Se
confesó con Somos sobre lo que vivió hace un año, cuando un toro le
destrozó el rostro. Perdió un ojo y estuvo varios meses en
rehabilitación
Hace unos días, Juan José Padilla salió en hombros del Coso de la Misericordia en Zaragoza. Hace un año, el torero salió de ese mismo escenario pero en ambulancia.
Un toro le había destrozado el rostro de una cornada implacable: tirado en el piso, un cuerno atravesó su mandíbula y llegó hasta su ojo izquierdo. Esa tarde no se gritó “Olé”. La única voz que se escuchó fue la de Padilla gritando ‘¡No veo, no veo!’ mientras, cubierto de sangre y polvo, era guiado a la enfermería. Nadie dijo nada. En los tendidos y las gradas solo había espacio para el miedo y el horror disfrazado de silencio. Su carrera se había terminado. Nadie sabía siquiera si sobreviviría.
España
–taurinos y antitaurinos incluidos- se paralizó. Una fotografía de la
cornada atravesó el mundo mientras Juan José, en el hospital, se
enfrentaba a la bestia más despiadada de todas, la muerte. Cinco
operaciones, siete placas de titanio y más de 50 tornillos después
superó la embestida. Le reconstruyeron el rostro. Un parche negro cubre
su ojo izquierdo, inutilizable tras el accidente. Para el torero, los
doctores fueron las manos de Dios. Padilla volvió, no solo a la vida,
sino también al ruedo.
¿Cómo se regresa a los toros después de un accidente como el suyo?
Nunca
dudé que volvería. El toro lo es todo para mí. Aun internado en el
hospital, siempre tuve el deseo y la ilusión de vestirme de torero. No
podía dejar que un toro me apartara de los ruedos así porque sí. Cómo él
iba a tomar la decisión del retiro por mí.
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