Diego Ramos nació en el Valle del Cauca pero su arte es universal.
El toreo con sus ambuiguedades, sus certezas, sus creencias, la firmeza de una estética y moral, el juego de la vida y la muerte, la cultura, la tradición, el rostro de un picador curtido o un banderillero aflamencado o un recio torero, un muletazo, un capotazo le dan vida para que sus pinceles estampen obras de una genialidad por su colorido, capacidad de evocación, firmeza en el trazo y esa evanescencia propia de los grandes artistas. El toreo es su inspiración pero es el pretexto para crear volumenes, gamas de colores. Pintura pura.
Tuve el privilegio hace dos años de conocer su estudio en Alcalá de Henares donde se erigió la Universidad, allí en esa ciudad cerca a Madrid esgtá el espíritu de Quevedo y Cervantes. Y en ese espacio de ensoñación está su laboratorio de imagenes caleidoscopicas.
Es hijo de un artesano brillante que vive en Madrid y elabora bellos capotes de paseo y teje monteras que se las arrebatan toreros y cuadrillas.
Diego es joven , alegre, vivaz y gran amigo pero mira para crear , observa para dejar en el lienzo un trozo de vida nutrido por ese mundo fantastico, y majestuoso del toro.
Es verdad que su pintura es reonocible por la tematica que aborda con suprema elegancia pero va más allá, hay un espacio par la lúdica, para la indagación del espectador que mira, para ese voyeur ocasional que ser acerca a la creación del joven maestro caleño.
HOMENAJE A JOSELITO
Es muy joven para siquiera haber conocido a los nietos de quienes fueron contemporáneos del maestro de Gelves . Acabamos de celebrar el centenario de su alternativa teniendo como padrino y testigo a su hermano mayor el genial Rafael "El Gallo". Pero el artista de Cali sabe que una de las columnas vertebrales del toreo es ese monstruo que compitió con Belmonte, Gaona y consigo mismo y que un día un toro que sabía más que él que todo lo sabia lo mató en Talavera de la Reyna un 16 de mayo de 1920.
Diego Ramos ha querido celebrar a ese toreo de Joselito, enjundioso, poderoso, con perfumes de toreria sevillana que sigue el curso de Lagartijo el fijo torero de Córdoba. Son pinturas extraordinarias.
La foto de una de las pinturas de la serie dedicada a Joselito por el maestro Diego Ramos que acompaña esta nota es apenas una muestra de la genialidad del joven que quiso ser torero y que como el insuperable Fernando Botero terminó conjurando su afición pintando al no tener opciones como hacedor de muletazos barrocos de su admirado Morante.
Es una dicha esa pintura. Pero también lo es que sea compatatriota de César Rincón y de quienes nacieron en esta patria dulce y generosa que se llama Colombia.
Olé por Diego y por Joselito que descansa en paz en el cementerio de Sevilla que le dedicó uno de los monumentos funerarios más estremecedores gracias a otro genio, el valenciano Benlliure con esos gitanos llevando en hombros el féretro con los restos del joven de Gelves a quien un toro de la viuda de Ortega le infirió la cornada mortal y le transportó a la gloria eterna.
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