Álvaro Sandia Briceño
Abelardo Raidi nació en Valencia el 25 de diciembre de 1914 y falleció en Caracas el 27 de enero de 2002.
Fue periodista, narrador deportivo, empresario de corridas de toros, promotor del turismo y admirador de las mujeres bellas.
Mis primeros recuerdos de Abelardo Raidi datan de cuando era narrador de los juegos del béisbol profesional venezolano. Me remonto a los tiempos del viejo Estadio Cerveza Caracas, propiedad de la empresa cervecera del mismo nombre, y ubicado en la zona de San Agustín de Caracas. Eran cuatro los equipos que disputaban el campeonato y el derecho a representar a Venezuela en la Serie del Caribe: Cervecería Caracas, Magallanes, Vargas y Venezuela, a los que también conocíamos como como los Lupulosos del Cervecería, los Turcos del Magallanes, los Sabios del Vargas y los Patriotas del Venezuela. Los domingos había un doble juego y el primero se iniciaba a las 9:30 de la mañana y el segundo veinte minutos después que terminaba el primero y ambos a nueve ininngs, a veces la transmisión se alargaba hasta las dos o tres de la tarde. Abelardo tenía una manera de narrar muy particular. A la segunda base la llamaba la base adúltera, porque la cuidan el short stop y el segunda base y cuando el pitcher daba una base por bolas, decía “va a primera suavecito como “Suelespuma” en alusión a unos zapatos de suela de goma muy vendidos en ese tiempo y de nombre “Suelespuma”
Eran los tiempos en que muchos de los jugadores criollos tenían sobrenombres simpáticos: Alejandro “Patón” Carrasquel, Alfonso “Chico” Carrasquel, “Carrao” Bracho y su primo “El Brujo” Bracho, ambos pitchers y zulianos, “El Ovejo” Finol, “Zamurito” Berbesía, “Pipita” Leal, Carlos “Terremoto” Ascanio, Víctor García, primera base, “El hombre de goma”, porque se estiraba para fildear las pelotas que le lanzaban los infilders hasta casi pegar las piernas a la base, “Tirahuequito” Machado, Luis “Camaleón” García, “Chucho” Ramos, “El indio” Cueche, Vidal López “El muchachote de Barlovento”, “Dumbo” Fernández, “Tarzán” Contreras, el “Cambao” Oliveros, “El Pollo” Malpica, ”El Conejo” Fonseca, “Buzo” Nelson, “Colorao” Monasterios, Luis Aparicio “El Grande de Maracaibo” y su hijo Luis “El Junior” Aparicio, y a los jugadores norteamericanos importados también le endilgaban algunos sobrenombres: “Viraito” Anderson, Morris “El flaco” Mozali, “El Galgo” Wade, todos estos del Cervecería Caracas.
El short stop del Venezuela era un venezolano de nombre Pantaleón Espinoza. Muy buenas manos para fildear pero muy malo en el bateo. Se ponchaba con mucha frecuencia y Abelardo lo bautizó “Poncheleón” Espinoza. En un juego de un domingo a Espinoza le habían propinado los pitchers rivales tres ponches en sus primeros turnos al bate y cuando vino a batear por cuarta vez anunció: “Viene a batear Eliodoro González P.”
Hago la advertencia de que Eliodoro González P. era el dueño de la fábrica de licores donde se embotellaba el célebre Ponche Crema, “delicia de los paladares venezolanos”, como decía la propaganda de este producto en la prensa y en la radio.
No sé por qué pero Abelardo le tenía “tirria” u “ojeriza” a un pitcher venezolano que jugaba con el equipo Venezuela propiedad de Juan Antonio Yánez, “Yanecito”, de nombre Julián Ladera y cuando éste lanzaba la bola al home decía “tira el negrejo Ladera y es bola, como siempre”. Hago la acotación de que Ladera fue un buen pitcher y llegó a jugar en la Liga AAA de la Asociación Americana de los Estados Unidos con los Sugars Kings, los “Reyes del Azúcar” del empresario cubano Roberto “Bobby” Maduro. Otros venezolanos que jugaban en este equipo fueron Emilio Cueche, Pompeyo Davalillo y “Carrao” Bracho, entre los que recuerdo. Estos juegos estos también los narraba Abelardo Raidi, haciendo su propia versión de lo que escuchaba por radio desde La Habana, sede del equipo.
Abelardo gozaba narrando el béisbol y nosotros, todos muchachos, disfrutábamos de su particular manera de narrar y describir las jugadas por las emisoras de radio de Caracas, porque la televisión no se ocupaba en aquellos tiempos de transmitir el béisbol y es bueno recordar que la televisión llegó oficialmente a Mérida el 9 de octubre de 1964, cuando Radio Caracas Televisión transmitió un especial dedicado a nuestra ciudad y a nuestro estado.
Fue de los primeros narradores de béisbol en la televisión venezolana, precisamente por Radio Caracas Televisión teniendo como comentarista a otro periodista venezolano de renombre, Omar Lares, quien publicaba su muy leída columna “De todo y para todos” en el diario El Universal los días jueves y la columna “Sprit”, dedicada a las estrellas del cine y la televisión, los días domingo.
Como dirigente deportivo Abelardo fue el Jefe de la Delegación venezolana en el Campeonato Mundial de Béisbol que se celebró en La Habana en 1941 y que ganó Venezuela, superando en el juego final al equipo de Cuba, con un magistral recital de pitcheo de Daniel “El Chino” Canónico.
El barco que trasladó al equipo venezolano cuando arribó al puerto de La Guaira, fue recibido con salvas disparadas por los buques de nuestra marina de guerra surtos en el puerto y seguido por centenares de pequeñas embarcaciones y ese mismo día el Presidente de la República, General Isaías Medina Angarita, les hizo un homenaje en el Palacio de Miraflores. Es importante destacar que la habilidad de Abelardo Raidi, en su condición de representante de la Delegación de Venezuela, fue fundamental al lograr que el partido final se pospusiera un día más, para que Canónico tuviera también un día más de descanso en su brazo de lanzar.
Abelardo Raidi se destacó fundamentalmente como periodista. Se inició en su Valencia natal escribiendo sobre basketbol en los diarios Mundial y El Cronista.
Durante muchos años fue Director de las páginas deportivas del Diario El Nacional de Caracas y Presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de Venezuela. Su columna semanal “La Pantalla de los Jueves” era seguida con especial delectación por quienes queríamos estar informados del acontecer social, deportivo, político y de la farándula de Venezuela y el mundo. Inició la publicación de la columna en el diario El Universal y luego en diario El Nacional, desde la fundación de este periódico en 1943, donde la mantuvo hasta su muerte en el año 2002, casi 61 años.
Como Presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de Venezuela, fue el organizador de las exitosas “Corridas de la Prensa” que tuvieron lugar primero en el Nuevo Circo de Caracas y luego, para aprovechar el mayor aforo, en la Plaza Monumental de Valencia, en las cuales hicieron el paseíllo en el ruedo las primeras figuras de la torería de España, Venezuela, México y Colombia, siempre con toros mexicanos porque no se habían iniciado las ganaderías de lidia venezolanas, salvo la de Guayabita, de Juan Vicente Ladera, que muchos años atrás había pertenecido a los hijos del General Juan Vicente Gómez y cuya sangre no había sido renovada con sementales de dehesas españolas.
Abelardo siempre salía retratado con bellas mujeres en las notas sociales, deportivas y taurinas de la prensa nacional.
Según el periodista Néstor Trujillo fue el fundador del Circuito del Magallanes en nuestro béisbol profesional, concurrió a 11 Copas Mundiales de Futbol y fue 237 veces jurado en concursos de belleza, tanto en el Miss Venezuela como en otros reinados de belleza dentro y fuera del país.
En una Corrida de la Prensa, con un buen cartel y toros mexicanos de la prestigiosa ganadería de Reyes Huerta, los toros resultaron sosos y aplomados y ninguno de los seis permitió el lucimiento de los toreros. En esa tarde aburrida, lo único que hizo alegrar y provocar risas a quienes plenaban el Nuevo Circo de Caracas, fue el grito de un aficionado en el tendido de sol: “Abelardo, llévate esos toros para una discoteca”.
Era frecuente verlo en los mejores restaurantes de Caracas. En una visita a Caracas de la bella actriz nacida en Túnez y radicada en Francia, Claudia Cardinale, Abelardo la invitó a cenar en el Restaurante Franco de Sabana Grande, del conocido Franco de Andreis. La noticia corrió como pólvora y muchos caraqueños se acercaron al restaurant para entrar, ver a la bella actriz y poder “echar el cuento”. La cantidad de curiosos y de pretendidos comensales le dio dos veces la vuelta a la manzana y la mayoría se regresó a sus casas frustrados al no poder entrar al prestigioso sitio de comidas, donde la proverbial atención de su dueño hacía que el sabor de todo lo que allí se disfrutaba mejorara en todo sentido.
En su columna de los jueves, Abelardo publicaba fotos de actrices y cantantes de fama. No podían faltar la Cardinale y su otra italiana favorita Sophia Loren, y de las cantantes españolas Sarita Montiel, Carmen Sevilla y Lola Flores. La única columna en que no publicó foto de alguna exuberante mujer fue cuando falleció Monseñor Gregorio Adam, Obispo de Valencia, y quien había sido su maestro en el Colegio La Salle de esa ciudad. El mismo Abelardo explicó en su columna que por respeto a su amigo el Obispo Adam, no publicaba la esperada foto de alguna belleza.
Fue un trotamundos y se vanagloriaba de coleccionar pasaportes. Visitó los cinco continentes y conoció 65 países. En el mes de enero de 1988 coincidimos en Madrid en FITUR la Feria del Turismo Internacional que se reúne allí todos los años por esas fechas. Yo asistí en mi condición de Consultor Jurídico de la Asociación Nacional de Hoteles de Venezuela ANAHOVEN, que presidía el empresario merideño Rafael Ramírez Castellano. Nos vimos en varias reuniones y recuerdo que estábamos en el Hotel Meliá Madrid, esperando para entrar al espectáculo de La Scala, cuando se me acercó para decirme que le habían comunicado de Caracas la infausta noticia del fallecimiento de Curro Girón.
Creo que fui el segundo venezolano después de Abelardo, que en España se enteró de la ingrata noticia.
El turismo en Venezuela fue siempre noticia en los “tips” de su columna. Abogó por la puesta en marcha de los hoteles de cinco estrellas y de crear las condiciones apropiadas para atraer al turismo internacional.
Cuando estaba por inaugurarse el hotel que estaba construyendo la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo de Venezuela (CONAHOTU) en Caraballeda, le iban a colocar el nombre de Hotel Guaicamacuto, no sé si era para unir los nombres del cacique Guaicaipuro y del lugar de ubicación, Macuto. Abelardo le dedicó varias columnas a solicitar se cambiase el nombre escogido y decía que se imaginaba a un gringo tratando de pronunciar tan enrevesado nombre. Por suerte la Cadena Sheraton se hizo cargo de la operación del hotel y le cambió el nombre, se llamó acertadamente Macuto Sheraton.
Cuando la aerolínea VIASA empezó a volar por los cielos de Europa y de América acuño un verbo: “Viasar” y fue el autor del eslogan “En VIASA el tiempo pasa volando”. La Juntas Directivas de VIASA y la de AVENSA le otorgaron sendos carnets de cortesía que le permitían viajar en primera clase para todos los destinos, nacionales e internacionales, de estas dos acreditadas líneas aéreas.
Como narrador deportivo obtuvo dos Guaicaipuros de Oro y el Premio Ondas de España por su programa de televisión “El Penthouse de Abelardo”.
Fue Presidente de la Asociación de Periodistas de América, Miembro de la Asociación Internacional de Periodistas Deportivos, fundador de la Federación de Periodistas Deportivos de América (ESPEDA), sección continental de la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva que instituyó el Premio Abelardo Raidi para premiar a los más destacados reporteros del área.
Perteneció a la Confederación Americana de la Prensa Turística, de la cual fue su primer presidente entre 1973 y 1979, además fue Presidente Honorario del Círculo de Periodistas Deportivos de Venezuela (CPD).
Fue Director de la emisora Radiodifusora Venezuela.
En 1998 fue exaltado al Salón de la Fama del Deporte Venezolano y el 3 de julio de 2003, a un año de su fallecimiento, al Salón de la Fama del Béisbol Profesional Venezolano.
Aunque Abelardo Raidi no fue un hombre político, su columna “La Pantalla de los Jueves” tenía tal alcance en el país y era tan grande el número de lectores, que en las elecciones de año 1963 fue llevado a la Cámara de Diputados en las listas del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) por el Estado Anzoátegui y en las elecciones de 1968 y en los siguientes tres periodos en las listas de COPEI por el Zulia y el Distrito Federal.
Fue un diputado conciliador y respetado por las demás fracciones representadas en el Congreso Nacional y siempre fue electo por unanimidad Presidente de la Comisión de Turismo de la Cámara de Diputados.
Cuando el Presidente Rafael Caldera inició su primer periodo presidencial en 1969, le ofreció a Abelardo Raidi la Dirección de Turismo del Ministerio de Fomento o la Presidencia de la CONAHOTU, la empresa del estado venezolano propietaria y operadora de la red hotelera integrada por los hoteles Maracay, Cumanagoto en Cumaná, Miranda en Coro, Bella Vista en Margarita, Trujillo, Llano Alto en Barinas, Moruco en Santo Domingo, Prado Río en Mérida, Aguas Calientes en Ureña y El Tamá en San Cristóbal, además del Teleférico de Mérida. No aceptó el ofrecimiento para no comprometer su independencia política, pero apoyó siempre todas las iniciativas de Diego Arria, designado luego por el Presidente Caldera como Presidente de la CONAHOTU, hoy CORPOTURISMO.
Aprovechaba la coincidencia de su cumpleaños, 25 de diciembre, con la fiesta de Navidad, para reunir en su Quinta “Chulísima” de la Urbanización Cerro Verde de Caracas, a sus amigos y relacionados de las esferas políticas, social, económicas, artísticas y de la farándula. En uno de esas fiestas, entre los invitados, estaban el Presidente Caldera, el Dr. Gonzalo Barrios, Presidente de AD, el Dr. Jóvito Villalba, Secretario General de URD, el empresario Eugenio Mendoza y nuestro artista Simón Díaz. La simpática fotografía de ese grupo al cual se agregó el anfitrión en una demostración de cordialidad y acercamiento político, fue destacada en la primera página del diario El Nacional del día siguiente y en las sociales de los demás diarios caraqueños.
Cuando estábamos en plena construcción de la Plaza de Toros de Mérida, que hoy lleva el nombre de Román Eduardo Sandia, invitamos a los periodistas taurinos de los diarios de Caracas. Vinieron José Cabello Arizaleta, quien firmaba sus crónicas y fue siempre conocido como Pepe Cabello, don Antonio Aragón, José Vicente Fossi, los corresponsales de las agencias internacionales EFE de España y ANSA de Italia, dos periodistas de apellido Navarro, españoles y que advirtieron que no tenían nexos de familia y por supuesto, Abelardo Raidi. La tarde anterior tuvimos una reunión de trabajo en el Hotel Prado Rio para planificar la bienvenida y el programa para agasajar a los visitantes.
Los recibimos en el aeropuerto. La aerolínea Avensa había obsequiado los pasajes y el Hotel Prado Río y su Gerente don Virgilio Angulo Mata, el hospedaje. Ya habíamos acordado que cada miembro de la Junta de Ferias y Fiestas tendría a su cargo uno de los periodistas, a mí me correspondió atender a José Vicente Fossi del diario La Esfera y de la Cadena Capriles.
Del aeropuerto fuimos al Hotel Prado Río donde los invitados disfrutaron de un desayuno que incluyó huevos a la ranchera, arepas de trigo paramero, mantequilla criolla de El Vallecito, café y jugo de naranja. Luego los llevamos a conocer la nueva Mérida que, gracias al esfuerzo de los empresarios merideños, se estaba iniciando.
El almuerzo fue en el Mérida Turismo, hoy sede del Club Demócrata, obsequiado por su propietario Nectario González, y luego visitamos el Hotel La Pedregosa, entonces en construcción, al Mérida Country Club, recién inaugurado, y finalmente nos acercamos a la joya de la corona, la Plaza de Toros, con sus graderíos y encofrados apenas levantándose.
Román Eduardo Sandia, el ingeniero residente de ese coloso, expuso con lujo de detalles el proyecto del coso taurino y atendió las preguntas que se le hicieron en relación a la obra. Don Marciano Uzcátegui Urdaneta, Presidente de la Junta de Ferias explicó el programa, apenas incipiente, de lo que se pensaba hacer en esa Feria de la Inmaculada, que así se denominaban las Ferias de Mérida antes de llamarse Ferias del Sol.
Abelardo Raidi fue un enamorado de Mérida y creo que también de las mujeres merideñas. Desde el primer momento se emocionó con Mérida y con nuestra Plaza de Toros. Nos sugirió un lema “Una Feria Cumbre en las Cumbres” para esa Feria de la Inmaculada, y así se colocó en las vallas que se contrataron con la empresa Publicidad Vepaco, y que fueron ubicadas en puntos estratégicos de Caracas y en las principales carreteras que conducían a Mérida, con un hermoso toro saliendo del ruedo, diseñado por Manuel de la Fuente.
En sus diversos viajes a nuestra ciudad, Abelardo Raidi se paseó por nuestros páramos, disfrutó de los paisajes, trató con la gente humilde y trabajadora del Mercado Principal, fue a la Plaza de Toros y allí vio a los estudiantes enferiados que lo reconocieron y saludaron con especial cariño.
En una de sus visitas lo acompañé a visitar diversos sitios de la ciudad, entre ellos el Parque de los Chorros de Milla y el Parque Acuario y recuerdo que, en el Libro de Visitantes de este singular atractivo turístico, en aquel entonces con peces de los diversos ríos y lagunas de la región y del país en sus múltiples acuarios, estampó una simpática frase: “Mérida, deja que te mire y te admire”.
Cuando cumplió cincuenta años al frente de las páginas deportivas de El Nacional, hizo un recuento de su historia periodística, evocó muchas de sus columnas de prensa y demostró una vez más su gran afecto por nuestra ciudad cuando escribió algo memorable: “Mérida es la ciudad que le encargó Dios a Walt Disney”. Que mejor elogio para nuestra ciudad que esta frase de Abelardo Raidi, periodista, parlamentario, taurino, y sobre todo un eterno enamorado de la bella Mérida.
Mis primeros recuerdos de Abelardo Raidi datan de cuando era narrador de los juegos del béisbol profesional venezolano. Me remonto a los tiempos del viejo Estadio Cerveza Caracas, propiedad de la empresa cervecera del mismo nombre, y ubicado en la zona de San Agustín de Caracas. Eran cuatro los equipos que disputaban el campeonato y el derecho a representar a Venezuela en la Serie del Caribe: Cervecería Caracas, Magallanes, Vargas y Venezuela, a los que también conocíamos como como los Lupulosos del Cervecería, los Turcos del Magallanes, los Sabios del Vargas y los Patriotas del Venezuela. Los domingos había un doble juego y el primero se iniciaba a las 9:30 de la mañana y el segundo veinte minutos después que terminaba el primero y ambos a nueve ininngs, a veces la transmisión se alargaba hasta las dos o tres de la tarde. Abelardo tenía una manera de narrar muy particular. A la segunda base la llamaba la base adúltera, porque la cuidan el short stop y el segunda base y cuando el pitcher daba una base por bolas, decía “va a primera suavecito como “Suelespuma” en alusión a unos zapatos de suela de goma muy vendidos en ese tiempo y de nombre “Suelespuma”
Eran los tiempos en que muchos de los jugadores criollos tenían sobrenombres simpáticos: Alejandro “Patón” Carrasquel, Alfonso “Chico” Carrasquel, “Carrao” Bracho y su primo “El Brujo” Bracho, ambos pitchers y zulianos, “El Ovejo” Finol, “Zamurito” Berbesía, “Pipita” Leal, Carlos “Terremoto” Ascanio, Víctor García, primera base, “El hombre de goma”, porque se estiraba para fildear las pelotas que le lanzaban los infilders hasta casi pegar las piernas a la base, “Tirahuequito” Machado, Luis “Camaleón” García, “Chucho” Ramos, “El indio” Cueche, Vidal López “El muchachote de Barlovento”, “Dumbo” Fernández, “Tarzán” Contreras, el “Cambao” Oliveros, “El Pollo” Malpica, ”El Conejo” Fonseca, “Buzo” Nelson, “Colorao” Monasterios, Luis Aparicio “El Grande de Maracaibo” y su hijo Luis “El Junior” Aparicio, y a los jugadores norteamericanos importados también le endilgaban algunos sobrenombres: “Viraito” Anderson, Morris “El flaco” Mozali, “El Galgo” Wade, todos estos del Cervecería Caracas.
El short stop del Venezuela era un venezolano de nombre Pantaleón Espinoza. Muy buenas manos para fildear pero muy malo en el bateo. Se ponchaba con mucha frecuencia y Abelardo lo bautizó “Poncheleón” Espinoza. En un juego de un domingo a Espinoza le habían propinado los pitchers rivales tres ponches en sus primeros turnos al bate y cuando vino a batear por cuarta vez anunció: “Viene a batear Eliodoro González P.”
Hago la advertencia de que Eliodoro González P. era el dueño de la fábrica de licores donde se embotellaba el célebre Ponche Crema, “delicia de los paladares venezolanos”, como decía la propaganda de este producto en la prensa y en la radio.
No sé por qué pero Abelardo le tenía “tirria” u “ojeriza” a un pitcher venezolano que jugaba con el equipo Venezuela propiedad de Juan Antonio Yánez, “Yanecito”, de nombre Julián Ladera y cuando éste lanzaba la bola al home decía “tira el negrejo Ladera y es bola, como siempre”. Hago la acotación de que Ladera fue un buen pitcher y llegó a jugar en la Liga AAA de la Asociación Americana de los Estados Unidos con los Sugars Kings, los “Reyes del Azúcar” del empresario cubano Roberto “Bobby” Maduro. Otros venezolanos que jugaban en este equipo fueron Emilio Cueche, Pompeyo Davalillo y “Carrao” Bracho, entre los que recuerdo. Estos juegos estos también los narraba Abelardo Raidi, haciendo su propia versión de lo que escuchaba por radio desde La Habana, sede del equipo.
Abelardo gozaba narrando el béisbol y nosotros, todos muchachos, disfrutábamos de su particular manera de narrar y describir las jugadas por las emisoras de radio de Caracas, porque la televisión no se ocupaba en aquellos tiempos de transmitir el béisbol y es bueno recordar que la televisión llegó oficialmente a Mérida el 9 de octubre de 1964, cuando Radio Caracas Televisión transmitió un especial dedicado a nuestra ciudad y a nuestro estado.
Fue de los primeros narradores de béisbol en la televisión venezolana, precisamente por Radio Caracas Televisión teniendo como comentarista a otro periodista venezolano de renombre, Omar Lares, quien publicaba su muy leída columna “De todo y para todos” en el diario El Universal los días jueves y la columna “Sprit”, dedicada a las estrellas del cine y la televisión, los días domingo.
Como dirigente deportivo Abelardo fue el Jefe de la Delegación venezolana en el Campeonato Mundial de Béisbol que se celebró en La Habana en 1941 y que ganó Venezuela, superando en el juego final al equipo de Cuba, con un magistral recital de pitcheo de Daniel “El Chino” Canónico.
El barco que trasladó al equipo venezolano cuando arribó al puerto de La Guaira, fue recibido con salvas disparadas por los buques de nuestra marina de guerra surtos en el puerto y seguido por centenares de pequeñas embarcaciones y ese mismo día el Presidente de la República, General Isaías Medina Angarita, les hizo un homenaje en el Palacio de Miraflores. Es importante destacar que la habilidad de Abelardo Raidi, en su condición de representante de la Delegación de Venezuela, fue fundamental al lograr que el partido final se pospusiera un día más, para que Canónico tuviera también un día más de descanso en su brazo de lanzar.
Abelardo Raidi se destacó fundamentalmente como periodista. Se inició en su Valencia natal escribiendo sobre basketbol en los diarios Mundial y El Cronista.
Durante muchos años fue Director de las páginas deportivas del Diario El Nacional de Caracas y Presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de Venezuela. Su columna semanal “La Pantalla de los Jueves” era seguida con especial delectación por quienes queríamos estar informados del acontecer social, deportivo, político y de la farándula de Venezuela y el mundo. Inició la publicación de la columna en el diario El Universal y luego en diario El Nacional, desde la fundación de este periódico en 1943, donde la mantuvo hasta su muerte en el año 2002, casi 61 años.
Como Presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de Venezuela, fue el organizador de las exitosas “Corridas de la Prensa” que tuvieron lugar primero en el Nuevo Circo de Caracas y luego, para aprovechar el mayor aforo, en la Plaza Monumental de Valencia, en las cuales hicieron el paseíllo en el ruedo las primeras figuras de la torería de España, Venezuela, México y Colombia, siempre con toros mexicanos porque no se habían iniciado las ganaderías de lidia venezolanas, salvo la de Guayabita, de Juan Vicente Ladera, que muchos años atrás había pertenecido a los hijos del General Juan Vicente Gómez y cuya sangre no había sido renovada con sementales de dehesas españolas.
Abelardo siempre salía retratado con bellas mujeres en las notas sociales, deportivas y taurinas de la prensa nacional.
Según el periodista Néstor Trujillo fue el fundador del Circuito del Magallanes en nuestro béisbol profesional, concurrió a 11 Copas Mundiales de Futbol y fue 237 veces jurado en concursos de belleza, tanto en el Miss Venezuela como en otros reinados de belleza dentro y fuera del país.
En una Corrida de la Prensa, con un buen cartel y toros mexicanos de la prestigiosa ganadería de Reyes Huerta, los toros resultaron sosos y aplomados y ninguno de los seis permitió el lucimiento de los toreros. En esa tarde aburrida, lo único que hizo alegrar y provocar risas a quienes plenaban el Nuevo Circo de Caracas, fue el grito de un aficionado en el tendido de sol: “Abelardo, llévate esos toros para una discoteca”.
Era frecuente verlo en los mejores restaurantes de Caracas. En una visita a Caracas de la bella actriz nacida en Túnez y radicada en Francia, Claudia Cardinale, Abelardo la invitó a cenar en el Restaurante Franco de Sabana Grande, del conocido Franco de Andreis. La noticia corrió como pólvora y muchos caraqueños se acercaron al restaurant para entrar, ver a la bella actriz y poder “echar el cuento”. La cantidad de curiosos y de pretendidos comensales le dio dos veces la vuelta a la manzana y la mayoría se regresó a sus casas frustrados al no poder entrar al prestigioso sitio de comidas, donde la proverbial atención de su dueño hacía que el sabor de todo lo que allí se disfrutaba mejorara en todo sentido.
En su columna de los jueves, Abelardo publicaba fotos de actrices y cantantes de fama. No podían faltar la Cardinale y su otra italiana favorita Sophia Loren, y de las cantantes españolas Sarita Montiel, Carmen Sevilla y Lola Flores. La única columna en que no publicó foto de alguna exuberante mujer fue cuando falleció Monseñor Gregorio Adam, Obispo de Valencia, y quien había sido su maestro en el Colegio La Salle de esa ciudad. El mismo Abelardo explicó en su columna que por respeto a su amigo el Obispo Adam, no publicaba la esperada foto de alguna belleza.
Fue un trotamundos y se vanagloriaba de coleccionar pasaportes. Visitó los cinco continentes y conoció 65 países. En el mes de enero de 1988 coincidimos en Madrid en FITUR la Feria del Turismo Internacional que se reúne allí todos los años por esas fechas. Yo asistí en mi condición de Consultor Jurídico de la Asociación Nacional de Hoteles de Venezuela ANAHOVEN, que presidía el empresario merideño Rafael Ramírez Castellano. Nos vimos en varias reuniones y recuerdo que estábamos en el Hotel Meliá Madrid, esperando para entrar al espectáculo de La Scala, cuando se me acercó para decirme que le habían comunicado de Caracas la infausta noticia del fallecimiento de Curro Girón.
Creo que fui el segundo venezolano después de Abelardo, que en España se enteró de la ingrata noticia.
El turismo en Venezuela fue siempre noticia en los “tips” de su columna. Abogó por la puesta en marcha de los hoteles de cinco estrellas y de crear las condiciones apropiadas para atraer al turismo internacional.
Cuando estaba por inaugurarse el hotel que estaba construyendo la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo de Venezuela (CONAHOTU) en Caraballeda, le iban a colocar el nombre de Hotel Guaicamacuto, no sé si era para unir los nombres del cacique Guaicaipuro y del lugar de ubicación, Macuto. Abelardo le dedicó varias columnas a solicitar se cambiase el nombre escogido y decía que se imaginaba a un gringo tratando de pronunciar tan enrevesado nombre. Por suerte la Cadena Sheraton se hizo cargo de la operación del hotel y le cambió el nombre, se llamó acertadamente Macuto Sheraton.
Cuando la aerolínea VIASA empezó a volar por los cielos de Europa y de América acuño un verbo: “Viasar” y fue el autor del eslogan “En VIASA el tiempo pasa volando”. La Juntas Directivas de VIASA y la de AVENSA le otorgaron sendos carnets de cortesía que le permitían viajar en primera clase para todos los destinos, nacionales e internacionales, de estas dos acreditadas líneas aéreas.
Como narrador deportivo obtuvo dos Guaicaipuros de Oro y el Premio Ondas de España por su programa de televisión “El Penthouse de Abelardo”.
Fue Presidente de la Asociación de Periodistas de América, Miembro de la Asociación Internacional de Periodistas Deportivos, fundador de la Federación de Periodistas Deportivos de América (ESPEDA), sección continental de la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva que instituyó el Premio Abelardo Raidi para premiar a los más destacados reporteros del área.
Perteneció a la Confederación Americana de la Prensa Turística, de la cual fue su primer presidente entre 1973 y 1979, además fue Presidente Honorario del Círculo de Periodistas Deportivos de Venezuela (CPD).
Fue Director de la emisora Radiodifusora Venezuela.
En 1998 fue exaltado al Salón de la Fama del Deporte Venezolano y el 3 de julio de 2003, a un año de su fallecimiento, al Salón de la Fama del Béisbol Profesional Venezolano.
Aunque Abelardo Raidi no fue un hombre político, su columna “La Pantalla de los Jueves” tenía tal alcance en el país y era tan grande el número de lectores, que en las elecciones de año 1963 fue llevado a la Cámara de Diputados en las listas del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) por el Estado Anzoátegui y en las elecciones de 1968 y en los siguientes tres periodos en las listas de COPEI por el Zulia y el Distrito Federal.
Fue un diputado conciliador y respetado por las demás fracciones representadas en el Congreso Nacional y siempre fue electo por unanimidad Presidente de la Comisión de Turismo de la Cámara de Diputados.
Cuando el Presidente Rafael Caldera inició su primer periodo presidencial en 1969, le ofreció a Abelardo Raidi la Dirección de Turismo del Ministerio de Fomento o la Presidencia de la CONAHOTU, la empresa del estado venezolano propietaria y operadora de la red hotelera integrada por los hoteles Maracay, Cumanagoto en Cumaná, Miranda en Coro, Bella Vista en Margarita, Trujillo, Llano Alto en Barinas, Moruco en Santo Domingo, Prado Río en Mérida, Aguas Calientes en Ureña y El Tamá en San Cristóbal, además del Teleférico de Mérida. No aceptó el ofrecimiento para no comprometer su independencia política, pero apoyó siempre todas las iniciativas de Diego Arria, designado luego por el Presidente Caldera como Presidente de la CONAHOTU, hoy CORPOTURISMO.
Aprovechaba la coincidencia de su cumpleaños, 25 de diciembre, con la fiesta de Navidad, para reunir en su Quinta “Chulísima” de la Urbanización Cerro Verde de Caracas, a sus amigos y relacionados de las esferas políticas, social, económicas, artísticas y de la farándula. En uno de esas fiestas, entre los invitados, estaban el Presidente Caldera, el Dr. Gonzalo Barrios, Presidente de AD, el Dr. Jóvito Villalba, Secretario General de URD, el empresario Eugenio Mendoza y nuestro artista Simón Díaz. La simpática fotografía de ese grupo al cual se agregó el anfitrión en una demostración de cordialidad y acercamiento político, fue destacada en la primera página del diario El Nacional del día siguiente y en las sociales de los demás diarios caraqueños.
Cuando estábamos en plena construcción de la Plaza de Toros de Mérida, que hoy lleva el nombre de Román Eduardo Sandia, invitamos a los periodistas taurinos de los diarios de Caracas. Vinieron José Cabello Arizaleta, quien firmaba sus crónicas y fue siempre conocido como Pepe Cabello, don Antonio Aragón, José Vicente Fossi, los corresponsales de las agencias internacionales EFE de España y ANSA de Italia, dos periodistas de apellido Navarro, españoles y que advirtieron que no tenían nexos de familia y por supuesto, Abelardo Raidi. La tarde anterior tuvimos una reunión de trabajo en el Hotel Prado Rio para planificar la bienvenida y el programa para agasajar a los visitantes.
Los recibimos en el aeropuerto. La aerolínea Avensa había obsequiado los pasajes y el Hotel Prado Río y su Gerente don Virgilio Angulo Mata, el hospedaje. Ya habíamos acordado que cada miembro de la Junta de Ferias y Fiestas tendría a su cargo uno de los periodistas, a mí me correspondió atender a José Vicente Fossi del diario La Esfera y de la Cadena Capriles.
Del aeropuerto fuimos al Hotel Prado Río donde los invitados disfrutaron de un desayuno que incluyó huevos a la ranchera, arepas de trigo paramero, mantequilla criolla de El Vallecito, café y jugo de naranja. Luego los llevamos a conocer la nueva Mérida que, gracias al esfuerzo de los empresarios merideños, se estaba iniciando.
El almuerzo fue en el Mérida Turismo, hoy sede del Club Demócrata, obsequiado por su propietario Nectario González, y luego visitamos el Hotel La Pedregosa, entonces en construcción, al Mérida Country Club, recién inaugurado, y finalmente nos acercamos a la joya de la corona, la Plaza de Toros, con sus graderíos y encofrados apenas levantándose.
Román Eduardo Sandia, el ingeniero residente de ese coloso, expuso con lujo de detalles el proyecto del coso taurino y atendió las preguntas que se le hicieron en relación a la obra. Don Marciano Uzcátegui Urdaneta, Presidente de la Junta de Ferias explicó el programa, apenas incipiente, de lo que se pensaba hacer en esa Feria de la Inmaculada, que así se denominaban las Ferias de Mérida antes de llamarse Ferias del Sol.
Abelardo Raidi fue un enamorado de Mérida y creo que también de las mujeres merideñas. Desde el primer momento se emocionó con Mérida y con nuestra Plaza de Toros. Nos sugirió un lema “Una Feria Cumbre en las Cumbres” para esa Feria de la Inmaculada, y así se colocó en las vallas que se contrataron con la empresa Publicidad Vepaco, y que fueron ubicadas en puntos estratégicos de Caracas y en las principales carreteras que conducían a Mérida, con un hermoso toro saliendo del ruedo, diseñado por Manuel de la Fuente.
En sus diversos viajes a nuestra ciudad, Abelardo Raidi se paseó por nuestros páramos, disfrutó de los paisajes, trató con la gente humilde y trabajadora del Mercado Principal, fue a la Plaza de Toros y allí vio a los estudiantes enferiados que lo reconocieron y saludaron con especial cariño.
En una de sus visitas lo acompañé a visitar diversos sitios de la ciudad, entre ellos el Parque de los Chorros de Milla y el Parque Acuario y recuerdo que, en el Libro de Visitantes de este singular atractivo turístico, en aquel entonces con peces de los diversos ríos y lagunas de la región y del país en sus múltiples acuarios, estampó una simpática frase: “Mérida, deja que te mire y te admire”.
Cuando cumplió cincuenta años al frente de las páginas deportivas de El Nacional, hizo un recuento de su historia periodística, evocó muchas de sus columnas de prensa y demostró una vez más su gran afecto por nuestra ciudad cuando escribió algo memorable: “Mérida es la ciudad que le encargó Dios a Walt Disney”. Que mejor elogio para nuestra ciudad que esta frase de Abelardo Raidi, periodista, parlamentario, taurino, y sobre todo un eterno enamorado de la bella Mérida.
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