miércoles, 11 de mayo de 2022

MARTHA SALDIVIA DE SANDIA

   
                                                                            
Álvaro Sandia Briceño 
Martha Gisell Saldivia Chaar nació en Barquisimeto y pronto fue llevada a la pequeña población de Guarico, en el mismo estado Lara, donde sus padres Juan Abraham Saldivia y Layla Chaar, ambos de origen libanés, habían establecido un fondo de comercio. Guarico tiene extensas siembras de café, hortalizas y frutos menores y ganadería de leche en menor escala y está ubicada a unos cuantos kilómetros de la capital del estado. Es la menor de dos hermanas. Estudió la primaria en el Colegio María Auxiliadora de las hermanas salesianas en Barquisimeto y luego en el Liceo Lisandro Alvarado donde obtuvo el título de Bachiller. Con 18 años y el pergamino de bachiller en la mano se vino a Mérida y se inscribió en la Facultad de Ingeniería Civil en una época en que pocas muchachas estudiaban esta carrera ya que la mayoría de ellas prefería las carreras de derecho, odontología, farmacia y bioanalisis y hasta medicina. En Mérida vivió en sus tiempos de estudiante en las Residencias Teresianas, regentada por las hermanas religiosas de la comunidad Teresiana, que estaba situada en el Edificio Del Olmo, donde hoy funciona el Hotel Plaza en la Avenida 5. Fueron sus compañeros de estudio Marcos Rodríguez, José Antonio Masini, Francisco Chiquino González, Enrique Vilela y Román Eduardo Sandia entre otros. Los profesores de la Facultad de Ingeniería Civil eran todos muy destacados, entre ellos Luis Fargier Suárez, Leopoldo Garrido, Manuel Padilla, Miguel González Jaimes, Francisco Lluch, Andrés Zabroski, Rosendo Camargo y Roberto Vargas. Se graduó en la Promoción de Ingenieros Civiles "Lic. Roberto Vargas" en el año 1960. En ese mismo año contrajo matrimonio con quien había sido su compañero de estudios Román Eduardo Sandia Briceño. Tuvieron seis hijos Román José, ingeniero civil y politólogo, Ignacio Javier, médico siquiatra, María Elena, abogado, y Beatriz Elena, Gabriel Eduardo y Marta Elena, ingenieros civiles.Su esposo Román Eduardo Sandia Briceño tuvo una destacada actuación en la comunidad merideña, fue Ingeniero Adjunto y luego Director de Obras Públicas del Estado Mérida, Encargado de la Secretaría General de Gobierno y Presidente de la Corporación de los Andes (Corpoandes). Presidente del Colegio de Ingenieros del Estado Mérida. Fue factor fundamental en la construcción de la Plaza Monumental de Toros de Mérida que hoy lleva su nombre y Secretario General del Complejo Recreacional Albarregas (COREALSA), hoy COREMER, propietaria del coso taurino. Román Eduardo, siendo Presidente de Corpoandes, y en un vuelo del Aeropuerto de La Carlota a Mérida, en la avioneta siglas YVO-CAD-1, no llegó a su destino. Pese a todos los esfuerzos desplegados desde el momento en que se supo la infausta noticia y a la colaboración de organismos públicos y privados, de familiares y amigos, el pequeño avión solo pudo ser localizado 37 años después, estrellado en la Sierra de La Culata en las cercanías de Mérida. El piloto el Capitán León y su único pasajero Román Eduardo, perecieron en el accidente. Martha se hizo cargo de sus seis hijos a quienes educó en el Colegio La Salle y luego en la Universidad de los Andes, en la cual se graduaron en las carreras que habían escogido y hoy son todos profesionales exitosos. Fue profesora fundadora de la Facultad de Arquitectura y se le recuerda como una magnífica profesora en la Facultad de Ingeniería Civil en la cual fue Miembro del Consejo de la Facultad, Jefe de Departamento, Directora y luego Decana. Ha sido la única mujer Decana de la Facultad de Ingeniería Civil desde su fundación en el año 1932.  Ocupó cargos de importancia en la ciudad entre ellos Concejal y Administradora en el Concejo Municipal del Distrito Libertador. Senadora por el Estado Mérida en el extinto Congreso Nacional y como tal su representante en el Primer Congreso Interparlamentario Árabe Mundial.

Fundadora de la Asociación de Guías Scouts en el estado Mérida.Ha sido una mujer firme y discreta que supo llevar adelante a los seis hijos que le quedaron cuando desapareció su esposo, Román José, el mayor, fallecido hace pocos años, apenas tenía ocho años cuando desapareció la avioneta en que venía su padre a Mérida. Fue una buena esposa y madre ejemplar. Hoy, jubilada de sus compromisos universitarios se mantiene activa como integrante de diversas asociaciones civiles, religiosas y comunales, y disfruta, en la tranquilidad de su casa de la Urbanización Santa María, del cariño y del respeto de los vecinos y de quienes bien la conocen en la comunidad merideña. Sus hijos, nietos y bisnietos, hoy regados en varios continentes, la reciben cuando los visita con la alegría de una navidad permanente porque como las mujeres de Israel saben que es sabia y prudente y les lleva su corazón lleno de esa ternura que solo las madres pueden prodigar.

5 comentarios:

Humberto Ruiz Calderón dijo...

Muy bello texto.

Luz M Peña dijo...

Conozco a Doña Marta, como le decimos en el sector Merideño, una mujer , madre , esposa, profesional , supo ganarse el cariño de los Merideños, es una de esas personas que siempre será recordada por huellas que ha dejado. En los sitios y cargos que ha estado, todos intachables, mi respeto para Doña Martha.

Pedro Izarra dijo...

Doña Marta una gran señora, excelente profesional, ejerció altas funciones públicas con irreprochable honestidad, madre amorosa y responsable, muy acertadas palabras que hoy le dedican, he sido amigo de su familia desde hace mucho tiempo y me vino está amistad por una parte en mi condición de lasallista y por otra heredada de mi padre por su amistad casi familiar con los Briceño, esta es la familiaridad que los merideños debemos rescatar,familias honorables y cercanas en la amistad y el trabajo como la familia Sandía Saldivia que tan acertadamente ha dirigido Doña Marta,saludos y abrazos para tan queridas familias.

Anónimo dijo...

Hermoso y limpio texto, gracil.para la lectura y que hace digno homenaje a su protagonista

Anónimo dijo...

Dios quiera que tengan cuatro llenos hasta las banderas. Buenos toreros, buenas ganaderías solo falta que los toros embistan. Enhorabuena