Este 28 de julio, celebramos el centenario del nacimiento de doña Irma Sandia de Bencci, una matrona merideña cuya influencia gastronómica y humana ha dejado una huella imborrable en quienes tuvieron el privilegio de conocerla.
Durante más de cinco décadas, doña Irma compartió su amor por la cocina, deleitando a innumerables familias merideñas con una variedad de platillos criollos e internacionales que se convirtieron en la esencia de las celebraciones. Su fama se consolidó con sus exquisitas tortas y la creatividad que brotaba en cada pasapalo y postre, enriqueciendo eventos desde bodas hasta cumpleaños.
Sin embargo, su legado va más allá de la gastronomía. Su generosidad y calidez abrieron las puertas de su hogar a quienes más lo necesitaban, ofreciendo ayuda y compañía con un corazón desbordante de amor. "Siempre tenía un plato extra para quien viniera", recuerda su amiga Ana, reflejando la esencia de doña Irma.
Nacida el 28 de julio de 1925 en Chiguará, fue hija de Pantaleón Sandia Ramírez y Juana Ramírez Rojas, y creció en una familia numerosa de diez hermanos. En 1947, se casó con Rafael María Bencci Durán, con quien tuvo tres hijos: Miryam y Rafael, que ya no están con nosotros, y Alfredo. Su legado sigue vivo en sus cuatro nietos: María Virginia, Germán José, Rafael Andrés y Fernando, quienes le rinden homenaje al llevar consigo sus recetas y enseñanzas, transmitiendo su amor a nuevas generaciones.
Doña Irma fue un pilar en nuestras celebraciones familiares, esmerándose en preparar los platillos más esperados durante la Navidad o cualquier evento. En su mesa nunca faltaban las tradicionales hallacas, un suculento pernil, la gallina rellena, la fresca ensalada de gallina y, como toque dulce, su famosa torta negra acompañada de buñuelos. Reunía a más de treinta familiares cada año, transformando su hogar con risas y bullicio en un auténtico centro de alegría. No solo cocinaba; tejía lazos que unían a todos en torno a la mesa, creando momentos únicos y especiales.
La vida de doña Irma también estuvo marcada por su profundo amor hacia sus nietos. Ayudó a criar y formar a María Virginia, Germán José y Rafael Andrés, compartiendo su cariño y protección, creando un hogar lleno de calidez donde la gastronomía era un sello de amor. Cada uno de sus nietos disfrutó de tortas especiales para sus bautizos, primeras comuniones y cumpleaños, plasmando en cada platillo su dedicación y afecto. Para la boda de Óscar Ignició y María Virginia, elaboró un pastel magnífico que simbolizaba su cariño.
Un recuerdo entrañable es la dedicación que tuvo para llevar su amor a nuevas tierras. Preparó pasapalos y dulces para el bautizo de su primer bisnieto, Óscar Andrés, llevando sabores de Mérida, Venezuela, hasta Miami, EE.UU. Cada platillo que salía de su cocina era un puente entre generaciones y lugares, dejando una huella imborrable en nuestros corazones.
Además, doña Irma, junto a sus vecinas doña Josefa y Elvia, cultivó una entrañable tradición de intercambio de alimentos a través de una ventana construida especialmente para ello. Esta abertura se volvió un punto de encuentro diario, donde cada mañana resonaban saludos y largas tertulias que fortalecían la comunidad, creando un sentido de camaradería que iba más allá de lo meramente gastronómico.
A lo largo de su vida, hasta su partida en 2018 a los 92 años, doña Irma dejó una impronta de bondad y creatividad, convirtiéndose en un modelo a seguir para todos. Su memoria sigue viva en cada rincón que llenó de amor y en cada plato que preparó, recordándonos que la verdadera riqueza se encuentra en el amor compartido y en la generosidad hacia los demás.
Hoy, al conmemorar el centenario de su nacimiento, lo hacemos con profundo respeto y cariño, recordando su invaluable vida que sigue inspirándonos. Su legado perdura y su obra continúa iluminando nuestros caminos, guiándonos en la búsqueda de solidaridad y amor por quienes más lo necesitan.
Germán D' Jesús Cerrada
Mérida, 28 de julio de 2025
4 comentarios:
Hermosa Doña Irma . Unas manos maravillosas para la cocina , sus comidas , tortas y postres exquisitos sazonados con el amor que los preparaba ; y un corazón de oro siempre dispuesta a dar lo mejor de si, de ayudar a todo aquel que pudiera y brindar amor incondicional a su alrededor.
Tengo Bellos recuerdos de Doña Irma. Una persona Amable, cariñosa,alegre y muy especial al cocinar y hacer esos platillos tan ricos. QEPD
Mi querida doña Irma, siempre presente en nuestros recuerdos, amiga especial, noble, sencilla, amable, maravillosa y excelente cocinera, sin egoísmo me decía sus recetas. Dios la tiene disfrutando de su Gloria Eterna QEPD.
Tuve la dicha de conocer a Doña Irma, una bellísima persona, la conoci de niño, pero dejo una bonita huella en mi corazón, especialmente por su amabilidad y buen trato, que Dios la tenga en su gloria.
Publicar un comentario