Jorge Raúl Nacif | Foto: JRN
México, D.F.
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Llaguno y Gutiérrez salieron en volandas
Se dice que el toreo es emoción y esa definición tuvo un claro ejemplo
la tarde de este sábado en Arroyo, pues los cuatro alternantes, cada
quien con sus formas, hicieron vibrar a los tendidos y, a la postre, Héctor Gutiérrez y Juan Pedro Llaguno fueron izados a hombros, mientras que la gente salió toreando de la plaza.
El hidrocálido y el queretano tuvieron una tarde llena de momentos emotivos e hicieron las delicias de un público que ocupó en buena cantidad los tendidos del pintoresco coso tlalpense en lo que ha sido, sin duda alguna, la mejor entrada de esta campaña de aspirantes a novilleros.
Gutiérrez se encontró con el mejor eral de Caparica, el segundo de la tarde, un astado que tuvo nobleza y calidad en sus embestidas. Con tersura, el alumno de la Escuela de Espectáculos Taurinos de México jugó los brazos a la verónica y volvió a ejecutar la suerte fundamental del toreo de capa tras el puyazo.
Con buen ojo, el chaval decidió no castigar demasiado a su ejemplar en el caballo y lo pasó después solamente con una banderilla. De esta manera, el eral llegó con motor al tercio de muleta y Héctor aprovechó esta condición para darse a torear pulseando bien las embestidas y reponiendo el terreno exacto, dibujando así lentos derechazos.
Los naturales tuvieron una gran dimensión y parecían interminables, alargando el trazo lo más posible e impregándolos del sentimiento que, en ese momento, se desbordó. Emocionado y casi con las lágrimas en los ojos, el jovencito siguió toreando bien y bonito, abandonándose en su obra de arte y redondeando la mejor faena de esta campaña.
Tremendo susto se llevó al intentar torear por alto, pero se levantó para rematar el trasteo con elegantes muletazos de pecho. De no haber sido un festejo a la usanza portuguesa, Gutiérrez bien pudo haberse llevado un rabo en caso de acertar con el acero. Ovacionado a rabiar en la vuelta al ruedo, el de Aguascalientes dejó huella en Arroyo y una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en el rostro de uno de sus maestros, Manolo Arruza, que desde el tendido se notaba tan emocionado como todos los espectadores.
Y si Héctor rayó a un nivel estupendo, Juan Pedro Llaguno no se quedó atrás y tuvo una actuación desgarradora y que le granjeó los gritos de "torero, torero". Vaya que estamos ante un prospecto sólido y que puede también llegar a ser un torero muy importante en nuestra baraja taurina nacional.
El queretano es un chaval que tiene carisma y conecta muy pronto con los tendidos, además de poseer mucho porte al momento de pasarse los pitones por la faja. En ese tenor, cuajó muletazos de calibre superior, sin descomponer la figura y sintiendo cada uno de los momentos. Su eral no tuvo quizá la calidad del segundo de la tarde, pero en general fue manejable y le recetó pases que le fueron muy coreados.
En un momento dramático, fue prendido por el burel y cayó de fea forma sobre su brazo izquierdo. Las asistencias lo llevaron a la enfermería, donde le fue descartada una fractura, y le inmovilizaron el brazo. Así, y tirando de raza, salió de nuevo al redondel y, en ese momento, el público explotó a su favor. Con garra y queriéndose comer el mundo, Juan Pedro ligó derechazos que intercaló con algunos adornos, mientras la gente seguía totalmente entregada con él.
Cuando el eral volvió a los corrales, Llaguno dio una vuelta al ruedo en medio de la pasión colectiva, para finalmente ser levantado en volandas y convertirse en todo un triunfador de la presente temporada de aspirantes a novilleros en la Plaza Arroyo.
El yucateco André Lagravere ratificó todo lo bueno que había dejado patente en el primer festejo del serial. Complicado fue el eral que enfrentó, pues desde salida se mostró un tanto incierto, pero El Galo demostró que está muy toreado y sacó recursos para imponerse a su enemigo.
Lagravere lució con la capa, especialmente en dos medias verónicas que le resultaron una pinturita. Ya con la sarga, corrió bien la mano al natural, perfil por el que se le nota una gran facilidad, y también dejó derechazos de clase y empaque, todo con las zapatillas bien asentadas sobre la arena.
Además de estos buenos momentos, el hermano menor de Michelito gustó en algunos instantes de inspiración, como la capetillina, una bella trincherilla y el desplante rodilla en tierra. Una cariñosa vuelta al ruedo fue el balance final de su actuación, tras simular la suerte suprema con una banderilla.
Isaac Fonseca fue el encargado de abrir plaza y, como dice una conocida frase, "le tocó bailar con a más fea", ya que su eral fue descastado y desde el capote se acostaba por el pitón izquierdo. El joven espada de Morelia se quedó muy quieto en la primera tanda y le endilgo derechazos que tuvieron mucha transmisión de cara a lo tendidos.
De ahí en más, el de Caparica fue desarrollando sentido y Fonseca anduvo desconfiado, aunque siempre esforzado y tratando de sacarle pases a un ejemplar que terminó por ser poco menos que imposible. Y si le hizo pasar fátigas a su lidiador, también ocurrió con las infanterias, pues se resistió a regresar a los corrales y tuvo que ser muerto a estoque en el ruedo por José Luis Herros. Así, y tras media hora, Isaac dio una vuelta al ruedo para agradecer las palmas a su esfuerzo.
El hidrocálido y el queretano tuvieron una tarde llena de momentos emotivos e hicieron las delicias de un público que ocupó en buena cantidad los tendidos del pintoresco coso tlalpense en lo que ha sido, sin duda alguna, la mejor entrada de esta campaña de aspirantes a novilleros.
Gutiérrez se encontró con el mejor eral de Caparica, el segundo de la tarde, un astado que tuvo nobleza y calidad en sus embestidas. Con tersura, el alumno de la Escuela de Espectáculos Taurinos de México jugó los brazos a la verónica y volvió a ejecutar la suerte fundamental del toreo de capa tras el puyazo.
Con buen ojo, el chaval decidió no castigar demasiado a su ejemplar en el caballo y lo pasó después solamente con una banderilla. De esta manera, el eral llegó con motor al tercio de muleta y Héctor aprovechó esta condición para darse a torear pulseando bien las embestidas y reponiendo el terreno exacto, dibujando así lentos derechazos.
Los naturales tuvieron una gran dimensión y parecían interminables, alargando el trazo lo más posible e impregándolos del sentimiento que, en ese momento, se desbordó. Emocionado y casi con las lágrimas en los ojos, el jovencito siguió toreando bien y bonito, abandonándose en su obra de arte y redondeando la mejor faena de esta campaña.
Tremendo susto se llevó al intentar torear por alto, pero se levantó para rematar el trasteo con elegantes muletazos de pecho. De no haber sido un festejo a la usanza portuguesa, Gutiérrez bien pudo haberse llevado un rabo en caso de acertar con el acero. Ovacionado a rabiar en la vuelta al ruedo, el de Aguascalientes dejó huella en Arroyo y una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en el rostro de uno de sus maestros, Manolo Arruza, que desde el tendido se notaba tan emocionado como todos los espectadores.
Y si Héctor rayó a un nivel estupendo, Juan Pedro Llaguno no se quedó atrás y tuvo una actuación desgarradora y que le granjeó los gritos de "torero, torero". Vaya que estamos ante un prospecto sólido y que puede también llegar a ser un torero muy importante en nuestra baraja taurina nacional.
El queretano es un chaval que tiene carisma y conecta muy pronto con los tendidos, además de poseer mucho porte al momento de pasarse los pitones por la faja. En ese tenor, cuajó muletazos de calibre superior, sin descomponer la figura y sintiendo cada uno de los momentos. Su eral no tuvo quizá la calidad del segundo de la tarde, pero en general fue manejable y le recetó pases que le fueron muy coreados.
En un momento dramático, fue prendido por el burel y cayó de fea forma sobre su brazo izquierdo. Las asistencias lo llevaron a la enfermería, donde le fue descartada una fractura, y le inmovilizaron el brazo. Así, y tirando de raza, salió de nuevo al redondel y, en ese momento, el público explotó a su favor. Con garra y queriéndose comer el mundo, Juan Pedro ligó derechazos que intercaló con algunos adornos, mientras la gente seguía totalmente entregada con él.
Cuando el eral volvió a los corrales, Llaguno dio una vuelta al ruedo en medio de la pasión colectiva, para finalmente ser levantado en volandas y convertirse en todo un triunfador de la presente temporada de aspirantes a novilleros en la Plaza Arroyo.
El yucateco André Lagravere ratificó todo lo bueno que había dejado patente en el primer festejo del serial. Complicado fue el eral que enfrentó, pues desde salida se mostró un tanto incierto, pero El Galo demostró que está muy toreado y sacó recursos para imponerse a su enemigo.
Lagravere lució con la capa, especialmente en dos medias verónicas que le resultaron una pinturita. Ya con la sarga, corrió bien la mano al natural, perfil por el que se le nota una gran facilidad, y también dejó derechazos de clase y empaque, todo con las zapatillas bien asentadas sobre la arena.
Además de estos buenos momentos, el hermano menor de Michelito gustó en algunos instantes de inspiración, como la capetillina, una bella trincherilla y el desplante rodilla en tierra. Una cariñosa vuelta al ruedo fue el balance final de su actuación, tras simular la suerte suprema con una banderilla.
Isaac Fonseca fue el encargado de abrir plaza y, como dice una conocida frase, "le tocó bailar con a más fea", ya que su eral fue descastado y desde el capote se acostaba por el pitón izquierdo. El joven espada de Morelia se quedó muy quieto en la primera tanda y le endilgo derechazos que tuvieron mucha transmisión de cara a lo tendidos.
De ahí en más, el de Caparica fue desarrollando sentido y Fonseca anduvo desconfiado, aunque siempre esforzado y tratando de sacarle pases a un ejemplar que terminó por ser poco menos que imposible. Y si le hizo pasar fátigas a su lidiador, también ocurrió con las infanterias, pues se resistió a regresar a los corrales y tuvo que ser muerto a estoque en el ruedo por José Luis Herros. Así, y tras media hora, Isaac dio una vuelta al ruedo para agradecer las palmas a su esfuerzo.
Ficha
México, D.F.- Plaza Arroyo. Septimo festival de aspirantes a novilleros y final dentro de la categoría de menores de 14 años. Tres cuartos de entrada. Cuatro erales de Caparica, bien presentados y de juego desigual, entre los que destacó el 2o. por su nobleza y calidad. No se anunciaron pesos. Isaac Fonseca: Vuelta. Héctor Gutiérrez: Vuelta. Andrés Lagrevere "El Galo": Vuelta. Juan Pedro Llaguno: Vuelta. Incidencias: El festejo fue a la usanza portuguesa; sin embargo, el 1o., se le dio muerte en el ruedo al no poder ser devuelto a los corrales. Gutiérrez y Llaguno salieron a hombros.
México, D.F.- Plaza Arroyo. Septimo festival de aspirantes a novilleros y final dentro de la categoría de menores de 14 años. Tres cuartos de entrada. Cuatro erales de Caparica, bien presentados y de juego desigual, entre los que destacó el 2o. por su nobleza y calidad. No se anunciaron pesos. Isaac Fonseca: Vuelta. Héctor Gutiérrez: Vuelta. Andrés Lagrevere "El Galo": Vuelta. Juan Pedro Llaguno: Vuelta. Incidencias: El festejo fue a la usanza portuguesa; sin embargo, el 1o., se le dio muerte en el ruedo al no poder ser devuelto a los corrales. Gutiérrez y Llaguno salieron a hombros.
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