgió la anécdota la cuál vivió ella ese 25 de enero del año 1971, y por pura curiosidad busque en internet lo relacionado a tal accidente aéreo!! Consiguiendome con su publicación!! Mayor fue la sorpresa para mi madre cuando la mencionan!! Recordando algunos nombre de las personas y momentos vividos!! Menciona ella que fue mi abuelo el señor Víctor Uzcátegui, quien al percartarce del accidente se dirigió primero a las cruces a buscar ayuda, y luego se encontró con mi madre cuando bajaba con uno de los sobreviviente!! Muy asustada pero llena de valor y a su corta edad mi madre dirigió en tan larga caminata a la persona que según ella parecía el piloto!!

Unknown dijo...

que orgullo decir que el capitan mendoza fue mi abuelo

Anónimo dijo...

El responsable del accidente, según los informes fue el capitan. Hasta fue suspendido .

Anónimo dijo...

El responsable del accidente??

Anónimo dijo...

Orgulloso que fue el culpable del accidente??

Anónimo dijo...

Cierto,le suspendieron la licencia de piloto

Anónimo dijo...

Eso no es cierto, todas las averiguaciones hechas por la Comisión aeronáutica, dijeron que fue una depresión atmosférica, porque si hubiera sido su culpa hubiera ido preso,tampoco en cierto que fue suspendido, estuvo hospitalizado por más de 1 año y quedó discapacitado de por vida

Anónimo dijo...

Jamás le suspendieron su licencia, soy una de sus hijas y lo digo con propiedad