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El mundo del toro despidió hoy 2 de noviembre de 2025 a Rafael Soto Moreno (Jerez de la Frontera, 1940), universalmente conocido como Rafael de Paula, a los 85 años. Su fallecimiento marca el final de una era y la pérdida de una de las expresiones artísticas más puras, enigmáticas y controvertidas de la tauromaquia contemporánea. Rafael de Paula no fue solo un torero; fue un artista bohemio y un genio intermitente que transformó el capote en un pincel.
La Expresión de un Arte Inexplicable
Nacido en el barrio de Santiago, cuna del arte flamenco, De Paula llevó el "duende" gitano desde la calle Cantarería hasta el ruedo. Su tauromaquia se cimentó no en la técnica rigurosa o la estadística, sino en la inspiración fugaz y la sensibilidad extrema. Fue un torero de culto, capaz de alternar tardes memorables de belleza inconmensurable con otras de absoluta decepción, lo que alimentó su leyenda de figura impredecible.
Si por algo es recordado Rafael de Paula es por su manejo del capote. Es unánimemente considerado como uno de los mejores capoteros de todos los tiempos.
Sus verónicas eran un deleite estético, ejecutadas con una lentitud, un temple y un compás que parecían detener el tiempo. El escritor y gran aficionado José Bergamín acuñó una frase inmortal para describir su estilo: afirmaba que en su toreo había una "sutil música callada".
Hitos en la Carrera y la Leyenda
Rafael de Paula tomó la alternativa como matador de toros en la histórica Plaza de Ronda el 9 de septiembre de 1960, teniendo como padrino a Julio Aparicio y como testigo a Antonio Ordóñez. Aunque su debut prometió una carrera fulgurante, su personalidad compleja y su concepto del arte como un acto de inspiración lo mantuvieron en un ciclo constante de retiradas y regresos.
Un momento cumbre que refleja su dimensión artística fue la faena que le valió la colocación de una placa conmemorativa en la Plaza de Toros de Jerez en 1979, un honor que inmortaliza su maestría. A pesar de los altibajos en los despachos y su manejo de la espada, su arte trascendió las faenas completas.
Legado y Reconocimiento
La influencia de Rafael de Paula se extiende más allá de sus actuaciones. Fue una referencia ineludible para el toreo de arte posterior, y su figura se revitalizó al convertirse en apoderado de diestros como Morante de la Puebla.
El reconocimiento a su trayectoria llegó en 2002, cuando el Ministerio de Cultura de España le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, la más alta distinción estatal en materia cultural, por su reconocida aportación al mundo del arte.
Rafael de Paula fue, en esencia, la encarnación de que "se torea como se es". Su toreo fue su alma: visceral, puro, enigmático y absolutamente inolvidable.
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