sábado, 12 de junio de 2021

GRANDES TARDES DE TOROS COLEADOS

MÉRIDA DE AYER

Álvaro Sandia Briceño
Y Germán D’ Jesús Cerrada

Mérida sin ser un estado llanero ha tenido grandes tardes de toros coleados y numerosos seguidores. Las primeras mangas de coleo estuvieron en la Avenida Don Tulio, entre las facultades de Medicina e Ingeniería, luego en Campo de Oro, cerca del antiguo matadero municipal.

Son muchos los recuerdos para quienes tuvimos la oportunidad de presenciar grandes tardes de toros coleados en el marco de las ferias de la Inmaculada y del Sol, en la manga de coleo ubicada en los terrenos aledaños a la actual Plaza Monumental “Román Eduardo Sandia” de Mérida. Esta plaza fue construida por el Complejo Recreacional Albarregas S.A. (COREALSA), conjuntamente con la Gallera Monumental para las Ferias de la Inmaculada del año 1967 en los terrenos de lo que fue la Hacienda La Liria, adquirida por la Universidad de Los Andes a Don Francisco Dávila, su propietario durante muchos años. 

A los pocos años, la Gallera Monumental se convirtió en refugio de damnificados y luego los terrenos de la Manga de Coleo fueron convertidos en bloques de apartamentos. La manga de coleo fue desmantelada durante el gobierno regional de Florencio Porras.

Desde el año 1967 fueron muchos los merideños y llegados de otras regiones de Venezuela que le dieron renombre y fueron grandes promotores del coleo. Podemos recordar, entre otros: Germán Nucete Marquina, Álvaro Parra, Ernesto Contreras Angulo, los hermanos Ali y Ricardo Dávila Garcia, los Grisolia. También ganaderos merideños aportaban el ganado en su mayoría traído del Sur del Lago y el Llano, entre ellos, Rafael Ángel Grisolia, Adalberto González y Alfredo Venegas.

En las tardes de toros coleados hubo importantes coleadores, quienes acompañados de sus montas, representaron a estados con mucha tradición en este deporte: Barinas, Portuguesa, Lara, Guárico, Carabobo, Táchira, Distrito Federal y Zulia.

La música criolla de arpa, cuatro y maracas, muchas veces acompañaba a los coleadores en un tiempo en que los sombreros de jipi japa no habían sido sustituidos por el casco de metal que ahora es de obligatorio uso por los coleadores. Las cintas que las bellas asistentes colocaban en los hombros de los sacos de los liqui liquis de los coleadores eran paseadas con orgullo por los triunfadores, mientras recibían los aplausos de los asistentes.

Se destacaban en cada tarde de toros coleados bellas merideñas, entre ellas: Rosa Elena Calanche, Magaly Burguera, Pina Febres, Maritza Pineda.

Las talanqueras de la manga se llenaban de preciosas muchachas merideñas y universitarias que esperaban a los coleadores triunfadores para colocarles las cintas de colores  como premios por sus actuaciones en la manga. 

No faltaban las consabidas polarcitas, pero además muchos llevaban las botas de vino llenas especialmente de cubas libres, la bebida preferida por el sector estudiantil. La entrada era totalmente gratis, quienes querían estar en las talanqueras tenían que ir a la manga varias horas antes del evento, la manga era custodiada por efectivos de la Guardia Nacional que con peinilla en mano imponían respeto y orden, además de la policía estadal.

*CADA TARDE UNA CAPEA AL ESTILO ESPAÑOL*

En cada tarde se disfrutaba de verdaderas capeas al estilo español. Previos a las tardes de toros coleados, los novilleros y aspirantes de esos años llegaban a acuerdos con los organizadores y coleadores. Al finalizar el tiempo del toro, éstos eran toreados. Allí se enfrentaron a toros entre 300 a 400 kilos los futuros toreros y novilleros de renombre en la torería venezolana, a la mente nos llegan nombres que recordamos: Rafel Bordón, Ángel, “El Pirri” Rengifo, Leonardo Rivas, Enrique Torres, Nerio “El Tovareño” Ramírez, Rafael “El Mechas” Rincón, Giovanni Pereira, Luis Alfonso Segura, Humberto Álvarez, Néstor Rodríguez, Leonardo Salas, Oscar Corredor, Jesús Albert “El Castoreño” Araujo, Mauro Pereira, Giovanni “Zamurito” Saavedra, Fabian Ramírez, Alonso Valero, Ali Trejo, Freddy “Garapuyo” Ramírez.

Cada uno de ellos, con muleta y capote en mano, deleitaban a los asistentes con pases ante toros criollos demostrando valor y afición.

En esas capeas también salieron novilleros corneados. Ever Rojas, vecino del Barrio Pueblo Nuevo, hoy en día residenciado en el Vaticano recibió una cornada. La más grave que se recuerda la sufrió el merideño Enrique Torres; un toro blanco astifino, después de coleado le partió la femoral, la rápida atención médica le salvó la vida.

Las tardes de toros coleados y las capeas son recuerdos inolvidables de la Mérida de Ayer, donde los merideños sin ningún distingo disfrutaban a plenitud cualquier evento, en una Venezuela de libertades.

Fotos de Germán D’ Jesús Cerrada

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