domingo, 23 de febrero de 2025

En el cementerio El Espejo de Mérida, hay tumbas de 1895

Por Igor Puentes 

En el cementerio El Espejo, los únicos que espantan son los vivos, de acuerdo a sus vigilantes y trabajadores. 

Las anécdotas sobre fantasmas y aparecidos no son más que cuentos de vecinos quienes, literalmente, tienen las ventanas de sus habitaciones abiertas hacia el camposanto. 

“Ahorita está muy saneado, todo limpio. Hace años sacamos a los que venían a tomar miche, fumar drogas y a hacer de todo. 

Hoy hasta turistas vienen”, dice complacido el señor vigilante.

¿Y qué vienen a ver los turistas en este cementerio? le pregunto a uno de los trabajadores que se encuentra preparando una tumba. Su respuesta es inmediata.

Vienen a ver las tumbas de Machera, de Jacinto Plaza, de Tulio Febres Cordero, de Alberto Carnevali, y muchas estatuas antiguas. 

Un grupo de polacos, cuenta, estuvo hace poco recorriendo el cementerio y tomando fotos.

Las tumbas más antiguas deben datar de 1895, cuando se fundó el Cementerio Municipal de Mérida, en el sector El Espejo, un patrimonio histórico de nuestra ciudad.  

En sus dos parcelas se pueden observar tumbas muy deterioradas por los años, fechadas de 1908 en adelante, y otras muy bien mantenidas, como la de Jacinto Plaza, que murió en 1901.
Y como en todo cementerio antiguo, hay unas estatuas y tumbas impresionantes, de familias famosas y otras no tanto. 

Y uno, que jamás ha pasado de la tumba de su familiar, se asombra de lo grande que es y las vistas que tiene en sus linderos del valle del rio Chama.

Hasta de noche sería bonito observar esa vista pues, ¿a quien querrían asustar las almas de Machera, Alberto Carnevali, las Heroínas Merideñas y hasta del mismísimo Amador? Lo más que te podrían decir es, como reza en latín en una de sus entradas: Hoy por mí, mañana por ti, “Hodie mihi, cras tibi”.

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