jueves, 11 de mayo de 2023

Emilio de Justo regresa al cielo (Crónica de la 2ª de la Feria de San Isidro de Las Ventas)


Es el triunfo de la vida. El regreso de los sueños en el mismo escenario en el que se apareció la parca para convivir por momentos en el baile. Emilio de Justo cerró el circuito del sufrimiento para volver a tocar el cielo. Del lastre de rondar la silla de cuatro ruedas a ser alzado en volandas por la Catedral del Toreo. Como fiel reflejo admirado de quien siempre se aferró a vivir. De quién luchó postrado en una cama con la duda de volver a caminar durante varios meses. De aquel que se hizo amigo inseparable de un corsé, sin el calor del miedo del terno. Aunque hoy haya vuelto a la vida. El mismo que ha sido capaz de dominar al viento y de cuajar dos faenas de toreo encajado. Vuelve la persona, triunfa el torero. Puerta Grande para Emilio de Justo, la cuarta de su carrera, con un lote de los que exigen estar al 100%. De los que ponen a prueba a cualquiera que vista entre sus ciernes el traje de luces. Y ya van unos cuantos toros esta temporada así a los que el diestro de Torrejoncillo planta cara sin hacer ápice a una recuperación que todavía no ha llegado a su límite. Oreja para Tomás Rufo, que destacó al natural, y bronca para Morante de la Puebla que sorteó un lote de nulas opciones dentro de una corrida variada de Garcigrande, en la que destacó un gran toro premiado con la vuelta al ruedo y con que calentó a la gente por su presentación desde las 12 de la mañana y el ambiente de por la tarde. No les faltaban motivos. 


Mundotoro

Por Javier Jiménez

El quinto tuvo la armonía en las hechuras que faltó al resto de la corrida. Un toro largo de viga, con cuerpo, pero con cuello. Serio por delante, enseñando las vueltas de los pitones y con buena expresión. Marcó su humillación en el capote de Emilio de Justo, sin posibilitar el lucimiento al echar las manos por delante, aunque fue pronto al caballo. Comenzó De Justo su faena en los terrenos del sol, al abrigo de los tendidos 5-6 por el fuerte viento que afectó al desarrollo del festejo. Con la pierna genuflexa dio dos muletazos, pero, sabedor de la condición de toro, pronto se giró para instrumentar varios derechazos ya con la figura erguida, quedándose en el sitio, encajado de riñones y bajando la mano. Totalmente acoplado al ritmo de la embestida. Un pase de pecho de pitón a rabo en varios tiempos pusieron el remate a un inicio que ya marcaba las cuotas de la faena. Una más por ese lado con la embestida cada vez más reducida, más recogida detrás de la cadera, más ceñida, antes de echarse la mano a la izquierda. Por ese pitón tendía el toro en los primeros muletazos a venir ligeramente metido por dentro. Tras varios muletazos hacia las tablas y hacia afuera, tuvo que cortar el extremeño la serie para buscar los terrenos paralelos a las tablas. Y abrirle de forma muy sutil en los primeros muletazos.

Con la cabeza totalmente despejada fue macerando la embestida del Garcigrande por ese pitón en una serie que siempre fue a más, hasta trazar tres naturales mayúsculos por ritmo, reduciendo la embestida, entregándose en la suerte. Roto torero y toro la faena alcanzó la cumbre en las dos siguientes sobre la diestra. Todo muy ligado, con el toro embistiendo con el pitón de adentro a la muleta del extremeño. Unos conjuntos de muletazos que superaban la media docena, con el diapasón cada vez mayor. Los de antes del remate, auténticos carteles de toros. No faltaron los remates por bajo, con enorme mando. Era el volver a vivir. El sentir a Madrid otra vez gozando con el toreo de Emilio de Justo. Un final por abajo, con la pierna muy flexionada y en la línea curva, tuvo el poder y el dominio de toda la faena. Enterró el acero a la primera. Fuera espejismos. Es cierto que la colocación fue tres dedos desprendida, pero fue idéntica a la conseguida en el tercer toro por Tomás Rufo. Tardó el toro en caer por su bravura y se desató el hilo de la cuestión. Esperó el presidente Eutimio Carracedo para conceder la primera oreja. Todo parecía pensar que era la consecuencia propia de no querer dar la segunda, algo que el público pidió. Unos segundos de decisión en los que echó memoria de los trofeos concedidos durante la tarde, la dimensión de ambas faenas y sacó la conclusión de que el premio no podía ser igual. Ante esa situación, el presidente no sacó uno, sino dos pañuelos: el de la segunda oreja y el de la vuelta al ruedo del toro. Para gustos, colores. Como el de los pañuelos. 

Tuvo antes Emilio de Justo una prueba de fuego en el segundo, un toro con mucha raza y exigencia que llegó al tercio de muleta con la embestida entera propia del animal que mansea en varas y no se entrega en los primeros tercios. Comenzó el extremeño por bajo en un toma y daca con el toro que mostró que no iba a regalar nada. Pesó el de cuatro patas en los terrenos del tercio, pero el viento imposibilitada plantear pelea en otros terrenos, pues incluso al resguardo de las tablas, la muleta se comportó en ocasiones más como una bandera que como un arma para domeñar a la fiera. En faena de tragar mucho y se suma exigencia, Emilio de Justo dejó varias series sobre la diestra de las de tragar paquete. De esas que sacan el aire. Se comía el toro con agresividad la muleta, que siempre se encontraba puesta. Vibrante encuentro. Al natural no era el mismo el toro y cuando volvió el extremeño a la diestra, el cinqueño salmantino ya salió más deslucido de los finales de los muletazos. Tenía una oreja con fuerza ganada a ley, pero el filo del acero no viajó con acierto.

Armado por delante fue el tercero, aunque con el remate escaso en su cuerpo. No paró en ningún momento durante los primeros tercios, acudiendo en galope a todos los cites. Con total firmeza cuando el vendaval cobraba fuerza, no se arreció Tomás Rufo que hincó las dos rodillas en tierra en el terreno del tercio para trazar una serie sobre la diestra de excelso mando y poder. Toreando de hinojos como si estuviera a pie. Mano muy baja y un ‘aquí estoy yo’ que levantó al público en los tendidos. Fue una faena con un tono marcado por la desigualdad de las embestidas, pero en la que destacó un enorme toreo al natural. En ese desorden de la embestida en movimiento y del viento haciendo estragos, dejó Tomás Rufo tres natural de una mano prodigiosa, vaciando las embestidas por abajo. Uno de ellos se convirtió en circular alargando el viaje cuando ya se le intuía el remate. Fue ese muletazo el eje de una faena que contó con la rúbrica efectiva de la espada. El público pidió la oreja de forma mayoritaria y el presidente tuvo que hacer caso al reglamento. Aunque sin la aceptación de algunos.

Más deslucido resultó el sexto, de buenas hechuras, aunque muy amplio de sienes. Apuntó buenas cosas en los inicios, algo que no se tradujo luego en la muleta, pues perdía las manos a partir del tercer muletazo, cortando así la continuidad de las series. Además, a medida que se fue desarrollando la lidia, embistió más con el pitón de afuera. Todo quedó en terreno de nadie. 

Lo que no quedó en indiferencia fue la tarde de Morante de la Puebla que tuvo enfrente a dos toros que no quisieron embestir ni una vez. El primero, por debajo del trapío de esta plaza, llegó a la muleta sin motor, mientras que el cuarto se guardó todo dentro. De los lotes malos de verdad. El fallo con el acero cabreó al público. Pero, lo cierto, es que el abreviar con ambos toros era la única opción. Se abroncó al sevillano, como también al presidente en varias ocasiones. Tampoco estaban justos de razones. 

Ficha del Festejo:

Hierro de Garcigrande - EspañaHierro de Domingo Hernández - España

Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Segunda de la feria de San Isidro. Toros de Garcigrande (1º) y Domingo Hernández, en propiedad de Justo Hernández, muy desigual de presentación, de hechuras y de remate. Con un primer toro con un trapío por debajo de esta plaza. De juego variado. Destacó el gran quinto, de nombre ‘Valentón’, nº 13, negro listón, 03/18, 523 kilos, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Muy encastado, exigente y nada fácil el segundo. Con un buen pitón izquierdo el tercero. Deslucido el sexto. Imposibles primero y cuarto. 

• MORANTE DE LA PUEBLA, división tras aviso y pitos.

• EMILIO DE JUSTOpalmas tras aviso y dos orejas. 

 TOMÁS RUFO, oreja y silencio. 

Incidencias: El matador de toros extremeño Emilio de Justo recogió una ovación con el público en pie tras finalizar el paseíllo


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