AlbertoNews
Por El Mundo
Al menos uno de los dos presos políticos vascos en Venezuela ha contactado telefónicamente con sus familias por primera vez desde su detención en septiembre del año pasado. José María Basoa y Andrés Martínez, los dos «turistas terroristas» vinculados por el chavismo al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), permanecen recluidos en la cárcel del Rodeo 1, un infierno en la tierra donde la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) mantiene a los presos extranjeros y los prisioneros que considera más peligrosos, sobre todo militares.
Sin ninguna prueba en contra y sin ningún testimonio de peso, como la inmensa mayoría de los presos políticos, simplemente como rehenes para su juego diplomático o como piezas de su tablero estratégico.
Se espera que el segundo preso vasco realice la llamada telefónica en las próximas horas, según adelantaron a EL MUNDO fuentes políticas, dentro del proceso de lavado de cara emprendido por el régimen revolucionario para aprovechar el impacto mundial de la reclusión de deportados venezolanos de EEUU en la megacárcel del presidente salvadoreño, Nayib Bukele.
«Luego de varios meses incomunicados y sin conocer su paradero, esta semana algunos presos extranjeros en el Rodeo 1 se han comunicado vía telefónica con sus familiares. Esperemos que se permita a todos los presos políticos tanto comunicación como visitas de familiares», constató Alfredo Romero, presidente de la organización Foro Penal.
Esta semana el gobierno español ha reconocido la reclusión «arbitraria» de 14 ciudadanos españoles, la mayoría con doble nacionalidad (menos los dos vascos), en las prisiones de Venezuela. Además de Basoa y Martínez, otros tres ciudadanos hispanovenezolanos permanecen en la orwelliana Rodeo 1, donde los funcionarios van enmascarados, graban todas las conversaciones y apenas sirven los susurros para trasladar informaciones.
Se trata de Alejandro González, gerente aeronáutico de la petrolera estadounidense Chevron y exmarido de la también presa hispanovenezolana Rocío San Miguel (emblemática figura de la sociedad civil criolla, encarcelados ambos desde hace 15 meses); el estudiante Fernando Noya, cuñado de Antonio Sequea, el capitán que liberó a Leopoldo López, y del empresario Uaiparu Guerere, de 69 años, en prisión desde 2023, cuando regresó a Venezuela desde Barcelona por motivos laborales.
De momento ninguno de ellos ha hablado telefónicamente con sus familiares en esta miniapertura chavista, aunque al no ser considerados españoles por el régimen las propias familias dudan de que se vayan a beneficiar de la medida.
Sin ninguna prueba en contra y sin ningún testimonio de peso, como la inmensa mayoría de los presos políticos, simplemente como rehenes para su juego diplomático o como piezas de su tablero estratégico.
Se espera que el segundo preso vasco realice la llamada telefónica en las próximas horas, según adelantaron a EL MUNDO fuentes políticas, dentro del proceso de lavado de cara emprendido por el régimen revolucionario para aprovechar el impacto mundial de la reclusión de deportados venezolanos de EEUU en la megacárcel del presidente salvadoreño, Nayib Bukele.
«Luego de varios meses incomunicados y sin conocer su paradero, esta semana algunos presos extranjeros en el Rodeo 1 se han comunicado vía telefónica con sus familiares. Esperemos que se permita a todos los presos políticos tanto comunicación como visitas de familiares», constató Alfredo Romero, presidente de la organización Foro Penal.
Esta semana el gobierno español ha reconocido la reclusión «arbitraria» de 14 ciudadanos españoles, la mayoría con doble nacionalidad (menos los dos vascos), en las prisiones de Venezuela. Además de Basoa y Martínez, otros tres ciudadanos hispanovenezolanos permanecen en la orwelliana Rodeo 1, donde los funcionarios van enmascarados, graban todas las conversaciones y apenas sirven los susurros para trasladar informaciones.
Se trata de Alejandro González, gerente aeronáutico de la petrolera estadounidense Chevron y exmarido de la también presa hispanovenezolana Rocío San Miguel (emblemática figura de la sociedad civil criolla, encarcelados ambos desde hace 15 meses); el estudiante Fernando Noya, cuñado de Antonio Sequea, el capitán que liberó a Leopoldo López, y del empresario Uaiparu Guerere, de 69 años, en prisión desde 2023, cuando regresó a Venezuela desde Barcelona por motivos laborales.
De momento ninguno de ellos ha hablado telefónicamente con sus familiares en esta miniapertura chavista, aunque al no ser considerados españoles por el régimen las propias familias dudan de que se vayan a beneficiar de la medida.
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