Cuentos de familia
Germán D' Jesús Cerrada
Cuando era niño, mi querida madre me enviaba a comprar un kilo de carne. Me daba aproximadamente dos bolívares y me pedía que eligiera una que fuera blandita. Yo, apenas con diez años, salía caminando desde nuestra casa hacia la calle 16, entre las avenidas 5 Zerpa y 6 Rodríguez Suárez, en el sector de Belén, en la ciudad de Mérida, donde se ubicaba la carnicería de Tulio.
Calle 16 entre avenidas 5 Zerpa y 6 Rodríguez Suárez |
El carnicero, con su destreza, solía hacer pequeños huecos en la carne con su cuchillo. Cuando yo le decía que necesitaba la carne blandita, él metía el dedo en esos huecos y me aseguraba que estaba "muy blandita". Sin embargo, al llegar a casa y después de que mi madre la preparara, la carne del carnicero Tulio resultaba ser nuevamente dura. Y, por supuesto, no faltaba el regaño de doña Carmen.
Así pasaban mis días, en esos pequeños trayectos y en las lecciones que la vida me enseñaba.
2 comentarios:
Hermoso relato . Tengo la curiosidad que como un niño de 10 años podía certificar que la carne estaba blanda 🤣🤣. Desde pequeños nos asignaban responsabilidades 👍 y Ayayai Si no las cumplíamos !!!!
Hola,de acuerdomuy buena la historia pero el regaño de dña Carmen injustificado pues es imposible q un niño de 10 años sepa comprar ganso, solomo lomito q son las carnes mas blandas .pñ
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