Entre luces de optimismo, Antonio compartió la puerta grande con Miguel Ángel Perera. (Foto Luis Aramacuto)
Jesús Ramírez "El Tato"
Fotos: Federico Montes
La recién concluida Feria del Sol deparó interesantes pasiones nacionalistas, con el toreo depurado del tachirense Antonio Suárez, la explosiva entrega de Manolo Muñoz y la fuerza de una vocación ejemplar de Jesús Enrique Colombo.
Colombo, que lleva siete años de matador conduciendo solo el buque insignia del toreo venezolano, con gran conocimiento del mar y superando tormentas hasta llegar a puerto seguro, posee una moral de hierro muy respetable. A JEC le ha sido difícil entrar en las ferias importantes de España y cuando lo hace, lo aguardan los toros más grandes y duros del circuito; sin embargo, mantiene optimista a toda la afición sobre su perdurabilidad. Su raza tachirense permanece intacta y, cuando los toros lo dejan, liga firme y templado. A nadie escapa que cada temporada será más difícil, pero hay que apostar por su incuestionable amor propio, vocación, oficio y juventud. Su puesto en muestras ferias está ganado a pulso.
La explosiva actuación de Manolo Muñoz en Mérida dio un revulsivo interesante a nuestra reducida temporada.
El valenciano que conoce las serpentineadas carreteras de Perú y sus fríos climas, está forjado en el barro de la lucha, abriéndose paso con triunfos cantados. Muñoz tiene muchas cosas a favor para mantener una posición digna en el mundo taurino, su raza, su enorme entrega y la palpable intención de dar guerra. Con éstas armas y su vibrante toreo que revolucionó Mérida, su nombre ya está inscrito entre los toreros venezolanos de las próximas ferias. Hacía falta y llegó Muñoz.
Antonio Suárez es la distinción del toreo venezolano. Tiene empaque, naturalidad y personalidad única que envuelve su toreo de cadencia. Lo venía anunciando y en las ferias de San Sebastián y El Sol sumó a su toreo artístico cinco orejas de auténtico peso.
Afición es amar la profesión del toreo por encima de otra y pareciera que es lo fundamental para entender los contundentes triunfos de este año con un solo coro de admiración y además compartiendo la puerta grande con Joselito Adame en San Cristóbal y con Miguel Ángel Perera en Mérida.
Podríamos añadir que Antonio Suárez está en la fase más admirable de su carrera, pues su toreo ha ganado empaque y naturalidad, dos atributos que difícilmente se pueden encontrar en estado tan puro en un mismo torero.
Tres nombres sólidos que las empresas deben tener en cuenta y abrir las puertas al nacionalismo taurino cada vez más necesario y urgente.
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